50. Teoría - Nevi

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Nevi - Philadelphia

Fábrica, Nov 09:10am

No recuerdo cuando fue la última vez que tomé una ducha como tal. Hasta el momento había estado aseándome con cubos de agua a la intemperie. Y aunque el agua está igual de congelada, definitivamente es un cambio agradable el no tener el viento invernal gélido pegándome en la espalda, enfriándome el cuerpo mojado. Cuando he acabado, me seco lo mejor que puedo, pasándome las manos por el cuerpo para quitarme el exceso de agua y me estrujo el pelo sobre uno de los hombros al tiempo que voy hasta mi ropa y empiezo a vestirme rápidamente.

A salir, todo está en silencio. No hay martilleos, ni sonido de soldadoras colmando el aire. Nikolas ha de estar durmiendo para este momento.

Voy directamente hacia el exterior de la fábrica y allí está Byron todavía, aguardando como si no se hubiese movido de allí. Es obvio que hablar del vampiro es su prioridad ahora mismo. Pero hay un pequeño asunto a tratar antes.

Sin decirle nada, alcanzo lo que calculo que debió costarle la medicina de Abel del bolsillo, más un poco extra por las molestias, y se lo extiendo con una sonrisa satisfecha. 

Aquel observa el dinero en mi mano sin comprender, y hasta cierto punto algo perplejo:

—¿Y esto?

—Las cuentas claras conservan amistades —digo como toda respuesta, recostándome contra la pared a su lado para encender un cigarro cuando Byron ha tomado el dinero.

—¿De dónde lo has sacado?

—Nee me lo dio.

—¿Te lo "dio"? —repite Byron, incrédulo.— ¿A cambio de qué?

—Supongo que por mera reciprocidad. Le ayudamos a desquitarse de sus padres y ahora tiene un montón de juguetes nuevos. Aunque no es ningún tipo de ingreso seguro. Cuando se acabe tendremos que buscar otras opciones. Entre tanto... —le digo, mostrándole el dinero que queda— Podemos conseguir comida y ropa para los niños. Ya estamos metidos en esto de la paternidad hasta el fondo así que, ¿por qué no hacerlo bien?

Byron observa el dinero en sus manos un momento y después me lo da de vuelta:

—Tengo una mejor idea —declara, luciendo algo más animado que esta mañana—: ¿hay suficiente para una nevera?

—¿Una nevera? —exclamo, algo sorprendido.

—Pequeña. Piénsalo. No tendríamos que salir a comprar todos los días si contáramos con una. Hace falta. Y mantas para los niños.

Doy un par de cabeceadas, exhalando volutas de humo frente a mi rostro por la nariz:

—Bien. Sé que conseguiré algo por buen precio. Bien pensado —concedo.

Le ofrezco un cigarrillo a Byron, pero este lo rechaza con una cabeceada.

—Sobre eso... hay algo que me ha estado rondando la cabeza. Este lugar está abandonado. ¿Cómo es que tenemos energía eléctrica?

—Es robada. La fábrica está colgada de la energía eléctrica de la calle. Cortesía de Nee-

—¿Y el agua?

Me encojo de hombros:

—Ahí sí que no tengo la menor idea. Hasta donde yo sé. Como te dije, no sabe de fontanería. Así que... es posible que no sea potable. No te recomiendo beberla —añado ceñudo.

—Y me lo dices ahora —suspira Byron—. Como sea, se supone que hablaríamos de otra cosa.

—El vampiro.

—¿Con qué contamos?

—Con el factor sorpresa, supongo.

—Es probable que tenga nuestro olor y el de Cassie. Si viene por aquí, ¿no crees que sería capaz de sentirlo?

Antes de que pueda siquiera abrir la boca para responder, llega a mí un súbito recuerdo del momento en que nos percatamos de que el vampiro estaba allí. El sonido de la voz de Cassie por encima de la lluvia. 

La lluvia...

—¡Byron...! —exclamo al rememorarlo— Llovía esa tarde. Cuando atrapamos al neófito. Estaba lloviendo, ¿verdad?

Byron lo considera unos instantes y luego se gira para verme con el ceño fruncido.

—¿Crees que...?

Me aparto de la pared para empezar a caminar inquieto frente a Byron, dando vueltas, intentando hacer trabajar mi cabeza:

—Esos bastardos tiene un buen olfato, pero a juzgar por la distancia, hay una posibilidad de que no haya sido capaz de sentir nuestro olor. Al menos no con precisión. Es posible que aún contemos con eso a favor.

—¿Estás seguro?

—Es una teoría en la que quiero creer. Siendo así, solo nos quedaría que planear cómo vamos a recibir a nuestro invitado.

—Factor sorpresa, ¿eh? —masculla Byron. Seguidamente, da una cabeceada aprobatoria—. Suena como un comienzo.

—Pensaremos en algo. Lo que es seguro de momento es que irá directamente a ver a Nikolas. —Ese hecho todavía me inquieta, pero sé que Nee podrá lidiar con él como ya lo ha hecho hasta ahora—. Hablaré con él. Es posible que pueda enviarnos algún tipo de señal al móvil cuando aparezca y ganarnos algo de tiempo. Para entonces estaremos preparados. A partir de ahora tendremos que estar en alerta, sobre todo por las noches, cuando es más probable que venga.

Acabado mi cigarrillo, saco la cajetilla de mi bolsillo y se la ofrezco una vez más a Byron antes de tomar otro. Aquel niega con la cabeza, levantando una palma en alto:

—No, gracias.

—¿No fumas? —enarco una ceja.

—Lo dejé hace mucho.

Byron parece preocupado todavía y yo le observo en espera de que me diga la razón; aunque no parece que vaya a hacerlo. 

Antes de que pueda preguntar, sin embargo, se me adelanta.

—¿Crees que Nikolas aceptará ayudar? Según dio a entender, prefiere mantenerse neutral. Estaría perdiendo a un cliente si decide ponerse de nuestro lado.

Lo considero un momento.

—Lo hará —digo, no con toda la seguridad que me hubiese gustado, pero aún así, la suficiente como para sonar convincente.

Pero Byron no parece estarlo. Guarda silencio sin inferir nada más, pero sé lo que hay en su cabeza. Es evidente, y no puedo culparlo. Nee es inestable, impredecible, y puede no ser la persona más leal que he conocido, pero ahora mismo, en una situación de vida o muerte, no hay terreno neutral.

Está con nosotros o en nuestra contra, y de elegir un bando... quiero creer con todas mis fuerzas que elegirá el nuestro. El mío.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now