40. Niños II - Abel

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Abel - Philadelphia

Fábrica - Nov, 09:32


En el momento en que abro los ojos lo primero que hago es buscar los de mi hermano. Micah generalmente está despierto antes que yo, por lo que me es extraño encontrarle profundamente dormido aún. Puede que sea algo temprano y me acurruco sobre su pecho para intentar dormir un poco más, abrazando su cintura por debajo de su chaqueta, en donde se está muy cálido y a gusto. Hay mucho silencio en la fábrica, y las luces de navidad que habíamos dejado encendidas por la noche están apagadas. Es posible que los demás hayan regresado mientras dormíamos, aunque no consigo ver a nadie más cuando miro a mi alrededor. A quien sí veo es a Cassie, que viene subiendo las escaleras de la planta baja. La niña parece triste o preocupada por algo, pero cuando pasa por mi lado, finjo dormir.

Pasa a sentarse sobre su colchón, mirando por la ventana, acariciando la cabeza del perro que duerme junto a ella. Me incorporo del sitio junto a mi hermano, procurando no moverme demasiado para no despertarlo y me quedo observándola un momento sin saber bien qué decir. No hemos hablado mucho desde que bailamos con la música de la radio. Me giro a mirar el sitio en donde dejamos la radio la noche anterior y sigue allí, con el cable enrollado. Me pregunto si podemos volver a escucharla... o si podemos volver a bailar.

Cuando vivíamos en las calles, a veces oíamos la música en el interior de las tiendas o desde los vehículos que aparcaban orillados a la acera. Alguna me parecía demasiado agitada y las voces de los cantantes me asustaba un poco; otra usaba palabras que no entendía bien... y había un género al que Micah había llamado Rap. Me gustaban algunas de esas. Sobre todo cuando el cantante decía muchas palabras rápidamente. Pero a veces Micah torcía el gesto y comentaba que era de mal gusto. Él prefería la música suave; a mí me gustaba un poco más movida. A él tampoco le agradaba la idea de bailar, mientras que a mí siempre me daban ganas de hacerlo cuando veíamos la televisión en algún restaurante cuando podíamos pagarlo, y la gente bailaba en la televisión. Por lo que poder cumplir ese deseo me había puesto muy feliz.

—¿Despierto, Copo de Nieve?

—¡Nevi! —exclama Cassie en cuanto escucha su voz, y se levanta para venir donde nosotros— ¡Oh, estás despierto, Abel! Pensaba que dormías.

El hombre malvado me contempla y yo le sostengo la mirada sintiendo que el ceño y los labios me tiemblan. Me pone muy inquieto que los mayores me miren; hace que sienta mucho miedo. En cambio, lo que siento contra ese hombre es rabia por haber herido a mi hermano de un modo tan horrible. Él frunce el ceño.

—No te gusto mucho, ¿verdad? —se ríe.— Como sea, despierta a tu hermano.

Me pregunto qué quiere con Micah y no le hago caso.

—¿No me has oído? Necesito que cuide de vosotros. Los demás no están y yo tengo otra cosa que hacer.

Me mantengo en silencio y él pone los ojos en blanco, exhalando un ruidoso respiro y se agacha junto a Micah.

—No lo toques —es todo lo que digo y esta vez, es él quien no me hace caso y empieza a mover a Micah:

—Arriba, dormilón. Necesito una niñera.

En lo que intenta moverlo, sujeto su mano en las mías e intento que se aleje. Abro la boca, y parece que hubiese visto mis intenciones, pues levanta el índice frente a mis ojos a modo de advertencia y dice de modo amenazante, pero parece que hiciera intentos por no reírse:

—Si me muerdes, yo te morderé más fuerte.

Pero en ese instante, Micah se incorpora somnoliento y me observa sin entender:

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now