41. Abel - Micah

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Micah - Philladelphia

Fábrica, 10:00am


Las palabras de Nevent me dejan helado. Hasta ahora nunca se me había ocurrido que mi hermano podría tener problemas de salud, aunque me siento increíblemente estúpido por no haber pensado antes en ello. Él tiene razón. Hemos vivido mucho tiempo en las calles, pasando frío y alimentándonos de forma desordenada y nada nutritiva. A mí no me ha afectado, pero soy mayor y no estoy en malas condiciones físicas. Mi hermano en cambio... Me giro para mirarlo y él dirige sus ojos hacia mí. Es tan pequeño... tan delgado y frágil. Tendría que haberlo sabido... su piel es tan blanca como la mía, pero tendría que haberlo adivinado por los rastros oscuros bajo sus ojos cansados, o su falta de energías:

—¿Qué voy a hacer? —digo casi en un susurro. Siento la boca seca y amarga.

—Hay algo que podemos hacer por ahora—dice Nevent. Parece cavilante—. Pero sólo servirá para saber con certeza si necesita o no un doctor. Aunque sospecho que la idea no le gustará mucho a Copo de Nieve...

Observo a Nevi sin comprender. Este me explica entonces cual es esa alternativa en la que ha pensado. Siento algo estremecerse en lo profundo de mi estómago. Definitivamente Abel no estará contento:

—¿Estás seguro? —le pregunto, inquieto y ansioso con la idea.

—Yo estaré presente. Sé que es difícil confiar en él, pero te aseguro que sabrá qué hacer.

Considero esa única alternativa. Aún me es difícil confiar demasiado en las personas, pero de algo estoy seguro y es de que sí confío en Nevent. Y puede que esta sea mi única opción por ahora, de manera que no me queda más remedio que tomarla.

Nevent me da tiempo para ir con mi hermano. Tiene una gran sonrisa en el rostro, algo raro en él si no está conmigo, y Cassie habla animadamente con él, gesticulando con las manos y haciendo efectos de sonido con los labios.

Cuando estoy junto a ellos, Abel salta de su sitio y ocupa su lugar acostumbrado, envolviendo mi brazo con los suyos:

—¡Micah! Cassie me ha contado una historia sobre un castillo que nadie puede ver, y un chico de gafas que puede hacer magia con una varita. Hay un perro de tres cabezas, una serpiente gigante y un mago tan malvado que nadie puede pronunciar su nombre.

—¿De verdad? —le pregunto, sin comprender nada. ¿Magia? ¿Magos?

—Las personas juegan un deporte sobre escobas voladoras, y luego una araña gigante aparece en el bosque y...

—Aby —lo interrumpo en mitad del relato, arrodillándome para quedar más a su altura. Entonces le acaricio el cabello de la cabeza, peinando sus mechones platinados con mis dedos. Abel cierra los ojos— ¿tú me quieres?

Los ojos color amaranto de mi pequeño hermano se iluminan y su rostro se colma de la más tierna dulzura cuando me acaricia la mejilla con su pequeña mano.

—Te quiero más que a nada... —susurra suavemente, con una sonrisa.

Sus palabras me contagian su sonrisa y acaricio a mi vez su mejilla.

—¿Harías algo por mí si eso me hiciera feliz? ¿Aún si no te gusta?

Abel me mira seriamente unos instantes. No hubiese querido usar una táctica como esta en él, pero conozco a mi hermano, y sé que la única forma de que haga lo que necesito pedirle es esta. Mi hermanito parece pensarlo un momento, pero entonces su expresión se llena de decisión y asiente con la cabeza:

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADove le storie prendono vita. Scoprilo ora