7. Micah y Caleb III - Micah

266 72 2
                                    


Micah - Philladelphia

Fábrica abandonada, 14:00pm


Observo a Caleb sin atreverme a decir nada; sólo observarle estremecerse a medida que intenta controlar el sonido de sus propios sollozos. Miro a mi hermano sin saber qué hacer. Cuando Nikolas ha mencionado antes que Caleb era un hombre lobo, había estado seguro de que estaba bromeando. Como cuando amenazaba con matarnos o cuando molestaba a Nevent. No podía caberme en la cabeza que después de estar tan preocupado por nosotros, Nevent nos haya expuesto a una criatura justo como la sirena que intentó matar a Abel y luego a nosotros.

A menos... que considerara que no corríamos peligro.

Ha matado a una persona. De una forma terrible... Pero aun cuando nos hemos quedado solos, no ha mostrado ninguna intención de hacernos daño; a pesar de que ha tenido la posibilidad de hacerlo durante la noche. Eso no es todo, también es la razón de que mantuviera tanta distancia de nosotros. Intentaba protegernos de sí mismo. Si está aquí, debe haber un motivo. El motivo por el cual Nevent nos trajo a Abel y a mí. Porque quizás Caleb está sólo, igual que nosotros. Y precisa ayuda.

Bajo un poco la guardia. El chico que solloza frente a mí es una de las últimas personas sobre la tierra como la que podría haberme imaginado a un hombre lobo. Es un muchacho común y corriente.

Doy un paso dubitativo. Abel avanza automáticamente. Me sorprende que ya no esté jalando de mí en la dirección opuesta. Cuando le miro, parece tranquilo. Sólo hay una inmensa duda en su mirada y analiza cada milímetro de mi expresión, recorriéndola varias veces con su mirada perspicaz. No está preocupado por quién sea Caleb o lo que haya hecho. Está preocupado por mí. Porque es experto reconociendo cada una de mis emociones solo leyendo mi rostro. Sé que percibe el peligro que yo estoy sintiendo, pero no sabe a qué se debe. ¿No ha escuchado a Caleb? ¿No tiene miedo?

Intento respirar para tranquilizarme y le devuelvo una mirada apaciguadora:

—Quédate aquí —le susurro.

Niega con la cabeza. Necesito acercarme a Caleb. Pero no quiero que Abel lo haga... No de momento.

—Quédate aquí, Abel.

—No...

—Abel —le reprendo, y mi voz suena más severa de lo que hubiese querido, a causa del temor.

Abel da un paso atrás, soltando mi brazo con expresión dolida y me sigue con la mirada cuando yo avanzo hacia Caleb. Aquel se percata de mi presencia al lado suyo y se mueve inquieto, como si pretendiera alejarse.

Me siento al lado suyo, guardando un poco de distancia, procurando no mirarlo directamente. No quiero que vea en mi expresión que siento miedo y desconfianza. No quiero hacerlo. No quiero condenarle por algo que no ha hecho... al menos no conscientemente. Del mismo modo en que mi hermano y yo casi fuimos cazados como animales por algo que no pudimos controlar.

—¿Por qué te trajo Nevent aquí? ¿Y tu familia?

—No puedo volver con mi familia —dice, en un susurro, limpiándose el rostro—. No quiero hacerles daño. Nevent dijo que Nikolas podía dar con la respuesta para revertir esto. O por lo menos controlarlo. Me advirtió sobre vosotros en el momento en que llegamos, que no os hiciera daño.

Asiento una vez. No sé qué más decirle. No se me ocurre qué decirle a alguien para consolarle por haber matado a una persona. No imagino lo duro que debe ser.

—No fue tu intención. Lo que pasó, quiero decir. —Es lo único en lo que puedo pensar.

—Eso ni siquiera yo lo sé. No sé cómo luzco o qué tipo de cosas pasan por mi mente en esa forma. No sé siquiera si tengo una mente cuando tomo esa forma. Es por eso —respira, echando la cabeza hacia atrás inhalando el aire que corre a través de las ventanas rotas— que necesito hallar la forma de mantenerlo bajo control.

El calor de mi hermano contra mi costado me sorprende. Me ha desobedecido. Pero Caleb ya no me inspira el temor de antes. Luce sereno. Sobre todo, después de haberse desahogado, aunque fuera un poco.

Caleb observa a mi hermano y este le quita a vista, tímidamente.

—Nunca deja tu lado —observa Caleb.

—No —le digo, suspirando y acariciando el cabello platino de su cabeza. — Nunca lo hace. Ni me obedece cuando le digo que lo haga.

Con mis palabras, Abel abraza con más fuerza mi cintura y esconde el rostro de mí para que no lo regañe.

Caleb suspira otra vez y me mira casi como si se disculpara:

—No quiero haceros daño a vosotros tampoco. Quizás sea lo mejor que no os acerquéis a mí demasiado por ahora. Sobe todo si parezco alterado o nervioso. Si alguna vez os toca ver lo peor de mí, no dudéis en correr, en pelear... En hacer lo que sea necesario para poder defenderos —duda al decir lo último, pero parece sincero cuando habla, y entiendo a lo que se refiere.

Doy una cabeceada, de acuerdo. Aún no estoy seguro si es lo mejor que Abel y yo nos quedemos. Pero no tenemos a donde ir, y Caleb tampoco. Estamos en una situación muy parecida... y por eso es por lo que, quizás, permanecer unidos sea una buena opción.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now