Capítulo 124

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CAPÍTULO 124

*narra Ana*

Voy a cambiarme de ropa cuando Manuel me agarra del brazo y me besa como nunca. Ese beso hace que se despierte en mí un sentimiento de hambre, de necesidad, ese sentimiento que solo lo había experimentado una vez antes en mi vida y no precisamente con Manuel. Pero ahora no es momento de pensar en esa persona... Ahora lo único que se me viene a la cabeza es el aquí y el ahora, a la mierda la Masterclass, tengo cosas mucho mejores que hacer. Hundo mis manos en el abundante pelo de Manuel, le aparto el flequillo de la cara y lo beso sin descanso. Él me responde con mucha fuerza. Besos llenos de fuego, besos ardientes, besos pasionales, besos que te hacen desear miles más.

Bajo mis manos hasta el estómago de Manuel, las meto por debajo de su camiseta y lo acaricio suavemente. Noto que se estremece. Él hace lo mismo y puedo notar cómo acaricia esas mariposas tan características de la gente enamorada. ¿Estoy enamorada? Lo que tengo claro es que nunca había sentido nada así por un chico, ni siquiera por... Ni siquiera por Efrén. ¿Por qué no puedo dejar de pensar en él? ¿Será culpabilidad? Además, no puedo dejar de compararlos, ¿es eso malo? Me fijo en el chico que tengo delante, me fijo en su rebelde flequillo, me fijo en su vergonzosa sonrisa, me fijo en la profundidad de su mirada, me fijo en la manera que tiene de mirarme, de acariciarme, de besarme... Nunca nadie antes me había mirado así y eso hace sentirme muy afortunada. Nunca encontraré a nadie como Manuel y acabo de darme cuenta que por muchas personas que tenga para poder compararlas, él siempre ganará cualquier batalla.

Un mordisco en el lóbulo de mi oreja hace que vuelva a la realidad. Seguimos toda la mañana envueltos de besos, de nosotros, olvidándonos de todas las obligaciones, de todos los problemas y pensando solo en lo bien que nos sentimos al sentirnos el uno al otro.

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora