Capítulo 109

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CAPÍTULO 109

*narra Manuel*

Abro los ojos repentinamente, mi mano todavía está unida con la de Ana. Ella también se ha quedado dormida. La observo un buen rato, me gusta su forma de respirar, su boca entreabierta, la manera en que los ojos le palpitan. Me gusta verla tan vulnerable, tan natural. Siempre he pensado que no conoces realmente a alguien hasta que le ves dormir. El dormir representa a una persona en su propia esencia, sin ningún tipo de adorno.

Le soplo en la oreja y noto que le recorre un escalofrío, pero no se despierta. Empiezo a acariciarle los labios con mis dedos. Nada. Le perfilo las cejas con mis dedos. Como un tronco. Le doy un pequeño beso en la nariz. Ni se immuta. Le voy a dar un beso en los labios cuando unas manos me agarran el costado y empiezan a hacerme cosquillas.

Ana: ¿De pequeño no te enseñaron que hay que dejar a la gente tranquila cuando duerme? - me dice, mientras sigue haciéndome cosquillas. Intento contraatacar, pero es imposible, es imposible ganarle a Ana en una pelea de cosquillas.

Me alegra tanto tenerla a mi lado, hace que todo lo negro cambie de color.

Ana: Se te ve mucho mejor, es cierto lo de que el sueño es reparador.

Manuel: No creo que haya sido gracias al sueño. Tengo un ángel de la guarda, ¿sabes?

Ana: ¿Ah, sí? Nunca he visto a ninguno. ¿Y cómo es el tuyo?

Manuel: Es un poco raro, es un ángel de la guarda con los ojazos marrones más bonitos del mundo y complejo de Capitán Garfio.

Ana: Parece simpático, me gustaría conocerlo.

Manuel: Te lo presentaré, no te preocupes. Pero antes voy a contarte una historia de buenos días sobre un niño de flequillo rebelde. Acomódate, es un poco larga.

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora