Capítulo 103

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CAPÍTULO 103

*narra Aina*

Me siento como nueva tras esta ducha, nunca me había sentido tan asquerosa en toda mi vida. Los chicos se han lucido.

Martina y yo seguimos vigilando a Manuel, que sigue atado y muy sucio. Ana se ha ido a cambiar y vuelve con más cuerdas, una manguera y una bolsa. Antes de que nos dé tiempo a reaccionar, enchufa el agua y moja entero a Manuel.

Ana: Una ducha no viene mal ahora, ¿verdad?

Manuel: ¡Está helada! ¡Para ya!

Ana: Seguro que no tan helada como la que nos has lanzado. - y sigue mojándolo, por todas las partes del cuerpo.

Martina: ¡Se va a resfriar!

Ana: Ya casi estoy, no tiene que quedar ningún resto de suciedad. - cuando termina, se acerca a él y le aparta el flequillo de la cara. Manuel tirita.

Manuel: Te odio. - aprieta los ojos y arruga la nariz.

Ana: No tanto como yo a ti. - y le da un beso. En verdad, me dan tanta envidia... Son perfectos, raros, pero perfectos en su rareza.

Entonces Ana coge su bolsa y empieza a sacar cosas. Primero su garfio, que se lo pone en la mano izquierda.

Martina: ¿Era necesario?

Ana: Por supuesto, tenemos que meternos en el papel. - se acerca a nosotras y nos coloca un pañuelo en la cabeza, como los piratas. Finalmente, saca el gorro de Peter Pan y se lo pone a Manu.

Ana: Y ahora empieza la temida venganza.

Nos apartamos para que Manuel no nos oiga y el Capitán Garfio nos cuenta todo el plan con lujo de detalles. Vale, es bastante surrealista, pero disponemos de todo el material para hacerlo. Solo necesitamos suerte para que no salga nada mal. Cada día alucino más con Anita Dinamita.

Empezamos a prepararlo todo, empezando por taparle los ojos a nuestro secuestrado con una venda para que no vea nada, vamos a buscar el material que nos falta, Ana nos enseña a hacer nudos. Se ve que hacer nudos es su segunda vocación, después de la cocina. Es realmente buena, tiene una soltura espectacular, sus dedos se mueven a la velocidad de un rayo. Tranquilos, ya veréis para qué son los nudos. Cuando ya está todo listo, Ana saca el último objeto de su bolsa: el móvil de Manuel. Él bufa, con los ojos ya destapados, deduciendo lo que va a pasar ahora.

Ana: Deberías cambiarte la contraseña, Pan.

Manuel: Visto lo visto, debería hacerlo.

Ana: Venid al Árbol del Ahorcado, - lee lo que está escribiendo en el grupo de los chicos - he conseguido ahuyentar a las chicas y se me ha ocurrido otra broma todavía mejor. Enviado. Los chicos sois tan primarios que seguro que en ningún momento se piensan que puede llegar a ser una trampa.

Se empieza a reír como Garfio y nosotras nos unimos a su malvada risa.

Ana: ¡A sus posiciones!

Cogemos a Manuel y a la silla y lo escondemos, tapándole la boca para que no pueda emitir ningún sonido que nos delate. Nosotras nos ocultamos detrás de los árboles. Pasan unos cuantos minutos... Y, efectivamente, aparecen los chicos. Pobrecitos, ya me estoy compadeciendo de ellos.

Guillermo: ¿MANUEL?

Mauro: Seguro que está encima del Árbol del Ahorcado, vamos a ver.

Justo cuando pisan el suelo que rodea al árbol, salen los tres volando hacia arriba, sujetos con una cuerda en el pie, quedándose así colgados boca abajo en el árbol. Exacto, ¡trampas de lazo! Ana es experta en eso, me pregunto en qué otros momentos de su vida las habrá usado.

Salimos de nuestro escondite, con nuestro grito de guerra y los chicos se asustan al vernos. Empiezo a reírme, a reírme tanto como nunca lo había hecho, al ver esa cómica imagen, los tres colgados del árbol. Necesito inmortalizar este momento. Saco la cámara y estoy a punto de hacer la foto pero Ana me frena.

Ana: Espera, falta alguien. - va a buscar a Manuel, todavía atado en la silla y lo coloca debajo de sus tres amigos.

Martina: Una sonrisitaaaaaa. - los vacila.

Clic. Foto hecha. A Peter Pan y los niños perdidos en graves apuros.

Después de eso, entre las tres, vamos liberando uno a uno de la trampa, costosamente, porque se resisten mucho, y conseguimos atarlos con cuerdas a los tres en el tronco del Árbol del Ahorcado. Empiezan a forcejear.

Aina: No os molestéis, Ana se ha encargado de que no podáis salir de aquí.

Mauro: Manu, la próxima vez te buscas una novia menos psicópata.

Manuel, todavía atado en su silla, intenta decir algo, pero nadie le entiende, ya que todavía lleva una cuerda en la boca.

Martina: Y ahora... ¡El remate final!

Víctor: ¿No habéis tenido suficiente ya?

Ana: En una venganza nunca es suficiente.

Sacamos los rotuladores permanentes y empezamos a divertirnos. Les decoramos la cara con todo tipo de dibujos, de palabras... Mauro luce un gran "MARTINA, ERES LA MEJOR" en la frente, Víctor está lleno de "MARTA" por todos lados y Guillermo de "TERESA", Manuel lleva escrito bien grande "SOY UN BACALAO".

Ana: Creo que sigue siendo insuficiente.

Martina: ¡Pintémosles el pecho!

Les sacamos las camisetas como podemos y seguimos dibujando.

Ana: No te puedes quejar. - le dice a Manuel, que tiene el pecho repleto de hechizos de Harry Potter, de símbolos de Las Reliquias de la Muerte, de sinsajos, de tridentes... También lleva pintadas unas gafas redondas y una cicatriz en la frente.

Cuando ya no nos queda más piel por pintar, los volvemos a fotografiar.

Ana: Creo que ya hemos terminado, ¿no?

Aina: Me duelen las manos de tanto dibujar.

Martina: Nos merecemos un buen descanso.

Les decimos adiós con la mano y nos vamos alejando.

Mauro: Eh, ¡chicas! ¡Que seguimos aquí! ¿Dónde vais? MARTINAAAAA, TEN CONSIDERACIÓN CON TU NOVIO.

Martina se acerca.

Martina: Es verdad, se me había olvidado el beso de buenas noches. - lo besa, le guiña el ojo y se marcha, ante la mirada atónita de su novio.

Guillermo: ¿En serio nos vais a dejar aquí toda la noche?

Les hacemos caso omiso y nos largamos, riendo a carcajadas, habiendo pasado uno de los mejores momentos de toda mi vida.

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora