Capítulo 171

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CAPÍTULO 171

*narra Manuel*

Hoy ha sido un día demasiado movido, por suerte Ana y yo ya estamos bien. ¡Ana y yo! ¡Ana vuelve a estar conmigo! ¿No es la vida maravillosa? Aunque por poco tiempo, no sabéis la que se avecina con la guerra de cumpleaños, Marta me ha contado ya qué va a hacer para fastidiar la idea de Aina. Me siento mal estando en medio de todo esto, no poder contarle nada a nadie, pero bueno, espero que no se les vaya mucho de las manos y que finalmente Mendi tenga la fiesta que se merece. Además, soy Martacuti, quiero que lo suyo salga bien, aunque pueda llevarme más de un problema.

Me dirijo a la sala común, hemos quedado todos, a ver si hacemos algo para celebrar que volvemos a estar juntos, en vez de lanzarnos platos a la cabeza todo el rato.

Me paro en el umbral de la puerta y diviso a Ana apoyada en la pared, hablando con Lucía. Voy directo a ella y sin importarme interrumpir, agarro a Ana por la cintura y la beso como si fuera la primera vez.

Ana: ¿Y esto? - he conseguido que Ana se sonroje, todos nos están mirando.

Manuel: Hay que vivir la vida, bacalao. Hay que vivirnos. Sin importarnos nada más que el espectacular ahora.

Ana: No te vuelvas como Sutter Keely, por favor JAJAJA.

Manuel: Uy, demasiado tarde, ya he ido a comprar el whisky y el 7UP. - bromeo y ella me saca la lengua. Me subo encima de la mesa y empiezo a gritar - NUNCA TERMINARÉ. SOY INDESTRUCTIBLE. DURARÉ FABULOSAMENTE PARA SIEMPRE. - todos me empiezan a vitorear, este es el sentimiento de piña que me gusta. Ana se sube a la mesa conmigo.

Ana: A LA MIERDA CON EL MAÑANA. A LA MIERDA CON TODOS LOS PROBLEMAS Y LAS BARRERAS. NADA IMPORTA SALVO EL ESPECTACULAR AHORA.

Todos empiezan a gritar de felicidad, alguien pone la música y cantamos a pleno pulmón, olvidándonos de las diferencias entre nosotros, de los problemas, solo disfrutando el espectacular ahora.

En medio de este barullo me siento realmente eufórico. Abrazo a Ana.

Manuel: Te quiero, bacalao.

Ana: Te quiero, Pan.

Y ya nos ves, en medio de la sala, subidos en la mesa, besándonos como si mañana fuera a acabarse el mundo. Hasta que alguien abre la puerta bruscamente y nos interrumpe. Está muy despeinado, los ojos inyectados en sangre. Para la música con un manotazo y se aproxima a la mesa donde estamos Ana y yo. Sube de un salto, aparta a Ana de mí sin piedad y me señala con su dedo, amenazadoramente.

Mauro: Tú, Peter Pan del tres al cuarto, ¿se puede saber qué le has hecho a Martina para que me deje?

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora