53. Una petición inoportuna I - Caleb

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Caleb - Philadelphia

Fábrica - 13:20pm


Es la primera vez que me paso la noche entera sin dormir.

Bueno, en realidad no, pero sí es la primera vez que, después de hacerlo, no me voy durmiendo por los rincones como un zombi. Estoy despierto, sin una pizca de sueño en el cuerpo, prácticamente en la misma postura de anoche, sentado junto a la misma ventana rota por la que vimos al vampiro, que no ha hecho acto de presencia en toda la noche. Aunque algo nos decía que no volvería a aparecer tan pronto.

Byron y Nevi se turnaron para hacerme compañía en mi vigilancia nocturna, y por la cara de zombis que traen a la mañana siguiente, me da que ellos tampoco durmieron aunque, a diferencia de mí, ellos sí sufren las consecuencias. Unas marcadas ojeras y párpados hinchados, aunque su actitud no es para nada como la que yo solía llevar por los pasillos del instituto cuando iba de empalmada.

Es casi medio día cuando veo aparecer de nuevo la camioneta de Byron por el sendero de la fábrica. Frena a un par de metros de la fachada, se apea y mira hacia arriba, hacia mi puesto de centinela.

— ¡Caleb! – me llama. Me incorporo. — Baja, ayúdame – pide, yendo hacia la parte de atrás de la pick-up.

Obedezco. Sé que el vampiro no aparecerá con la luz del día, pero no he querido dejar mi puesto, por si acaso. Bajo las escaleras y en menos de dos minutos me reúno con Byron en la parte trasera de su camioneta, sobre la que se ha subido y donde descansa lo que parece ser una nevera del tamaño de un congelador pequeño.

— Agárrala de ahí – me pide él, al tiempo que empuja la nevera por el suelo metálico hacia mí.

Alargo los brazos y la tomo por debajo con ambas manos.

— ¿La tienes? – pregunta Byron.

— La tengo — le informo.

Byron salta por un lateral de la carrocería y aterriza en el suelo, pero antes de que pueda acercarse para tomar su lado de la nevera, ya la he sacado completamente del maletero y la sujeto como si no pesara más que una caja de cartón vacía. Él me contempla impresionado y yo únicamente me encojo de hombros.

— Vale, pues... llévala adentro – dice él.

Sé que debería estar más impresionado por mis cualidades de hombre lobo, pero estoy demasiado preocupado pensando en no hacer daño a nadie con ellas como para admirarlas. Super fuerza, sentidos hiper desarrollados, capacidad de sanación... Sí, es una pasada, pero no si con ellos puedo matar a la única gente que puede controlarme... a mis amigos... a los únicos que ahora mismo puedo tener.

Cuando entro en la sala principal, me encuentro con un ambiente diferente al acostumbrado antes de que ocurriera lo del laboratorio. No por los hermanos, de normal tranquilos y silenciosos, sino por Cassie. Normalmente siempre anda de un lado para otro sin parar quieta, parloteando, jugando con Abel o con Keeper, dando conversación a la gente o quejándose. Pero hoy está quieta, sentada sobre el colchón, con las piernas muy juntas abrazadas por sus flacos brazos, con la mirada fija en el suelo, y distingo una arruga en su frente que pocas veces veo. Es cuando Nevi entra y me habla que me doy cuenta que me he quedado parado.

— Genial, ya la tenemos.

Nevi me sale al paso proveniente del cuarto de Nikolas. Tiene las manos manchadas de algo negro, y enseguida distingo el olor característico de la pólvora, pero no digo nada. Prefiero no saberlo.

— ¿Dónde la dejo? — pregunto.

Nevi señala al fondo de la habitación.

— Junto al microondas.

Asiento y obedezco. Cruzo la habitación pasando por delante de donde los hermanos pasan el rato. Abel parece entretenido jugando con unos hilos de la manta, pero Micah luce claramente aburrido, tumbado sobre el colchón con las manos sobre el estómago, sin otra diversión que vigilar a unos niños que, al menos hoy mismo, parecen de todo menos inquietos. Deduzco que le gustaría estar entrenando en vez de perdiendo el tiempo. Llego junto al microondas y dejo la nevera en el suelo, a su lado, tras lo cual procedo a desenrollar el cable quitando el alambre. Cassie se encuentra a pocos metros, y parece no haber reparado en mí. Es raro verla tan seria, por lo que no puedo evitar preocuparme.

— ¿Estás bien, Cassie?

Ella reacciona al oír mi voz como si estuviera ensimismada, y gira la cabeza para mirarme.

— ¿Eh? Sí...

— ¿Seguro? — insisto.

— Betty lleva en su mundo toda la mañana — me informa Nevi, agachándose a mi lado y enchufando el cable de la corriente de la nevera a un tomacorriente múltiple, el mismo al que están enchufados la radio, el microondas y la estufa. — Podrías moverte un poco. Hoy estás muy vaga, Verónica — comenta.

— Vete a la mierda — contra ataca ella, molesta y seca.

La contemplo, algo sorprendido. Desde que los conocí, Nevi lleva llamando a Cassie por cualquiera menos su verdadero nombre, y sé que a Cassie le molesta, o le molestaba... En ocasiones creo que incluso le hacía gracia. Pero, en cualquier caso, nunca se había molestado tanto como ahora, hasta el punto de insultarle. Nevi levanta los brazos.

— El aburrimiento te pone de mal humor, ya veo... — comenta.

La arruga de la frente de Cassie se intensifica hasta convertirse en un ceño fruncido, y me pregunto si habrá sucedido algo mientras hacía guardia que la haga estar tan enfadada. Cuando terminamos de conectar la nevera, entra Byron, cargando con varias bolsas de papel de supermercado, y se acerca a nosotros.

— Os dejo con esto — dice Nevi. — Tengo que volver con Nee.

Tras lo cual, se levanta.

— Ten cuidado con Gracie, hoy está de un humor de perros — le advierte a Byron mientras desaparece por el pasillo.

Cassie se gira hacia él, levantando el dedo corazón de su mano derecha, pero Nevi no llega a verlo. El que sí lo hace es Byron.

— ¿A qué viene eso? — le pregunta a la niña.

Ella no responde. Su actitud es extraña. Siempre ha sido una niña muy risueña y alegre, pero hoy... es como si fuera una persona completamente diferente. Byron deja las bolsas en el suelo y se dirige hacia mí.

— Ya me encargo yo, Caleb. Puedes descansar un poco, si quieres.

— Prefiero seguir vigilando.

— El vampiro no atacará mientras sea de día.

— Lo sé pero... prefiero tener la cabeza centrada en algo — le confieso.

Byron me mira un instante, comprendiendo.

— Está bien.

Aprieto los labios y asiento. Miro un instante a Cassie, pero esta sigue con la mirada fija en el suelo y apretando sus rodillas con sus pequeñas manos. Cualquier otro día, se hubiera despedido, o se hubiera ofrecido a hacerme compañía, pero hoy no. Está rara.

Espero que Byron logre averiguar por qué.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now