37. Spike - Nevi

414 95 23
                                    

Nevi - Maryland
Carretera y fábrica, Nov. 01:20am

Sin saber cómo, o tener claro yo mismo el por qué, nos encontramos el licántropo neófito, Caleb, y yo haciendo autostop junto a la carretera. He elegido un sitio alejado, temiendo que, si mis sospechas son ciertas, el hombre lobo haya transferido a Caleb la habilidad especial de transformarse fuera de la luna llena. Si estamos en la ciudad y ocurre una transformación, siendo un licántropo recién convertido, Caleb podría salirse de control otra vez y lastimar a mucha gente. No solo eso, la gente alrededor me vería matándole... Miro al muchacho a mi lado y él me devuelve una mirada interrogatoria. Gruño y reanudo mis intentos de detener un coche que pueda llevarnos. Hasta ahora no he tenido suerte.

—¿Vas a decirme a dónde vamos? — pregunta el chico.

—No tengo la menor idea, Spike. Lo primero es alejarnos de aquí. Te están buscando por toda la ciudad.

Caleb extiende los extremos de mi chaqueta, que ahora lleva puesta encima de su sudadera.

—¿Es necesario que use esto?

—Dime una cosa, ¿te parece que es inteligente ir por ahí vistiendo una sudadera de West Aberdeen High cuando hace tan solo unos días desapareció uno de sus estudiantes en circunstancias sangrientas?

—No soy la única persona que asiste a ese colegio — replica él encogiéndose de hombros.

—Eres el único que vaga por ahí espiando por ventanas y actuando como si fuera James Bond. Te conseguiremos otra cosa una vez nos hayamos alejado de aquí.

Caleb se mueve nerviosamente. Otro auto nos pasa por el lado sin siquiera disminuir la velocidad:

—¡Mierda!

—¿Cómo te llamas? —pregunta el muchacho de pronto.

Sin mirarlo, le contesto:

—Nevent.

—¿De dónde eres?

—Detroit.

—¿Qué edad tienes?

—¡Me cago en...! —gruño otra vez, cuando otro coche pasa de largo— ¿Quieres callarte? —le digo y levanta las manos en un gesto pacificador.

—No es mi culpa que nadie haya parado —se queja.

—Bueno, es tu maldita culpa que tenga que hacer esto, atascado en la carretera contigo para empezar. Nadie detendría el coche para dos tíos. La gente es lo bastante inteligente para saber que no es seguro.

—¿Entonces qué?

—Esperamos. No hay otra —mascullo sin bajar la mano. 

No tengo la menor idea de lo que voy a hacer con el chico. La primera cosa que ha pasado por mi cabeza es contactar a la Negociadora. Pero la idea no termina de convencerme, por tres razones. La primera es que por siglos su especie no se ha llevado precisamente bien. Porque los precios que establece por sus servicios generalmente son elevados... Y bueno, también porque no es extraño que le visiten cazadores en busca de información y llevar a Caleb allí sería exponerlo a que sea visto por otro cazador. Por alguno menos dispuesto que yo a perdonarle la vida.

—Nevent... —me llama Caleb, pero le hago poco caso, hasta que sus palabras me dejan de piedra— ¿Planeas... matarme?

Suspiro. No solo tiene razones sobradas para creerlo;  sino que de hecho hubiese sido lo más sensato.

—Si esa fuera mi intención, ya estarías muerto, muchacho.

—Entonces... ¿vas a dejarme solo en cuanto nos alejemos?

—No puedo. Hasta que encontremos una solución. Yo te dejé vivir, y cualquier cosa que hagas a partir de ahora va a ser mi responsabilidad. Pero vas a tener que confiar en mí.

—Lo hago —se apresura a responder—. Haría cualquier cosa. No quiero herir a gente nunca más. Si pudiera controlar lo que soy ahora... si hubiese una alternativa, haría lo que fuera. Cualquier cosa que creas que vaya a funcionar, sólo hazlo —percibo miedo en su voz, pero también determinación. Creo en lo que me dice. Y puedo entenderlo; está desesperado por una opción... y yo no estoy tan seguro de que pueda dársela...

Es ahí cuando me asalta una súbita ocurrencia. Algo en lo que por algún motivo no había pensado y que conforme más vueltas le doy, poco a poco empieza a llenarme de nuevas esperanzas. 

Ese algo... o más bien ese alguien es Nee.

Miro a Caleb, sin estar seguro de que vaya a funcionar. Dudo que Nikolas tenga experiencia con este tipo de criaturas, pero por otro lado es algo que siempre le ha despertado fascinación y para lo cual nunca ha tenido oportunidad. Y está lo bastante loco como para acceder a intentarlo. Aunque esté completamente tocado, es la persona más inteligente que conozco. Si él pudiera dar con la solución... Si al menos pudiera darme una pista de por dónde empezar...

—¿Estás realmente dispuesto? —le pregunto, de manera capciosa— ¿Aún si implicara experimentar en ti? ¿Pasar por pruebas? ¿Confiarías en mí hasta el final?

Caleb me mira con los ojos muy abiertos, entonces mira al suelo, y su mirada regresa a mí. Percibo que es sincero cuando asiente y dice:

—Sí.

Correspondo con otra cabeceada. Está decidido: nuestro destino es Philadelphia.

—De acuerdo, cachorrito —le digo, suspirando—. Pero si vas a viajar conmigo, debería explicarte un par de reglas.

Caleb escucha con la atención de un soldado inhiesto:

—Primera regla —le erijo el índice frente al rostro—: jamás me cuestiones. Vas a obedecer a cada cosa que yo te diga. ¿Está claro? Si te digo que saltes de un puente, tú... —le pregunto, dejándole continuar.

—Lo haré.

—¿Qué? —le digo fingiendo no haberle escuchado.

—Que lo haré.

—¿Que harás qué? —insisto y parece confuso.

—Saltaré de un puente.

Yo asiento, satisfecho y erijo un segundo dedo.

—Regla número dos: vas a informarme de cada cosa extraña que te ocurra. Cambios de humor, cambios en tu cuerpo, sensaciones, pensamientos... Piensa en esto como una segunda pubertad; una bastante más peligrosa, ¿está claro?

—Sí.

—Regla número tres —continuo, levantando un tercer dedo en el aire—: cállate. Especialmente cuando esté irritado.

—¿Y si debo informarte de algo que esté sintiendo o que esté pasándome?

Le miro, complacido y tuerzo una sonrisa a la vez que le palpo el hombro:

—Me gusta tu espíritu. —Él parece relajarse un poco. Y yo vuelvo a mi tarea de intentar que un coche nos pare—. Mira, niño, mientras te comportes no tiene por qué haber ningún problema. Incluso puedes pensar en mí como en un hermano mayor que va a enseñarte. Excepto si te transformas y me causas problemas; en ese caso no tengas la menor duda de que no vacilaré para matarte —Caleb se estremece y me retira la vista—. Por eso debes ser honesto conmigo. No me ocultes nada, obedece a lo que te indique... En pocas palabras, sé un buen chico.

Caleb capta la broma y menea la cabeza poco divertido. Pero parece haber entendido.

—¿Quién es un buen chico? — continúo, con tono de estar hablando a un cachorro de golden retriever.

—Por favor, ya basta...

Me río divertido y desisto. No es el momento más apropiado para bromear, pero es todo lo que nos queda ahora para intentar mantener la situación en términos cordiales.

—Bien, tenemos un acuerdo entonces.

Le miro por el rabillo del ojo y suspiro. Es solo un muchacho confundido y asustado después de todo...

En ese instante, ocurre lo que a estas alturas podría considerar un milagro. Un coche se detiene junto a nosotros.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADove le storie prendono vita. Scoprilo ora