—Yo... No seguí estudiando porque dejé mi casa. No volví a saber nada de mi mamá, cambié mi teléfono y me vine a Doncaster con Jenn. Pensé que podría entrar a la universidad, pero mi sueldo no era suficiente, y los gastos del apartamento se llevaban todo, no me quedaba dinero para pagar la inscripción. —Louis escucha con atención—. Después decidí inscribirme en una academia... —Se queda callado antes de decir algo de lo que pueda arrepentirse.

—¿Una academia de qué? —Pregunta curioso.

—Una academia de artes culinarias. —Miente—. Me gusta cocinar. —Louis sonríe.

—Deberías enseñarme algo de arte culinaria, soy un desastre en la cocina. —Harry suelta una risita, antes de cubrirse la boca.

—Sí, podría enseñarte algo de lo que sé. —Acepta.

En realidad a Harry sí le gusta cocinar, sabe hacer algunas recetas que aprendió de su padre cuando era niño, y otras recetas que aprendió viendo el programa de MasterChef, pero definitivamente nunca ha estudiado artes culinarias. Aunque esa es la carrera que desea estudiar algún día en la universidad.

—¿Todavía vas a esa academia? —Harry asiente.

—Voy todos los días a las 9:00 am. —Explica, jugando con un mechón de su cabello. Suele hacer eso cuando está mintiendo.

—Ah, por esa razón te escapaste esta mañana. —Louis se cruza de brazos—. Pudiste habérmelo dicho.

—Sí, lo siento. Siento haber escapado de esa forma, estaba muy distraído con tu clase de Física cuántica y olvidé ver el reloj.

—¿Llegaste tarde a tu academia? —Pregunta con una pizca de preocupación.

—Sí, pero no pasa nada, expliqué lo que sucedió. También me compré algo con el dinero que me diste. —Sonríe mostrando sus adorables hoyuelos al recordar las lindas zapatillas plateadas que compró.

—Me alegro mucho. —Sonríe igualmente, encantado con esos hoyuelos—. ¿Cuántos trabajos has tenido, Harry? —Sigue indagando.

—Ufff he tenido muchísimos. —Responde tomando el atrevimiento de sentarse en la cama de Louis. El castaño está complacido, sin embargo.

—Cuéntame. —Lo anima.

—He trabajado en cafeterías, librerías, pastelerías, panaderías, restaurantes, tiendas de ropa, tiendas de accesorios, zapaterías, y finalmente, de mucamo. —Cuenta sus dedos mientras nombra cada uno. Louis abre la boca con sorpresa.

—Vaya, eso sí que es mucho. Yo aún no he tenido mi primer empleo. —La risa de Harry llena el espacio. Louis lo contempla hasta que deja de reír.

—Pues sí. Pero no creas que trabajé en cada uno de esos trabajos por más de dos semanas. En algunos ni siquiera llegué a la segunda semana. —Comenta con diversión.

—Espero que puedas quedarte por más tiempo que eso. —Dice Louis, dejando de bromear. Harry se sonroja.

—Oh, sí, yo también lo espero. De hecho, ésta es mi tercera semana, y todavía no quiero irme. —Responde honestamente.

—Eso es reconfortante. Nadie quiere que te vayas. Si alguna vez quieres irte por alguna razón, puedes hablar conmigo para solucionarlo. —Harry mira los ojos azules de Louis fijamente, y jura que no ha visto algo más lindo en su vida.

—Gracias Louis. —Dice finalmente, cortando el contacto visual porque definitivamente esa mirada no fue amistosa. Estaba perdido en sus ojos sin poder evitarlo.

—No hay problema. Todas las mucamas de esta casa también nos dejaron antes de llegar a la cuarta semana, algunas se fueron antes. Mi mamá odia perder a sus mucamas y tener que buscar otra, es agobiante. Hemos tenido por lo menos veinticuatro mucamas en dos años. —Harry abre los ojos como platos.

Houseboy 🍭 Larry AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora