Capítulo 62 - Calmantes

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Pov Poché

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Pov Poché

Desperté con un fuerte dolor de cabeza, limpié un poco mi vista que se encontraba aún con los rastros de mis lágrimas. Desperté y mi primer pensamiento, o más bien deseo, fue que Valentina atravesara la puerta con su brillante sonrisa y me dijese que todo estaba bien.

Pero no era así, ni ella ni Laura estaban y el dolor en mi cabeza sumado al que tenía en el medio del pecho se intensificó. Escaneé rápidamente mi alrededor y reconocí la habitación, era la de Daniela. Ella me había traído y luego de darme algún tipo de calmante se acostó junto a mi hasta que caí vencida por el sueño entre sus brazos.

Me acomodé un poco más sobre la inmensa cama y me permití solo por un instante aspirar el aroma de todo el lugar, era impresionante como su simple aroma me hacía sentirla tan cerquita de mí.

El sonido de alguien tocando la puerta me sacó del trance y reaccioné dejando escapar de mis labios un débil ¿Si?

— Poché, he traído algo para que comas. ¿Puedo pasar? –era la voz de mi mejor amigo, Alejo.

Mi respuesta fue el levantarme e ir a abrirle la puerta para solamente ver la sonrisa forzada que él mantenía en su rostro, seguro buscando alguna manera de no preocuparme más de la cuenta o porque quizás su mecanismo de defensa era aparentar que todo se solucionaría rápido, que tanto Valen como Laura volverían en cualquier momento.

— Yo mismo te he preparado la comida... ¿recuerdas esos días que no querías salir de tu habitación? –por supuesto que los recordaba, cuando pasó todo lo de Calle, cuando me enteré de las mentiras y el beso. Asentí y le hice un espacio para que pasara. —¿Te sientes un poco mejor?

— Alejo...

— Quiero decir, del dolor de cabeza, Calle nos avisó que te dolía. Incluso contrató una enfermera solo para que estuviese pendiente de tu salud a cada instante.

— ¿Una enfermera? –pregunté un poco sorprendida —Eso es demasiado.

— Lo sé –dijo con una sonrisa mientras empezaba a dejar los platos en el escritorio que Calle tenía en su cuarto —Ven siéntate.

— Alejo, no tengo mucha hambre. –terminé de decir sin querer sonar grosera.

— Tienes que comer. –fue todo lo que dijo mientras se sentó y me miraba expectante esperando que yo copiase sus movimientos. Rodé un poco los ojos ante la insistencia de mi amigo y cedí. —Ellas estarán bien, Poch. –vi sus ojos y sabía que allí estaba el amigo que trataba con todas sus fuerzas darme su apoyo, hacerme sentir que no estaba sola.

No le respondí, simplemente me limité a asentir tratando de yo misma creerme sus palabras, aunque para ninguno de los dos era un secreto que las cosas no pintaban para nada bien.

Luego de hacer el intento de comer, logré pasar al menos cinco bocados. Mi cuerpo se tensaba por momentos al obligarlo a aceptar aquella comida y luego de decirle como cien veces a Alejo que en serio no quería más, recogió todo y me dejó volver a la cama.

Detrás de las Cámaras | Caché | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora