Capítulo 84

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CAPÍTULO 84

*narra Ana*

Observo cómo Manuel se sube en la atracción de los columpios giratorios. No sabéis cuánto me gustaría estar ahí, disfrutar con él todo lo que me estoy perdiendo. Me duele tanto nuestra actual situación que se me escapan las lágrimas mientras pienso en él. No puedo seguir mirándolo, así que me voy a dar un paseo, hasta que me topo con un pequeño parque adornado con dos bonitos columpios.

*narra Manuel*

Esta atracción es lo más. La sensación de estar columpiándote pero multiplicada por mil. Mi felicidad hubiese sido absoluta si Ana hubiese estado a mi lado. Cuando ya hemos bajado, me despido de Mauro y Mendi y para distraerme cojo mi móvil y abro la aplicación de Pokémon GO. Mi tarde se va a basar en cazar pokémons. Cuando ya llevo un rato perdido por Disneyland, he cazado siete pokémons, he visitado ocho puntos de interés y he acumulado un kilómetro en la incubación de mi huevo me encuentro con un nuevo pokémon, mucho más especial que todos los demás, meciéndose en un bonito columpio.

Manuel: Menudo pokémon acabo de encontrar. - le digo, alzando la voz para que me oiga. Ella levanta su cabeza y me mira, sorprendida.

Ana: ¿Ah sí? ¿Y cómo es ese pokémon? - pregunta, todavía columpiándose y yo observándola desde una distancia prudente.

Manuel: Pues verás. - cojo aire - Es un pokémon de fuego, ya que tiene un genio que no se le puede controlar y tiende a comportarse como una idiota, pero que a la vez ese fuego ilumina su personalidad. Su hábitat natural son los columpios y las cocinas. Su gran cualidad es que es divertida hasta decir basta, su sonrisa te alegra el día. Tiene ventajas en los ataques de cosquillas, ya que es la mejor encontrando los puntos débiles de los demás. Su gran desventaja son los celos, eso puede hacer que pierda una batalla muy importante. Es capaz de sacar lo mejor y lo peor de mí. Y yo nunca voy a poder ser inmune ante su mirada, eso me va a hacer perder cualquier pelea contra ella.

Ana se baja de golpe del columpio y corre hacia mí. Su reacción me tiene confundido hasta que me rodea el cuello con sus brazos y recibo el beso más dulce de toda mi vida. Le rodeo la cadera con los míos y no le devuelvo uno, sino que le devuelvo los mil besos que nos debemos por lo idiotas que hemos sido.

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora