Pedido de ShoujoHana
—¡Tierra! ¡Hay tierra adelante! ¡Vamos! ¡Vamos!— Gritó el capitán del barco, entusiasmado al ver una nueva isla... Por supuesto, lo único que realmente le interesaba era encontrar una nueva aventura, nada más.
—Aún después de lo de Wano, sigue teniendo muchas energías de sobra...— Sonrió el timonel mientras seguía el curso que la navegante trazaba a último momento por órdenes de su capitán.
—¡Ah! ¡Me he contagiado de la enfermedad "Si-bajo-a-esa-isla-moriré"!— Dijo el tirador, agarrándose del pecho mientras el médico lo miraba con los ojos en blanco.
—Aún no se le quita esa manía de mentir por las islas a Usopp...— Espetó el reno.
—Usopp, ya sabemos que tienes miedo de ir. Quédate en el Sunny mientras los demás bajamos.— Sugirió la chica de cabellos ___ (c/c), sonriendo victoriosa ante la mirada asesina del mencionado.
—¡___! ¡No eres médico, así que no hables de lo que no sabes!
—Es cierto, no soy médico... Sino una especialista en botánica. Así que, si no fuera por mí, Chopper no podría saber qué plantas nuevas son adecuadas para su medicina y tú no tendrías nuevos cultivos para usar como instrumento de pelea.
—¡Muy bien chicos, esto será simple. Esta isla parece ser bastante pequeña, por lo que no deberíamos encontrar ninguna sorpresa indeseada... Lo que es ideal para pasar una noche de sueño sin tener que pensar en marines acercándose, tomando en cuenta que podemos ocultar el Sunny en esa cueva.— Apuntó Nami hacia una gran caverna que se ocultaba tras algunas lianas caídas.
—¡¿No hay nada?! ¡Qué aburrido!— Exclamó el capitán, dejándose caer sobre la cabeza del león.
—Creo que sería una buena oportunidad de buscar algún indicio de civilización o algo así por aquí.— Sugirió la arqueóloga, tomando su bolso y descendiendo del barco.
—Iré con Robin. Es posible que me encuentre con alguna planta nueva durante la investigación y, después de cultivarla en el cuarto-huerto que hizo Franky, podría conseguir algo medicinal o uso como arma.— Dijo la chica de ___ (c/c) cabellos mientras seguía a la arqueóloga.
—Bien. El resto nos quedaremos aquí. Sanji-kun preparará la cena dentro de poco.— Finalizó la navegante.
La botánica y la arqueóloga se adentraron en la pequeña isla, observando su alrededor en silencio mientras disfrutaban la calma de aquel lugar. Les parecía que había pasado una eternidad antes de lograr sentir esa atmósfera pacífica... Era normal, puesto que el tranquilo paisaje inicial de Wano había acabado en una estruendosa guerra y su éxito terminó en celebraciones llenas de gritos y risas. Ellas realmente amaban ser parte de la tripulación de Luffy, pero también necesitaban un poco la quietud del viento chocando contra las hojas de los árboles.
—Hay una casa allí.— Observó Robin, caminando hacia la construcción abandonada junto a ___.
Al entrar, tan solo el polvo les dio la bienvenida. Parecía ser una construcción abandonada hacía tal vez algunos meses... En silencio se adentraron, encontrando una cama y una mesa de comedor, en donde un diario un tanto viejo se hallaba apoyado. Con cuidado, la mujer de largo cabello negro tomó el libro, ojeando sus hojas mientras que la otra chica examinaba el resto del lugar.
—Aquí estuvo viviendo alguien por mucho tiempo... Por lo que se lee aquí, abandonó la isla cuando un barco de marines pasó hace unos meses. Parece ser que decidió dejar este diario atrás como una forma de dar fin a ese capítulo de soledad en su vida.— Dijo Robin.
—Entonces este lugar no es tan seguro... Deberíamos volver y avisar a los chicos para zarpar de inmediato.— Contestó la chica de ojos ___ (c/o), dirigiéndose hacia la puerta.
