44. Símbolos II - Cassie

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Cassie – Philadelphia

Garaje de Bob – Nov, 1.30am


Me giro hacia un lado, quedando tumbada sobre el costado derecho, pero estoy incómoda. No duro ni diez segundos antes de girarme hacia el otro, pero no hay manera. Los hierros del somier se me clavan a través del colchón, y las sábanas estás sucias, raspan y huelen a tabaco. Me pongo boca arriba sobre el catre de Bob y abro los ojos.

— ¿Quieres hacer el favor de dormirte?

La voz de Byron cruza la pequeña habitación. Está sentado en una silla junto a una estantería de aluminio -que extrañamente está repleta de libros en lugar de herramientas y tratos de garaje, que sería lo más normal en ese sitio que parece un cobertizo de jardín- leyendo unos papeles a la luz de un pequeño flexo. Keeper está tumbado a sus pies, manso. No está dormido, pero casi. Me destapo con un suspiro y me incorporo.

— Es que no puedo – le confieso. — La cama es incómoda y las sábanas huelen mal.

— ¿Prefieres dormir en el coche? — pregunta él.

Niego con la cabeza.

— Entonces es lo que hay – zanja él, y vuelve a centrarse en su lectura.

Hago una mueca de fastidio y vuelvo a suspirar, esta vez más sonoramente. Con un mohín, vuelvo a tumbarme en la cama, me tapo e intento dormir. Chris hace rato que se ha marchado, y Bob no sé dónde está. Me giro hacia un lado, hacia el otro, boca arriba, boca abajo, pero no hay manera.

— ¡Que no puedo! — me quejo, volviendo a levantarme.

Byron suspira al otro lado de la habitación.

— Tienes que dormir.

— ¿Por qué no me cantas una nana? - propongo.

Byron deja escapar una risa seca, como si no hubiera llegado a tiempo de contenérsela. Carraspea un poco, intentando disimularla, pero sin esforzarse demasiado.

—¿Qué? — inquiero. — ¿No sabes cantar?

— No – responde él rápidamente.

— No hace falta que lo hagas bien.

— Yo no canto – zanja él.

Bufo. Menudo aguafiestas. Byron aparta la mirada de mí y la vuelve a posar en sus papeles.

— ¿Qué lees? — pregunto, curiosa.

— Cosas de mayores.

Arrugo la frente.

— ¿Cosas de cazadores? - inquiero.

— Exacto. Duérmete.

Se calla y sigue leyendo. Tuerzo la boca. No me gusta que me oculte cosas. Llevamos ya varios días juntos, y soy lo suficiente madura para saber en qué consisten sus cacerías, cómo son y contra qué se enfrentan. Como esta noche. Sin decir nada, me levanto de la cama. Los muelles crujen, haciendo que Byron levante la cabeza y suspire.

— ¿Quieres hacer el favor de...? — empieza él, pero antes de que haya terminado de pedirme que vuelva a la cama, ya estoy a su lado cotilleando los papeles.

Parecen antiguos. La mayoría están desgastados, con manchas amarillas y marrones, como si no se hubieran usado en mucho tiempo. Tienen marcas de dedos sucios, signo de que han sido consultados varias veces. No entiendo mucho lo que pone en ellos, solo hay símbolos dibujados y palabras garabateadas en bolígrafo; la mayoría de ellas están en otro idioma, o la persona que las escribió tiene muy mala letra, porque no puedo leer ninguna de ellas. Entonces, reconozco uno de los símbolos: una estrella de cinco puntas dentro de varios círculos, con unas extrañas letras en un idioma raro.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now