Capítulo 29 - ¡Suéltame!

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Pov Calle

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Pov Calle

¿Una carta de...despedida? ¿Poché estaba rompiendo conmigo? Eso no era...posible.

— Vale...Vale, un momento, tiene que haber un error. Espera no sigas...no sigas empacando por favor –fui hacia ella y me puse en el medio impidiéndole el paso.

— Calle... –soltó un suspiro y se sentó en la cama —Sabes... yo te defendí muchas veces, cuando mi hermana me llamaba para decirme que te sentía extraña, que estaba pasando algo, yo te defendía diciéndole que tú la amabas y que solo era paranoia de ella –llevó una mano a su cien tratando de masajear.

— Valentina, te juro por lo más sagrado que tengo, que amo con toda mi alma a tu hermana. Te lo juro –tomé sus manos haciendo que su mirada conectara con la mía —créeme, por favor. Tú mejor que nadie sabes todo lo que tuve que hacer para que ella pudiera aceptar estar conmigo.

— Daniela... –se levantó y caminó hacia la ventana —Poché ha sufrido muchísimo, no la veía así desde la muerte de mamá –escuchar eso me partía el corazón —Pero... sé que te sigue amando... y no debería decirte esto porque es como si estuviera traicionándola, pero... ella está abajo, está esperándome junto a papá porque... la llevaremos a al almorzar para despedirla... ella se va, Calle.

— ¿Qué? ¿Cómo que se va? –no entendía nada.

— Poché decidió que lo mejor sería irse a vivir a Los Ángeles. Su vuelo sale mañana –la noticia me caía como un balde de agua fría.

— N...no, no eso no puede ser –mi peliazul se iría para siempre.

No dejé que Valentina siguiera hablando, agarré mi celular las llaves y salí inmediatamente de ahí con la carta en las manos. Fui corriendo al ascensor y presione PB, no dejé que se terminara de abrir la puerta metálica y salí apurada a la entrada.

Veía a todos lados tratando de dar con ella, con el auto de Juan Carlos o con algo que me diera una pista. No estaba por ningún lado. Caminé un poco más y la vi...

Estaba sentada en la esquina del edificio, vestía toda de negro, un jean roto en las rodillas, una camiseta de Nirvana que cubría con una chaqueta de cuero, calzando unos converse. Llevaba el cabello suelto al natural, tenía cinco semanas sin verla, cinco semanas sin saber lo que era sentirla cerca y me quedé paralizada por toda ella; por su belleza, su simplicidad.

Tomé la fuerza necesaria y me acerqué.

— Hola, amor –dije como casi como un susurro, ella se sobresaltó y pude ver su cara de sorpresa al verme.

— Calle... –lentamente se levantó hasta quedar a mi altura.

— Antes que digas algo, solo quiero que sepas que durante el tiempo que no te he tenido cerca no he hecho otra cosa más que pensarte. Llamaba cada tres días a tu papá para saber de ti.

Detrás de las Cámaras | Caché | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora