15. La confesión de Chris I - Chris

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Chris - Philadelphia

Fábrica abandonada - Nov, 21.30pm


Niños. ¿Por qué tenían que ser niños? 

Me quedo contemplando el coche, sopesando muy fuerte la mejor de mis opciones: tengo que largarme de aquí, donde no haya nadie, donde esté yo solo. Porque a pesar de que ella no parece estar presente ahora, sé que está ahí. Acechando. ¿Cómo voy a cerrar los ojos sabiendo que puedo perder el control, con todo lo que eso pudiera acarrear?

Decidido, vuelvo sobre mis pasos dentro en busca de Byron. Supongo que se habrá quedado en la estancia más grande. Efectivamente, al entrar en la habitación, lo veo en uno de los primeros colchones, pero antes de que pueda decir nada, me hace una seña con el dedo, llevándoselo a los labios, y señala a su lado con la mirada, y luego a otro colchón un poco más alejado. No tardo en vislumbrar por qué. Cassie está dormida, acurrucada a su lado. Más bien encima de él, con la cabeza y medio cuerpo apoyada sobre su costado, durmiendo profundamente. Y más allá está el más joven de los albinos, Abel, también descansando pacíficamente. No consigo entender cómo han llegado a parar aquí. No creo que este sea un lugar muy adecuado para ellos. No teniendo a un hombre lobo... y teniéndome a mí.

Le hago un gesto con la mano para que se acerque. Quiero despedirme antes de marcharme porque sé que una vez me vaya, no volveré a hablar con él en mucho tiempo. Puede que nunca más. Me había hecho a la idea de esto hacía unos años, pero el volver a estar juntos hace que ahora sea más difícil separarse. Byron asiente con la cabeza. Veo que, con mucho cuidado y delicadeza, acuesta a Cassie en la cama, tratando de no despertarla, y la tapa con la manta hasta la barbilla. 

Empiezo a andar en silencio hacia la salida, pensando en cómo abordar el tema. No es algo sencillo, para empezar. Ni siquiera tratándose de cazadores. No tengo ni idea de cómo decírselo. Estaba tan seguro hace solo unos momentos y ahora las dudas me asaltan como las abejas a las flores. Noto cómo Byron me sigue de cerca, rompiendo levemente el silencio con el marchar de sus botas. Empiezo a arrepentirme de esto. Tal vez debería simplemente haberme marchado sin  decir nada, como hizo él...

Cuando salimos al exterior, decido que ya estamos lo suficientemente lejos de miradas y oídos indiscretos y me paro en seco. Pero me quedo callado, sin saber cómo empezar. Es Byron el que rompe el silencio al final:

— ¿Qué pasa?

Enseguida lo siento. Noto en su voz que sabe que algo no va bien. Tanto tiempo juntos ha hecho que pueda leer en mi rostro, igual que yo no el suyo, incluso cuando no nos estamos mirando. Me doy la vuelta y clavo mis ojos azules en los suyos, marrones como el nogal.

— Quería despedirme de ti antes de marcharme.

Byron enarca una ceja.

— ¿Marcharte a dónde?

Lejos de aquí, pienso para mí. Pero no llego a decírselo.

— A buscar pistas sobre el paradero de mi padre — me veo obligado a mentir. No soy capaz de decírselo todavía.

— Descansa hasta mañana. Te acompañaremos.

Noto cómo el pulso se me dispara ante esa afirmación. Por un lado, agradezco que quiera seguir apoyándome en la búsqueda de mi padre. Pero, por otro, es demasiado peligroso. Para él y para la niña.

— No puedo esperar hasta mañana — afirmo, sin sonar demasiado dramático.

Veo cómo una arruga se le forma en la frente, esa típica arruga suya que desde niño asoma en su entrecejo cuando algo le preocupa. ¿Por qué mierdas me lo tiene que poner tan difícil? ¿Por qué tiene que ser tan perspicaz? Sin duda, mi padre y todos los años por su cuenta le han entrenado bien.

— ¿Por qué? — me pregunta.

Me quedo callado y trato de que mi rostro no muestre ningún tipo de sentimiento, cómo tan bien sabe hacer él. No sé muy bien que contestarle. Sé de sobra que Byron no es tonto. Sé que sospecha algo, pero no quiero meterlo en esto. No cuando sé que no hay solución posible.

— ¿Por qué? — insiste.

— No puedo estar cerca de Cassie — le confieso, abatido. Tampoco es mentira. Byron me mira, interrogante. Está esperando que le explique. — ¿Sintió algo cuando me vio la primera vez, no es así? — pregunto yo a mi vez. Es algo que lleva dándome vueltas en la cabeza desde que me enteré de su don. Eso explica su comportamiento en la gasolinera... Y el hecho de que no se acerque a mí y siempre me mire con el ceño fruncido. Supongo que no puedo culparla.  — Por eso actuaba tan a la defensiva conmigo. Estaba asustada.

Byron no contesta, pero su silencio lo hace por él. Me paso las manos por la cara juntándolas delante de la nariz, respirando profundamente. Tengo que decírselo, pero resulta tan difícil hablar de ello... Creo conocer a Byron lo suficiente como para saber que no me juzgará... o eso espero. Intento poner en orden mis pensamientos antes de hablar:

— Estos tatuajes no me los hice por puro capricho — murmuro. — Puede que solo me queden unas semanas... meses como mucho.

— ¿Unas semanas para qué? — insiste Byron, elevando el tono. Mi falta de concreción le pone nervioso. — ¡Por Dios, Chris, habla claro!

— ¡Para que pierda mi maldita alma, Byron! ¡Joder! — grito yo también, sin poder evitarlo.

Me doy la vuelta dándole la espalda y doy unos pasos alejándome de él. Vuelvo a respirar hondo para tranquilizarme, pero noto como Byron se queda paralizado, sin duda afectado por la súbita noticia.

— Tengo encerrado dentro de mí a un demonio — le confieso, más calmado.

Byron no dice nada, pero prefiero no darme la vuelta y verle la cara.

— Qué... — le escucho murmurar, completamente impactado.

Suspiro resignado.

— Desde el accidente en el que desapareció mi padre. ¿Recuerdas lo que te conté?

— El exorcismo que salió mal — recuerda él, en voz baja.

Me doy la vuelta con los brazos abiertos

— Esto es lo que salió mal: sabíamos que la única forma de vencerlo era haciendo que poseyera a uno de los dos, encerrándolo en nuestros cuerpos. Y no estábamos seguros de que después pudiéramos tener alguna forma de librarnos de él o incluso de controlarlo. Pero era demasiado fuerte. Estaba atacando a niños... Lo demás es tal cual te conté. Decidí que sería yo porque mi padre ya está mayor. Cuando fui poseído, perdí el conocimiento por varias horas, días, no lo sé. Al despertarme, mi padre ya no estaba.

Guardo silencio, inspirando y dejándole tiempo para asimilarlo. Lo necesita.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now