Capítulo 150

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CAPÍTULO 150

*narra Ana*

Mauro: ¡El mejor plato, tío! - vitorea a Manuel - Y tú el segundo, cariño. - le dice a Martina - ¡Sois unos cracks!

Estoy realmente jodida. ¿Por qué habré montado tan mal la nata? ¿Por qué no habré puesto más amor en hacer el milhojas? Pero tengo que ser fuerte, no está todo perdido, ¿no?

Ana: Eres el mejor, bacalao. - y le doy un largo beso. No quiero que llegue el momento de empezar la prueba de eliminación, quiero que este descanso entre prueba y prueba sea eterno.

Manuel: Y ahora la que hará el mejor plato serás tú. Anael hoy en el top de los mejores platos.

Ana: Tonto... Anael... JAJAJA. - me río, se me hace rarísimo lo de Anael. - Seguro que me observas desde la galería.

Manuel: Pues voy a saltar de ella para ayudarte.

Ana: Ojalá pudieras...

Manuel: Venga, va, respira hondo, saca toda tu mala leche y a darlo todo. Yo sé que puedes. Te quiero.

Ana: Te quiero.

*narra Manuel*

Estoy temiendo el momento de la valoración del plato de Ana. Desde la galería la he visto apagada. No he notado la soltura que tiene siempre en hacer las cosas. Me estoy esperando lo peor, pero la esperanza es lo último que se pierde.

Hechas todas las valoraciones, los jueces se van a deliberar. Estoy temblando, la valoración de Ana no ha sido de las mejores. Ella me mira desde abajo y me obligo a mostrarme sereno, le subo los pulgares, ella me mira dubitativa.

Manuel: Que sí, que lo has hecho genial. - pero ella está al borde de las lágrimas y yo también. Intento taparme los ojos con el flequillo.

Los jueces se acercan. Llegó la hora. Le cojo la mano fuertemente a Martina, no puedo soportar esta tensión. Antes prefiero tirarme por un precipicio que escuchar las temidas palabras. Creo que este momento es peor que cuando mis padres nos dijeron que se iban a separar...

Vacío. Ahora sí que me siento vacío. Ana se marcha. Ana ha sido eliminada. Ana está llorando. Manuel se tapa los ojos con las manos, frenando las indetenibles lágrimas. Manuel no sabe dónde se encuentra. A Manuel le están acuchillando todas las partes de su cuerpo. Manuel no puede moverse, la tristeza no deja que mueva un solo músculo. Manuel ya nunca más va a poder ser Peter Pan, siempre le va a faltar Garfio para meterse en sus planes.

Os voy a regalar una cita del gran Albert Espinosa: "Siempre he creído que una persona que no permite que vean sus ojos siente mucho placer o mucho dolor... Y es que cuando los cierras completamente, solo puede significar que estás en tu propio mundo... Y los mundos propios suelen ser tan personales que necesitas que el exterior no te salpique..."

A mí nunca me ha gustado enseñar mis ojos, entenderéis ahora el porqué de mi frondoso pelo. Siempre he vivido en mi mundo propio, sin interferencias de ningún tipo. En este momento de absoluto dolor, cierro los ojos y no logro mantenerme en él, el mundo exterior y el interior se han mezclado. Me he dado cuenta que en mi mundo propio está Ana, ella se ha convertido en mi principal interferencia, ha enriquecido mi mundo interior y ha llenado mi mundo exterior. ¿Cómo va a seguir siendo mi interferencia si ahora se marcha de mi mundo exterior?

Por fin mis músculos han decidido reaccionar, bajo las escaleras corriendo, sin importar que me tropiece, solo quiero llegar a Ana. Corro a ella y nos fundimos en un sentido abrazo, repleto de nuestras amargas lágrimas.

Manuel: Siempre vas a estar en mi mundo propio... - le susurro, apretándola más fuerte.

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora