Daniela Calle y Maria José Garzón empiezan una amistad a través del concierto de Justin Bieber, sus caminos se van trazando sin darse cuenta para estar juntas.
Pero varias situaciones que van pasando a través del tiempo pone a prueba la fuerza de s...
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Pov Calle
Sin dar ninguna tregua me apoderé de los labios de Poché ¡Dios, qué delicioso era besarla! Mis manos jugaban en el interior de su camiseta y yo sentía las suyas bajar peligrosamente por mi abdomen. Sus caderas se movían haciendo que nuestros centros conectaran por encima de la ropa. Mordí, chupé y lamí su labio inferior con desespero e infinitas ganas, la respiración agitada nos demostraban la reacción de nuestros cuerpos al estar en esa situación.
Sentí el impulso de ir más allá y con delicadeza baje mis manos mientras bordeaba con la punta de mis dedos su silueta, mi destino final era su voluminoso trasero, lo apreté con ganas haciendo que ella soltará un gemido sobre mis labios.
Sonreí ante su demostración y ella para vengarse apretó uno de mis senos.
Gemí igual que ella lo había hecho segundos antes.
Estaba concentrada en su cuerpo y en lo que me estaba haciendo sentir, pero de un momento a otro cortó el beso y se separó de mí. Yo me quejé.
— ¿Qué haces? ¿por qué dejas de besarme? –le pregunté con la voz agitada.
— Te enseñaré lo que he aprendido estos años –respondió con picardía.
Me hizo sentarme al borde de la cama, mi vista al frente era la de la puerta corrediza que daba hacia la terraza, podía ver los edificios y la luna de fondo y en un primer plano a ella, mi Poché, que estaba buscando algo en su celular.
Reguló las luces en la habitación hasta dejarlas en tono tenue, tenían la posibilidad de cambiar de color por lo que optó por usar un morado oscuro que se camuflajeaba perfectamente con aquella oscuridad.
La voz sensual de Beyoncé se hizo presente y de inmediato recordé esa melodía, Dance For You, ella en un movimiento extremadamente sexy se despojó de su camiseta quedando en un brasier negro que hacia un contraste maravilloso con su piel blanca.
— Sigo bailando solo para ti –dijo con voz ronca mientras se acariciaba ese tatuaje que tanto me encantaba.
Sus movimientos de cadera no tardaron en hacer presencia, yo estaba extasiada al verla bailar, era un espectáculo absolutamente abrumador para todos mis sentidos. Su cabello caía a la perfección sobre su rostro cuando movía su cabeza, se acercó peligrosamente hacia mí, apoyo sus manos en mis piernas y movió su cintura dejándome hipnotizada.
— ¿Eres mía? –pregunté cerca de su boca.
Ella solo sonrió, se dio vuelta y llevó mis manos a su trasero y retomó su erótico baile. Apreté sin vergüenza alguna sus nalgas mientras daba uno que otro golpe suave sobre ellas.
— ¿Eso responde a tu pregunta?
Fui más allá y la tomé de la cintura haciendo que cayera sentada sobre mí.