—No, no iremos a ninguna parte.— ___ se detuvo al sentir un abrazo por parte de la arqueóloga, la cual acababa de susurrar en su oído aquellas palabras.— Esos marines vinieron aquí porque vieron una señal de luz que hizo esa persona, pero se supone que no volverán a pasar por aquí... Y aún si es así, tenemos hasta la noche para avisar.
Lentamente sus manos fueron descendiendo por el abdomen de la botánica, adentrándose en sus ropas y acariciando con cuidado su suave piel. Podía sentirlo sin problemas... Cómo su amada ___ comenzaba a temblar ante su tacto. Había pasado mucho desde la última vez que lo hicieron, pero no olvidaría jamás dónde debía de tocarla para hacerle sentir bien.
—¿Sabes? Te veías tan increíble en el traje que usaste en Onigashima... Si no hubiera sido porque estábamos en una situación crítica, me habría encantado disfrutarte en ese momento.— Susurró Robin en su oreja, provocando un escalofrío por parte de ___.
—Ro-Robin, deberíamos volver...— Respondió la otra chica, la cual comenzaba a sentir su cuerpo y respiración calentarse por las caricias de su amante.
Sin importarle mucho aquella última frase, Robin acercó su rostro a ___ y comenzó a besarla lentamente para luego pasar a un beso más fogoso, donde sus lenguas se entrelazaban y batallaban en un desesperado deseo lujurioso que les venía carcomiendo desde hacía mucho tiempo. Con algo de torpeza fueron retrocediendo hasta caer en la cama, donde la arqueóloga se posicionó sobre la botánica.
Rápidamente se deshicieron de sus ropas, dejándolas caer en el suelo sin orden alguno, terminando ambas completamente desnudas frente a la otra. La boca de la mayor se dirigió al cuello de ___ mientras sus manos masajeaban con maestría sus pechos, apretándolos y acariciándolos con mimo mientras oía con gusto a la menor comenzar a soltar jadeos y gemidos de placer.
Con el paso de los minutos, la posición de la mayor cambió, esta vez quedando frente a la entrepierna de su amante, lamiendo su pequeño botón sensible mientras, gracias a su habilidad, dos manos masajeaban con maestría los pechos de ___. Hacía tanto que no disfrutaban de una tarde de intensa pasión, la cual venían ocultando a duras penas a veces... ¡Realmente deseaban estar un momento a solas!
—Deberías hacer algo tú también, ___.— Y con esa simple sugerencia, la botánica y la arqueóloga volvieron a cambiar de posición.
Esta vez ___ mimaba con cariño los pechos de Robin. Lamiendo y mordiendo con suavidad sus pezones, estimulándolos con una maestría envidiable y sacando gemidos audibles por parte de la mayor. ¡Cómo amaba esos pechos perfectos! Tan grandes y redondos que cualquier persona daría todo el oro del mundo para apretar y saborear... Pero solo ella podía hacerlo. Solo ella podía tocar aquel tesoro divino.
Con el sol comenzando a ponerse tras el océano, ellas decidieron dejar el juego de lado. Sus cuerpos marcados con leves tonos rojizos en sus pieles por chupetones y suaves mordiscos que aumentaban el deseo y alargaban aquella preliminar que ya llevaba mucho llevándose a cabo. ___ se acostó en la cama, observando a Robin completamente enamorada mientras ella se posicionaba sobre su cuerpo. Sus pechos presionaron con suavidad, sacando un suspiro de satisfacción por la menor.
Sin tener que preguntar nada, comenzaron a moverse en vaivén, frotando sus intimidades y sensibles clítoris, provocando gemidos que poco a poco aumentaban su volumen. Ondas de placer viajaban a toda velocidad por sus cuerpos, creando leves cosquilleos que les hacían desear más y más.
—Robin~ Robin~— Gemía la más joven, entrelazando sus manos con la mayor mientras sentía como otras creadas por su habilidad acariciaban el resto de su cuerpo. Amaba tanto quellas manos... Le hacían sentir deseada y alimentaban sus sueños más húmedos... Sueños que ya se habían vuelto una hermosa realidad que vivía con la mujer que amaba.
—___~— Susurraba entre gemidos la arqueóloga, marcando el ritmo del movimiento.
Lo sabía... Desde Onigashima había estado deseosa de hacerle el amor. ¿Cómo no hacerlo? Con ese traje tan descubierto cual bikini y esas correas que parecían ser utilizadas para atarla a la cama... Lo cual ya habían hecho. Sólo que en lugar de ser amarrada, la había esposado... Y con manos creadas por su habilidad como esposas. Ella era su todo, no una simple botánica... Era la mujer que amaba más que su propia vida... Y haría lo imposible para protegerla.
—¡Robin, yo~!— Comenzó a gemir más fuerte, anunciando un inminente orgasmo.
—Yo también, ___~— Sonrió Robin al responder entre gemidos.
Sus movimientos se hicieron más rápidos, frotando con algo más de fuerza sus entrepiernas hasta finalmente alcanzar el orgasmo. Con un sonodo gemido por parte de ambas, lograron tocar el cielo con la yema de sus dedos... Algo que habían estado deseando por mucho, mucho tiempo.
Tras varios minutos, pudieron recomponerse de esas oleadas de placer, quedando ambas acostadas sobre la cama y cubiertas por las sábanas de ésta. De repente, el Den-Den Mushi de ___ comenzó a sonar, por lo que Robin decidió utilizar su habilidad para acercar las ropas, así no tendrían que levantarse y podrían mantenerse un rato más acostadas.
—¿Si?— Preguntó la menor.
—¿Todo bien? Sanji-kun ya sirvió la cena y ustedes aún no vuelven. ¿Pasó algo?— Preguntó la navegante a través del caracol.
—Sí, no te preocupes. Encontramos una cabaña y nos entretuvimos un rato... Se nos pasó la hora sin darnos cuenta. Pronto volveremos.— Esta vez respondió la arqueóloga. ___ la miró aterrorizada, pues su relación seguía siendo un secreto para todos.
—Entonces debieron encontrar algo bastante interesante allí... ¿Algún tesoro?— Preguntó la navegante.
—Nada de tesoros, sólo un diario y algunos muebles. Nada importante.
—Bueno, entonces le avisaré a Sanji-kun que vienen de camino para que Luffy no se coma su cena. ¡Dense prisa!— Y sin más, cortó.
—¡Robin! ¡Se supone que no deben saber!— Le dijo la joven con la molestia presente en su rostro.
—Sí, lo sé.— Sonrió la mayor.— Prometimos que no diremos nada hasta llegar a Laugh Tale... Y así será.— Tras esas palabras, unieron sus labios en un beso lleno de amor.
Mientras tanto, al otro lado de la isla, la navegante caminaba hacia la cocina, oyendo a Luffy quejarse con el cocinero por querer comerse los platos de sus dos amigas y recibiendo como respuesta la negativa del Vinsmoke. Sin poder evitarlo, suspiró divertida y sonrió para sus adentros, apoyando su mano en el picaporte de la puerta.
—(Podrán engañar al resto de la tripulación, pero a mí no. No se preocupen, Robin y ___... Prometo no cobrarles por mantener su secreto.)— Y sin más que una cálida sonrisa, entró en la cocina.
FIN
Lu: ¡Oh, Luke! ¿Dónde estás?
Luke: (Está demasiado alegre... Definitivamente no es bueno salir...)
Lu: ¡Luke! ¡Hermano querido! ¡Te necesito!
Luke: (¡Necesitas un puto psicólogo! ¡Y de paso un maldito exorcista!)
Lu: ¡Luki! ¡Vamos, sólo es un favorcillo!
Luke: (¡¿"Un favorcillo"?! ¡Romperme el culo no es ni un puto favor!)
Lu: ¡Te encontré! ¡Vamos, que hay que grabarte con Sabo ahora!
Luke: ¡Y mierda! ¡Quítate de en medio, que esta vez sí salto por la ventana!