52. Toda precaución es poca I - Caleb

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Caleb - Philadelphia

Fábrica - Nov 20:45pm

— Llevan ahí dentro un buen rato... — comenta Cassie, sentada a un par de metros de mí, sobre su colchón.

Llevamos cerca de dos horas esperando en la sala principal. Byron, Nevi y Nikolas están hablando. Y gracias a Cassie, sé de qué. Ella me lo ha explicado todo, después de que Byron y Keeper salieran corriendo de aquella forma tan frenética, pistola en mano, tras aparecer en la habitación en la que había decidido recluirme para no ponerlos en peligro. Al parecer, un vampiro, aquel que mató al que Byron y Nevi andaban cazando cuando se conocieron, el mismo que vi en el improvisado laboratorio de Nikolas, el que él me obligó a oler e identificar, apareció. Pero también huyó sin que pudieran seguirlo. Y, después de eso, ambos nos ordenaron que nos quedáramos los cuatro aquí, esperando.

Todavía estoy algo nervioso de estar de nuevo en compañía de los demás. No dejo de sacarme el rostro asustado del guardia de seguridad de la cabeza. En ocasiones, se entremezcla con la ensangrentada cabeza de Chelsea sobre la alfombrilla del coche de mi padre, y hace que la respiración se me entrecorte. Doy gracias de no necesitar dormir demasiado, porque sé que tendría pesadillas todas las noches. Miro de reojo a la derecha, donde Micah y Abel esperan sentados en sus colchones, visiblemente preocupados también. Pasan la mirada del pasillo por el que se fueron los cazadores a Cassie, y de vez en cuando también a mí. No puedo culparles por sentirse inseguros, asustados o engañados. Fueron testigos del don de Cassie, y es normal que tengan preguntas.

La estufa está encendida, como cada noche, pero las luces de navidad están apagadas, por lo que solamente nos ilumina el resplandor rojizo que sale del radiador de la estufa, haciendo la estancia algo tétrica. Imagino que lo han hecho para que el vampiro piense que no hay nadie en la fábrica, aunque ya es un poco tarde para eso. Sin embargo, yo veo bien.

— ¡Arj, por Dios, que salgan ya! — se queja Cassie, rezongando y agitando los brazos.

Entiendo que esté nerviosa, como cuando esperas que el profesor te diga la nota del examen de evaluación. Es peor la espera que la noticia del suspenso. Al cabo de casi diez minutos más —en los que Cassie hace dos amagos de ir a buscarles antes de que la detenga.— Byron y Nevi aparecen por el pasillo. Sus rostros están más serios de lo normal, y eso no es bueno. Avanzan hasta nosotros, que nos levantamos y nos juntamos, y se quedan de frente, de pie, como si fueran dos instructores militares.

— Prestad atención, cadetes — dice Nevi. — Me temo que va a haber cambios en las normas de la casa.

Micah, Cassie, y yo intercambiamos la mirada. Incluso Abel levanta los ojos hacia ellos, algo temeroso.

— La visita que esperábamos se ha adelantado y no le ha hecho gracia encontrarse con tantos inquilinos, así que...

— ¿Nos vas a echar? — le interrumpe Cassie, poniendo palabras al pensamiento que nos ronda a los cuatro por la cabeza.

— Calla y escucha, Cassie — la reprende Byron.

Cassie cierra la boca y obedece.

— No — responde Nevi, para nuestra tranquilidad. — Para bien o para mal, ahora vivimos todos aquí. Pero nuestro invitado no debe saberlo.

— Es por eso que, — interviene Byron — hasta nuevo aviso, se acabó la música, la televisión, las luces, los gritos y los paseos. Os quedaréis todos aquí, y sin moveros mucho.

— O sea, que este sitio ha pasado de ser una pocilga a ser una cárcel-pocilga — traduce Cassie.

— Lo has entendido bien, Felicity.

Cassie deja escapar el aire por la boca en un gesto de molestia.

— No es un capricho — habla Byron. — Nevi, Nikolas y yo debemos asegurar la fábrica, y no podremos hacerlo si tenemos que vigilaros también a vosotros.

— Whitey — dice Nevi, — quedas ascendido a vigilante principal. Asegúrate de que Copo de Nieve y Pocahontas — Cassie suspira pacientemente — no se vayan a ninguna parte lejos de tu vista.

A mi lado, Micah asiente.

— Spike — me llama entonces Nevi, haciendo que levante la vista hacia él. — Tú serás el centinela.

Arrugo la frente y sacudo la cabeza sin entender.

— Puedes ver en la oscuridad, y nuestro invitado...

— Por favor, llámalo vampiro — pide Cassie, interrumpiéndole con voz cansina.

Byron le lanza una mirada de advertencia antes de contemplar a los albinos, pero, por la expresión de estos, parece que ya lo supieran.

— ¿Se lo has contado? — le pregunta el adulto a la niña.

— Todo — responde ella.

Esta vez es Byron el que suspira profundamente. Nevi vuelve a retomar la palabra, de nuevo dirigiéndose hacia mí.

— Los vampiros se mueven de noche, y tú ves en la oscuridad. Tampoco duermes, por lo que eres perfecto para montar guardia.

Lo sopeso. Lo cierto es que tiene mucha lógica. Pero es una gran responsabilidad, y después de lo ocurrido en el laboratorio, no sé si estoy preparado para tener tanto peso sobre mis hombros. No quiero volver a cagarla. Parece que Nevi puede leer mi rostro, porque vuelve a hablar.

— No es momento de dudar, Spike. ¿Quieres redimirte? Asegúrate de que ese chupasangres no termina tu trabajo.

Siento un escalofrío. Nevi ha metido el dedo en la llaga al recordar cómo estuve a punto de matarle. Pero tiene razón. No puedo seguir escondiéndome ni huyendo de las responsabilidades. Somos un equipo.

Asiento, decidido.

— Bien — dice Nevi, complacido. — Nikolas te hizo aprender el olor de un vampiro, así que no solo cuentas con el sentido de la vista, también el olfato.

— Pero antes, cuando apareció, no lo olí... — murmuro, recordando cuando estaba parado sobre el muro y no fui capaz de detectarlo.

— Porque no estabas atento — explica él. — La próxima vez, será diferente.

— Si lo ves aparecer — tercia Byron — no te enfrentes a él. Avísanos.

Asiento un par de veces, conforme. Sé por qué lo dice. Aparte de por el hecho de que no tendría ninguna posibilidad contra él, porque tampoco querría resultar herido y volver a transformarme, convirtiéndome yo también en un peligro para todos.

— Muy bien — termina Nevi. — Eso es todo. Descansen, cadetes.

Cassie le mira sin ganas.

— ¿Y qué vamos a hacer para pasar el rato? — les pregunta a ambos.

— No es mi problema, Rose — tercia Nevi.

Ella abre la boca en gesto de protesta, pero luego se gira hacia Byron.

— Byron... — rezonga, mezclando la queja con la súplica.

Él la contempla un instante y luego hace un gesto con la cabeza hacia su bolsa.

— Estudia.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum