Capítulo 184

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CAPÍTULO 184

*narra Mendicuti*

Aina y Marta peleándose con un pastel por medio. ¿Qué significado tiene eso? Algo se traen entre manos y tengo que descubrirlo.

Mendicuti: ¿Me podéis dar una explicación?

Aina: No es nada, estaba haciendo un pastel y Marta ha venido a provocarme.

Marta: O tú has venido a provocarme a mí. Eso ya es la versión que tú decidas creer.

Mendicuti: ¿Por qué me lo estáis poniendo tan difícil?

Marta: Esa no es la pregunta. La pregunta es: ¿Por qué no paras de jugar con las dos? Estoy empezando a hartarme de este juego.

Aina: Yo estoy harta del odio que ha surgido entre nosotras. Antes éramos amigas.

Marta: Sí, Aina, no paras de echarme la culpa, pero yo no soy la única que se ha portado mal. Fuiste tú quién empezó la guerra creando el perfil falso...

Aina: ¡NO! ¡La guerra la empezaste tú liándote con el chico que me gusta!

Marta: ¡Venga ya! ¡Tuviste tu oportunidad y la desaprovechaste! Lo que dices que sientes por Marcos no es real, no te diste cuenta que lo querías hasta que él empezó a fijarse en mí. A eso le llamo yo envidia. Y no de la sana.

Mendicuti: Queréis parar de discutir ya, por favor.

Marta: No, esto ya no se puede parar...

Mendicuti: ¡Pues entonces frenadlo adrede! ¡Dejad las dos de quererme y que se acabe esto de una vez! - grito, enfurecido. Y harto. Demasiado harto.

Aina y Marta: ¡No puedo! - dicen las dos a la vez. Algo por lo que se sincronizan, ojalá no fuera por eso.

Marta: ¿Acaso no lo entiendes? Te crees que es muy sencillo. No paras de recriminarme que no te gusta mi lado oscuro, pero, permítame que te diga, que tú tampoco estás siendo muy bueno.

Mendicuti: Aina, vete.

Aina: ¿Qué?

Mendicuti: Vete, por favor. Necesito hablar con Marta.

Aina me mira decepcionada y se marcha lentamente. Sé que si llega a ser al revés, Marta no se hubiera marchado tan fácilmente. Con Aina las cosas son siempre más sencillas, pero el riesgo también me encanta...

Marta: Cómo huele a derrota...

Mendicuti: Igual la que huele a derrota eres tú.

Marta: Mira, Marcos, sé que quieres hablar conmigo porque soy la única capaz de decirte lo que pienso de esta situación. Sé que Aina nunca te lo diría porque siempre quiere quedar como una niña buena delante de ti y eso hace que yo siempre quede como la mala por decir la verdad, quizás con un toque de maldad, pero sigue siendo la verdad. A veces se me olvida por lo que estoy luchando, porque últimamente no es que tú seas muy atento conmigo y eso hace cuestionarme si todo esto vale la pena. Pero después recuerdo todos los momentos en los que me has apoyado, en los que has sido mi refugio y se me olvida. Marcos, te quiero a mi lado. Quiero que seas mi refugio hasta el fin de mis días. Quiero serlo también para ti. Pero no de esta manera.

Esa es mi Marta. La Marta de la que estoy enamorado. Sin pensar en que ayer, hace apenas veinticuatro horas, estaba besándome con Aina, beso ahora a Marta. Ella sigue el beso y me teletransporta a la noche que nos besamos por primera vez...

Marta: A eso me refiero cuando te digo que juegas con las dos. - me reprocha, tras el beso - Besas a una, besas a otra y nos creas falsas ilusiones. Creo que yo ya te lo he dejado todo bastante claro. Decídete ya o déjanos a las dos en paz. No hay más. Es lo único que te pido.

Decídete. Decídete. Ojalá fuera tan fácil hacerlo como decirlo.

Marta: Ah, y lo siento. Pero la guerra con Aina no termina aunque te haya dicho todo esto, es algo que me divierte demasiado... - añade, antes de irse. Este último comentario hace que piense en que Aina es mejor para mí, pero no puedo pasar por alto todas las verdades que acaba de soltarme Marta. No hay nadie mejor para mí, simplemente tiene que haber alguna de las dos que consiga hacerme más feliz.

Tengo la cara llena de tarta. ¿Alguien se ofrece a comerme y así desaparezco del mundo para siempre?

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora