Detrás de las Cámaras | Caché...

By DaiVillarroel

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Daniela Calle y Maria José Garzón empiezan una amistad a través del concierto de Justin Bieber, sus caminos s... More

Capítulo 1: ¿Quiénes somos?
Capítulo 2 - El Concierto
Capítulo 3: Misi y "Los Pollitos"
Capítulo 4 - Mario y los celos de Poché
Capítulo 5 - La verdad de Daniela Calle
Capítulo 6 - ¿Qué sientes, María José?
Capítulo 7 - Serendipia
Capítulo 8 - Cartagena
Capítulo 9 - El inicio en YouTube
Capítulo 10 - Solo te quiero a ti.
Capítulo 11 - El primer video
Capítulo 12 - Un pug llamado Ramón
Capítulo 13 - Cumpleaños de Daniela Calle
Capítulo 14 - Calle di que sí
Capítulo 15 - La primera vez
Capítulo 16 - ¡Eres increíble, Juan!
Capítulo 17 - Papá, Vale... Tengo algo que decirles
Capítulo 18 - Una ducha gloriosa
Capítulo 19 - ¿Qué es "Caché"?
Capítulo 20 - La presentación de Alexa
Capítulo 21 - En blanco.
Capítulo 22 - ¿Me perdonas?
Capítulo 23 - ¿Pitufo sexy o gruñón?
Capítulo 24 - Valentina... ¿Calle?
Capítulo 25 - Te necesito
Capítulo 26 - Inauguración
Capítulo 27 - Explicación
Capítulo 28 - 101 razones
Capítulo 29 - ¡Suéltame!
Capítulo 30 - Street Company
Capítulo 31 - Hola, Los Ángeles
Capítulo 32 - Toronto
Capítulo 33 - Rogers Centre
Capítulo 34 - ¿Laura, eres tú?
Capítulo 35 - Orgasmos en la oficina
Capítulo 36 - Eres tú
Capítulo 37 - Recuerdos
Capítulo 38 - Anzuelo
Capítulo 39 - Acosador
Capítulo 40 - Flounder
Capítulo 41 - Novatada
Capítulo 42 - Staples Center
Capítulo 43 - Pollos al rescate
Capítulo 44 - Estoy aquí
Capítulo 45 - Investigaciones
Capítulo 46 - Tattooed Heart
Capítulo 47 - Con las ganas
Capítulo 48 - Overprotected en la cocina
Capítulo 49 - Nuevamente tuya
Capítulo 50 - Cambio de planes
Capítulo 51 - Próximamente
Capítulo 52 - Puntos de vista
Capítulo 53 - Visita inesperada
Capítulo 54 - Alfombra
Capítulo 55 - ¿Aceptas?
Capítulo 56 - Miedos
Capítulo 57 - Murió
Capítulo 58 - Pesadilla
Capítulo 59 - Nada es lo que parece
Capítulo 60 - Rosa, sofá
Capítulo 61 - Un millón de años atrás
Capítulo 62 - Calmantes
Capítulo 63 - Tortura
NO ES CAPÍTULO
Capítulo 65 - Final
AGRADECIMIENTOS:
Nuevo Fanfic

Capítulo 64 - Rastro

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By DaiVillarroel

En algún lugar de Estados Unidos

Una situación irreal.

Compleja.

Valentina no podía sostenerse sobre sus propios pies. La tortura a la cual estaba siendo sometida fue tan brutal que no podía sentir sus extremidades. La piel le ardía y el dolor punzante que palpitaba en carne viva estaba siendo una extensión del horror vivido las últimas horas.

Pero algo en su subconsciente.

Algo muy muy lejano.

Aquella voz que se le repetía una y otra vez en la cabeza.

La voz de Juan Carlos.

Lucha, mi bebé. Pelea con todas tus fuerzas.

— ¡Valentina! ¡Valentina, reacciona! –pedía con desesperación aquella voz que quería sacarla del trance en el cual estaba sumergida —Vale no tenemos tiempo, por favor ¡ayúdame, tienes que levantarte!

Haciendo el máximo de todos sus esfuerzos logró enfocar la poca energía que le quedaba en visualizar el rostro de esa voz.

Abría y cerraba los ojos con pesadez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Los cerró con fuerza y respiró profundamente.

— ¡Vale, tenemos que irnos! ¡Por favor!

Soltó el aire buscando regular su propia respiración.

Los latidos de su corazón.

Calmar aquel tormentoso dolor.

Y los abrió.

— ... -quería vocalizar, pero la garganta le ardía, se la aclaró y lo intentó —¿L-lau?


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Mansión de Daniela Calle – Sala de investigación

Hiro y Mauricio llevaban más de 36 horas despiertos, habían tomado esporádicas siestas para descansar levemente los ojos, pero no eran más de 1 hora. Sabían que no tenían tiempo, que Valentina y Laura dependían de todo lo que hicieran ellos junto a su equipo de trabajo y la policía.

De más está decir que habían revisado cada lugar en Los Ángeles, al menos, gran parte. Había sitios que estaban siendo difíciles de investigar. Así que Hiro, trató de rastrear a Nicolás por otro lado. Por el lado cibernético, él sabía que en algún punto tuvo que haber cometido un error y justo allí es que lo iba a atrapar.

— ¡José! ¡Dios santo! ¡Deja de hacer eso y ponte a trabajar! –le gritó Mauricio a uno de los técnicos que se estaba tomando un café. El joven informático acató la orden y regresó rápidamente a su puesto.

Mauricio, un hombre que acostumbraba a vestir de punta en blanco, ahora se encontraba totalmente desaliñado, su cabello sin peinar y con ojeras más que marcadas.

— Dime por favor que tenemos algo, Hiro –pidió esperanzado una vez que se sentó al lado de su amigo, estaba regresando de una de las pequeñas siestas.

— ¿Recuerdas cuando Calle salió corriendo detrás Nicolás en el funeral del señor Juan Carlos? –preguntó retóricamente Hiro mientras tecleaba en la computadora —yo sabía que algo tenía que haber allí porque según lo que se investigó, Nicolás tenía planeado trasladar el cuerpo, pero cambió sus planes y decidió entrar. Así que seguí esa pista y me llevó hasta la persona que se encontraba con él. –soltó dejando a Mauricio con la mandíbula desencajada.

— ¿¡QUÉ!? –gritó levantándose de la silla.

— ¡Shhh! ¡Baja la voz! ¿quieres? –se encimó sobre su amigo tratando de disimular entre sus compañeros.

— ¿Cómo quieres que baje la voz? –preguntó entre susurros mirando a todos lados —Estamos hablando que diste con ese cómplice que tanto ha buscado la policía.

Hiro miraba nervioso a todos lados, cerciorándose que nadie pudiera estar escuchando.

— Porque ese cómplice se encuentra en la casa. –respondió y Mauricio sintió que le estaba faltando el aire.

Hiro iba a volver a hablar, pero vio entrar a Daniela, que iba de la mano con Poché.

Se levantó tratando de actuar lo más natural posible y le hizo señas a Mauricio para que guardara la compostura y siguiera su juego.

Se acercó hasta la empresaria que lo veía algo confundida. Pero siguió su camino dejando a ambas mujeres con el ceño fruncido.

Tecleo algo rápido en su celular y lo guardó rápidamente en su bolsillo.


-----------------------------------------------

Pov Calle

— ¿Qué fue eso? –me preguntó Poché.

— No l...-la vibración en mi bolsillo trasero me interrumpió.

Mensaje de Hiro

Ve a tu habitación.

No sabía que le ocurría a Hiro ni porque Mauricio lo estaba acompañando. Se suponía que debían estar trabajando en buscar al maldito de Nicolás.

— ¿Calle? – la voz de Poché me saco de mis pensamientos y la miré. —¿Ocurre algo? –preguntó algo nerviosa.

— No...no lo sé, amor. Pero voy a subir a la habitación un momento. Si quieres ve con los chicos y yo vuelvo en un minuto ¿sí? -me acerqué, tomé su rostro entre mis manos y le dejé un beso en su frente.

— Amor, no tardes por favor. –me pidió en un suave susurro, me alejé un poco para poder verle los ojos y le sonreí.

— Te amo, ya vuelvo.

Y dicho eso la solté y encaminé mis pasos hasta mi habitación, era extraño el comportamiento de mis amigos así que caminé lo más rápido que pude.

Estaba por subir las escaleras cuando la voz de Mike me detuvo.

— Señora ¿se le ofrece algo?

Me limité a negar con la cabeza y seguí mi camino.

Al llegar a mi habitación mis dos amigos estaban esperándome y según su comportamiento demostraban lo ansiosos que estaban.

— Y bien... ¿qué ocurre, Hiro? –pregunté mientras me cruzaba de brazos y recostaba mi cuerpo en la pared, no quería admitirlo, pero toda esta situación me tenía completamente agotada.

— Dani... –respondió con un tono de voz algo tembloroso, suspiré y traté de relajar mis facciones para que se sintiese más tranquilo.

— Solo dime, Hiro. O tú Mauricio –enfoqué mi mirada en él —cualquiera, solo díganme qué es lo que ocurre.

— Calle –esta vez intentaba Mauricio —Sabes que hemos estado investigando absolutamente todas las pistas que hemos podido, incluso las que no parecen ser pistas. Y bueno... -se pasó la mano por detrás de la nuca —Hiro... él descubrió quién es el que manejaba aquel día cuando saliste persiguiendo a Nicolás. –abrí mis ojos hasta más no poder.

— ¡¿QUÉE?! –me acerqué rápidamente hasta Hiro y lo encaré —Manejas esa información y hasta ahora me la dices. –reproché

— ¡Calle, cálmate! Hiro quería estar seguro, no quería dar pasos en fal...

— ¡Podrías dejar de responder por él! – grité alterada —Dime de una maldita vez quien es ese jodido cómplice.

— Es más complicado de lo que imaginas, Calle –habló Hiro —el hombre tras el volante es el hermano de una persona muy cercana a ti. –yo estaba totalmente atónita por todo lo que estaba escuchando —Bien... -suspiró —seguí investigando y me di cuenta que todo este tiempo, Nicolás sabía exactamente como despistarnos porque tenía un soplón aquí que le indicaba cada paso que nosotros dábamos para acercarnos. Por eso cuando investigábamos lugares o rastreábamos direcciones IP él estaba un paso adelante.

— Por el amor de Dios Hiro, solo dilo. –pedí con la cabeza a punto de explotar.

— Es Mike. –soltó Mauricio y yo me quede paralizada.

¡¿Mike?! Dios mío aquello no podía ser cierto, una persona de mi entera confianza, a quién le designe la vigilancia de mis seres queridos.

Todo en mi cabeza dio vueltas.

Todo en mi cabeza comenzó a tener sentido.

Esos mínimos detalles que simplemente ignoraba como Mike pendiente exageradamente de la investigación, como era él quien siempre tenía la primera noticia. Miradas extrañas que pasaban desapercibidas.

Pero... ¿Por qué? ¿Por qué Mike me traicionaría de esa manera?

Un balde de agua fría cayó sobre mí cuando me di cuenta que el accidente de Juan Carlos en realidad, fue muy sospechoso. ¿Cómo Nicolás iba a tener acceso a mis vehículos? Si apenas cualquiera podía acercarse a nosotros. Claro... para poder sabotear algún auto, tendría que ser una persona desde adentro.

Una persona que no estuviese vigilada.

Una persona que fuese quien manejase mi vigilancia.

Maldita sea.

Todo el tiempo estuvo en mis narices.

— ¿Calle? –la voz de Mauricio rebotaba en mis oídos —¡Dios, Daniela, reacciona! –su mano en mi mejilla dándome un ligero golpe fue lo que me sacó del trance.

— ¿Ah? ¿Qué? ¿dónde está? –pregunté —¿Dónde está ese maldito bastardo? –mis dientes apretados, mi mandíbula tensa y mis cejas casi juntas seguro daba el aspecto del cabreo que estaba sintiendo, por las expresiones asustadizas de Hiro, seguro yo me había convertido en su peor pesadilla.

— Estaba abajo, te dije que subieras por-porque precisamente él-él estaba allí –tartamudeaba Hiro —¡Demonios, Calle! Das un maldito susto con esa cara de enojada.

Sin esperar palabra corrí prácticamente hasta la sala. Mis pasos bajando la escalera se escuchaban con diez caballos galopando.

Mi desesperación.

El maldito enojo.

Y la ganas de matar a ese hijo de puta me estaban corriendo por toda la sangre del cuerpo.

— ¡CALLE! –Mauricio me detuvo por el brazo y casi me estampó en la pared tapándome la boca —tienes que calmarte, joder. –murmuraba mirando a todos lados —no podemos ponerlo sobre aviso. Él debe saber el escondite de Nicolás así que podríamos seguirlo o averiguarlo de cualquier forma, pero si lo encaras ya entonces podríamos perder cualquier esperanza de recuperar a Laura y Valentina.

Yo no quería escuchar.

No quería entender.

Pero él tenía razón.

¡Maldición! Tenía toda la razón.

Como pude me calme y le hice señas que ya me soltara.

— ¿No harás ninguna estupidez? –preguntó Mauricio aflojando el agarre y quitando su mano de mi boca.

— Ya suéltame, no haré nada. –dije —Por ahora.

— Solo actúa normal ¿quieres? Hasta que Hiro pueda descubrir algo más que nos lleve hasta Nicolás.

— Bien. –acepté a regañadientes.

Acomodé mi ropa y sequé el sudor producto a la carrera que di.

Respiré y me encaminé "tranquilamente" a la sala, seguida de cerca por mis dos amigos.

Busqué disimuladamente con la mirada por toda la habitación, pero no di con Mike.

— Juana... -llamé a mi amiga que estaba sentada con Juan Pablo y Lucía —¿Has visto a Mike?

— Ah sí... estaba hace un rato por aquí, pero le dijo a Poché que tú le habías dicho que la moverían de lugar por su seguridad, así que salió con ella.

Me sentía mareada.

— ¿Qué? –logré decir.

— ¿Acaso ya no estamos seguros aquí, Calle? –escuché que preguntaba Lucía mientras se acercaba a mí.

— Dani, tenemos que irnos. –dijo Mauricio sosteniéndome.

Pero yo no estaba realmente pendiente de nada allí. No era consciente.

El cómplice del puto acosador tenía ahora a Poché.

Y yo no tenía ni una maldita idea donde podría haberla llevado.


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En algún lugar de Estados Unidos

Los pasos apresurados se incrementaban a medida que avanzaban por aquel desolado lugar, parecía un maldito laberinto donde ambas mujeres eran los ratones de laboratorio.

Valentina apenas y podía sostenerse sobre sus pies, todo su cuerpo no era más que una visible prueba de todo el infierno por el que tuvo que pasar. Laura por su parte, no se quedaba atrás.

Nicolás luego de haberle disparado se la llevó y curó su herida. Herida que él sabía perfectamente no había comprometido ningún órgano de importancia.

Laura pensaba que eso era todo, que luego la dejaría ir. Pero lejos estuvo de aquella fantasía. Al igual que Valentina, fue objeto de tortura y no fue sino hasta que tuvo un mínimo chance que se zafó de las cuerdas en sus manos y logró llegar a tropezones hasta el cuarto donde estaba Vale.

Sin embargo, la poca energía que quedaba en ambos cuerpos ya estaba a punto de agotarse, se sentían mareadas, temblorosas.

— Va-vale, por favor, no pares. Tie-tienes que ayudarme. –pedía entre jadeos Laura, el peso muerto de Valentina se estaba haciendo presente y eso solo significaba que la pequeña Garzón ya estaba cediendo.

No saben cuánto tiempo estuvieron corriendo por todo aquel lugar, tampoco si Nicolás ya se había recuperado y estaba tras sus pasos, pero Villa llegó hasta una puerta que dejaba ver por la rendija un poco de luz, supuso que era luz natural, por lo que sin perder tiempo la abrió.

No se sabe quién tenía los ojos más abiertos en aquel momento.

Si Laura, Mike o Poché al ver a su hermana convaleciente y a una Laura totalmente diferente.

— Pero... ¿Qué mierda? –se escuchó a Mike.

— ¡DIOS MIO! –gritó Poché y se adelantó a Mike para abrazar a las mujeres que tanto habían buscado. —¿qué hacen aquí? Este lugar... -miró a Mike —este sitio es de Calle. ¿Cómo es que ustedes están aquí?

— Poché tenemos que entrar –dijo Mike mientras la arrastra.

— ¡¡No!! –contestó Laura —Poc-poché él-él acosador... él...él... tenemos que irnos –los ojos llorosos y la expresión de terror en el rostro de Laura solo le hicieron entender a Poché que nada iba bien.

— Tenemos que ir con Calle, Mike. ¡Llámala! –exigió mirando al guardaespaldas mientras sostenía a Laura y Valentina —Dios mío, hermanita... ¿qué te han hecho? –susurró con dolor dándole un beso en la cabeza. —¡Rápido, Mike! –repitió.

— Creo que eso no se va a poder, María José. –dijo una voz detrás de ellos.

Voz que Laura reconocía perfectamente y que seguramente Valentina si no hubiese estado inconsciente, también reconocería.

— ¿Qué es todo esto? –preguntó Poché —Mike... ¿qué carajos está pasando?

— Ya cumplí con mi parte del trato. –dijo ignorando por completo a la peliazul —ahora tienes que cumplir y dejar libre a mi esposa y mi hija.


-----------------------------------------

En las afueras de Los Ángeles

Pov Calle

No podía con toda la situación, creía que en cualquier momento me iba a sobrepasar y yo simplemente caería.

Todo parecía surreal, era imposible que mi vida y la vida de Poché se nos hubiera convertido en esto.

— Ya llegamos, Dani –escuché decir a Mauricio.

Como pude baje de la camioneta para encontrarme con un galpón abandonado.

¿Cómo es que todo el tiempo estuvo tan cerca y no nos dimos cuenta? ¡Estaba a unos putos minutos de mi casa!

— Toma –llegó Mauricio a mi lado y me dio un arma —es por si acaso. –termino de decir al ver mi rostro. —Hiro también tiene una, la policía ya está de camino, podríamos espe...

— Ni se te ocurra decir eso. Vamos.

Trataba de recordar las clases de manejo de armas que tuve en algún momento con el propio Mauricio, rogaba que no se me hubiera olvidado nada.

Sentí mi corazón detenerse cuando vi el auto que manejaba Mike con las puertas abiertas, me acerqué y toda la sangre que había solo me hizo querer vomitar, Hiro llegó y me sostuvo.

— ¿Qué...qué es...? –balbuceé aun mirando aquel rojo intenso.

— Hay que seguir –dijo Mauricio.

Como pude y tratando de no pensar en lo peor seguimos el camino hasta llegar a lo que parecía ser la entrada del galpón.

Me alarme casi al instante por... no sé cuanta vez ya, porque vi aún más sangre. Era un enorme rastro que llevaba hasta el interior.

— Calle, deberíamos esperar por la policía. Ya deben de estar aquí en cualquier momento. –sugirió nervioso Hiro.

Consideré por un instante todas las posibilidades, lleve mi mano hasta mi sien para masajearla, aunque era un poco difícil porque lo estaba haciendo con la mano con la que tenía el arma.

Respiré buscando calmar mis pensamientos que iban a mil por hora.

— Escuchen –los observé con calma —Poché, Villa y Vale están allí con un par de locos que la verdad... -tragué en seco —No sé qué puedan ser capaces de hacer, no puedo esperar. Pero ustedes se pueden quedar aquí y esperar por la policía, no importa.

Y así, sin esperar respuesta me adentré a lo que sería la peor de mis pesadillas.


------------------------------------------

Pov Narrador

Daniela Calle, aquella niña golfista que conoció un día a la que sería su mejor amiga y el amor de su vida, María José Garzón, caminaba a paso lento pero muy firme por los pasillos oscuros de aquel galpón.

En su cabeza no podía concebir la idea de estar otro minuto sin Poché, y se culpaba por no haberla protegido lo suficiente, por haberla dejado a la vista del depredador convirtiéndola en una presa fácil.

El sonido apresurado de los latidos de su corazón, sumados a las pisadas era lo único que se escuchaba.

Llevaba el arma siempre al frente, cargada y lista para disparar en cualquier momento.

Al llegar a una de las esquinas de aquellos pasillos pudo divisar el producto de donde venía tanta sangre.

Mike tenía disparos por toda la cara, había quedado casi irreconocible.

Llevo su propia mano hasta la boca por la impresión. A pesar de todo el mal que provocó, ese final no se lo merecía nadie.

Conteniendo la respiración se acercó al cuerpo y lo registró para verificar si había algún tipo de pista que le dijeran donde estaban las mujeres desaparecidas.

Nada.

Se levantó, pero escuchó las pisadas de alguien acercándose. Se escondió como pudo en una de las zonas oscuras, esperando que fuese Nicolás para darle un solo disparo en la cabeza y acabar con toda aquella jodida pesadilla.

Al cabo de unos segundos pudo divisar el dorado de las placas, eran los policías. Salió de su escondite y se acercó a ellos.

— ¡Dios! –dijo casi soltando todo el aire y sorprendiendo a los hombres —Gracias que están aquí, debemos buscar a Nicolás.

Los hombres se miraron por unos segundos y luego asintieron un par de veces.

— Sí, sí. Por supuesto, señora. Acompáñenos. –pidió uno de ellos y reanudó su caminar.

Caminaron por unos diez minutos más, sin embargo, algo no se sentía bien para Daniela. Aquellos uniformados no llevaban sus armas en las manos como ella lo hacía. Y caminaban como si...

Como si conocieran el lugar.

Se detuvo en seco cuando se dio cuenta que aquellos no eran policías.

Pero fue en vano, ya uno de ellos la tenía sujeta de ambos brazos.

Y usando la fuerza la llevó hasta una de las habitaciones, la misma donde se encontraban las mujeres que tanto buscaba, estaban las tres abrazándose entre ellas.

Valentina desnuda y totalmente golpeada.

Villa pálida y con una gran mancha de sangre en su abdomen.

Y Poché... su Poché, el amor de su vida, la mujer de su vida, casi inconsciente con la cara hinchada.

— ¡Dios mío! –gritó de dolor ante aquella imagen.

Las tres mujeres como pudieron y reuniendo toda la fuerza que quedaba en sus cuerpos, levantaron su mirada.

— Ca-Calle –logró balbucear Poché.

Daniela fue tirada para juntarse con las mujeres y casi agradeció eso. Acunó el rostro de su peliazul y la observó con tanta adoración que para Poché aquella mirada no significaba otra más que una de despedida.

— Pero si aquí están todas –se escuchó la voz rasposa de Nicolás. —Debo admitir que tú –dijo llegando hasta Laura y le levantó el rostro —Tú fuiste un lamentable error. No tendrías que estar aquí. Y tú –se dirigió a Calle que lo miraba con todo el odio posible —Tú solo eres una maldita estúpida que piensa que puede hacerlo todo sola... sin tan solo hubieses escuchado a tus amiguitos... quizás ellos... no estuvieran muertos ahora. –dijo con una sonrisa perversa haciendo que todo se revolviese en el interior de Daniela.

Nicolás dio unos pasos hacia atrás y observó detenidamente a las cuatro mujeres. Calle trataba inútilmente de cubrirlas con su cuerpo.

Él sonrió una última vez y observó a Valentina.

— Ella ya es mía. Hagan lo que hagan, ella ya me pertenece.

Y al terminar de decir aquello lo siguiente que se escuchó fueron los disparos.



-----------------------------------------------

— Creo que ya está despertando. –dijo una mujer.

— Llama al doctor. –pidió otra mujer tomando entre sus manos, la mano de Daniela. —Danita –dijo suavemente.

— Bien... así que ya está despertando nuestra paciente –dijo inmediatamente el doctor —Por favor, señora tiene que salir de la habitación.

— Vamos Mafe –se adelantó Germán antes que su ex mujer pudiese refutar algo, a lo que terminó por aceptar.

Luego de cuarenta minutos donde los doctores junto a las enfermeras evaluaron el estado de Daniela salieron de la habitación, haciendo que todos en el pasillo se levantaran.

— La señora Calle está fuera de peligro —dijo el doctor al ver cómo era observado a la expectativa, se escuchó como todos soltaron suspiros de alivio.

— ¿Podemos verla ya? –preguntó tímidamente una voz haciendo que todos voltearan a verla.

— Si usted es una tal Poché puede pasar a verla, porque es lo único que ha dicho desde que despertó. Solo quiere verla a ella.

— S-si... soy yo.

El doctor asintió y sin más que decir se retiró. Poché pidió permiso con la mirada a los padres de Daniela para poder entrar y ellos solo le regalaron una sonrisa que reflejaba más tristeza que otra cosa.

Daniela estaba recorriendo toda la habitación con la mirada, no podía recordar nada después de aquellos disparos y pensaba todo lo peor.

— Mi amor. –dijo Poché con alivio haciendo que Calle la mirase.

— Dios, Poché. –se escapó de sus labios —ven por favor, necesito sentirte —casi suplicó con los ojos llenos de lágrimas.

— Mi vida, tenía tanto miedo. –acuno el rostro de la castaña en sus manos —Cuando llegaste estabas llena de tanta sangre y luego Villa, ella-ella sufrió un paro en la ambulancia, Dios y Valentina... –la voz se le cortó —mi hermanita pasó por un infierno, Calle. Un maldito infierno que ni siquiera puedo llegar a imaginar –soltó de golpe dejando aún más perdida y confusa a Calle.

— Poché, amor, cálmate. No te entiendo. –tomó el rostro de la peliazul y le limpió las lágrimas —¿Ellas están bien? –Poché no respondió y eso alarmó a Calle —Poché... ¿dónde están? –preguntó nuevamente mientras su respiración se hacía inestable. —¿Nicolás? –se atrevió a preguntar con algo de temor y el silencio de Poché solo la hizo preocuparse más. —¿Dónde está ese maldito desgraciado? –la vena marcada en la frente de Daniela hizo saber a Poché que esa mujer estaba llenándose de todo el odio posible.

— Calle... después podremos hab...

— No. –la interrumpió —María José, te exijo que me digas todo. –Poché suspiró profundamente y tratando de evitar aquella mirada avellana que se mantenía sobre ella. —Poché... dime qué pasó. –pidió con esa voz ruda.

— Calle... ellas... ellas estaban muy heridas. Laura tenía la herida mal curada en el abdomen y con todo lo que hizo, empezó a desangrarse... Y Vale... -sollozó —Mi pequeña Vale –se lamentó mientras las lágrimas se apoderaban sin pudor de ella —Calle si hubieras visto su cuerpo... no creo poder sacarme esa imagen nunca de mi cabeza.

María José soltó el agarre que tenía Calle sobre ella y camino hacia la ventana quedando de espaldas a la castaña. Su mirada se enfocó en las personas que pasaban frente al hospital, en los autos, en aquella normalidad que seguramente tenían y que ella ya no.

Quizás aquel señor que estaba hablando por teléfono muy sonriente, era un padre de familia camino a casa donde seguramente su familia lo estaría esperando.

O esa mujer con el café en la mano que pedía un taxi a la orilla de la calle. Seguramente iba retrasada a una reunión luego de haber sido víctima de una travesura de su hija o una pequeña hermana.

Tal como era su vida antes.

Su papá hablando sonriente con ellas mientras lo esperaban en casa para la cena.

Ella yendo tarde a clases porque Valentina le había hecho una de las tantas bromas o simplemente se habían quedado hablando de tonterías hasta perder la importancia en el tiempo.

Su vida anterior, esa que tenía con Calle y Ramón. Aquella donde estaban en el apartamento y pensaban que su vida apenas empezaba con los videos en Youtube.

— Poché... -la voz de Daniela la volvió a la realidad e hizo que se sobresaltara un poco —¿dónde están Laura y Vale? –la peliazul respiro profundo mientras cerraba los ojos y veía pequeños fragmentos de momentos vividos al lado de esas dos mujeres que eran tan importantes en su vida. Se giró para encarar a Daniela.

— Ellas están muertas, Calle. –dijo finalmente dejando a la castaña con la mandíbula desencajada y todo su mundo dando vueltas.


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