Daniela Calle y Maria José Garzón empiezan una amistad a través del concierto de Justin Bieber, sus caminos se van trazando sin darse cuenta para estar juntas.
Pero varias situaciones que van pasando a través del tiempo pone a prueba la fuerza de s...
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Pov Calle
Estar a su lado ahora era distinto, la sentía completa, la sentía mía. Verla era un éxtasis para mis sentidos, quizás todo aquello era un sueño, pero no quería despertar. Deseaba vivir y morir junto a ella.
Habían pasado algunas semanas desde que decidimos ser novias, aquel 19 de diciembre que se convirtió en la fecha más significativa en mi vida. Aún no le habíamos dicho nada a nadie, era complicado para nosotras y no queríamos abrumarnos más.
Era suficiente, por el momento, que ese secreto fuera solo nuestro. Ya habría tiempo de contarlo. No puedo negar que a veces era frustrante desear besarla y contenerme, pero sabía que al final del día la tendría en mis brazos en nuestra cama.
Estaba feliz, nuestro canal en YouTube estaba creciendo y nuestra relación iba fortaleciéndose cada vez más. Sin embargo, había algo que no dejaba de rondar por mi cabeza. Hasta ese momento no habíamos llegado más allá de besos y caricias.
Era nuevo para ambas y yo no quería generar más presión de la que había. Dejaba que todo fluyera y que pasará cuando tuviera que pasar.
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Un par de días después.
— Calle, mi amor, por favor no vayas a olvidar que más tarde es la fiesta de cumpleaños de Sebas –escuché desde la ducha la voz de Poché.
— Si, gorda. Solo voy a hacer unas compras y regreso, debo acompañar a mi hermana –agarré las llaves del carro y antes de irme fui al baño por mi bolso que lo había olvidado allí.
Alcancé ver la silueta de Poché a través del vidrio empañado de la ducha.
¡Qué mujer, por Dios!
Ella notó mi presencia y corrió un poco la puerta de la ducha para sacar solo su rostro.
— ¿Y mi beso? –sonreí y me acerqué para sentir sus labios sobre los míos. Me despedí y salí.
Camino al estacionamiento solo tenía en mi mente lo que acababa de ver, no podía creer que esa mujer fuera solo mía. Estaba tan enamorada de ella, como nunca lo había pensado.
Abrí la puerta del carro subí y noté como estaba su abrigo allí, sonreí por enésima vez, toda mi vida estaba llena de ella. Lo tomé con cuidado y lo coloqué en el asiento trasero. Encendí el motor y puse algo de música para el camino, tomé la autopista, no había tanto tráfico, agradecí por eso porque pude llegar hasta la casa de mi hermana rápido.
Toqué la bocina un par de veces y ella salió, la llevé hasta el centro comercial, ella quería comprar un par de cosas que necesitaba para su casa y una ropa que había visto. Yo aproveché y compré el regalo para Sebastián y también unos detalles para Poché.
