Para zudokay-g
—Bueno, creo que ya tenemos todos los regalos de este año... ¿Se te ocurre alguna cosa más que necesitemos comprar? ¿...Cora? ¡Oye, se te está incendiando el hombro otra vez!— Siento un fuerte golpe en mi espalda, provocando que caiga a la nieve de golpe.
Rápidamente me doy cuenta de lo que mi esposa ha dicho, sintiendo un gran calor en mi hombro y forzándome a mí mismo a rodar en la nieve con la esperanza de apagar rápidamente el nuevo incendio que he provocado gracias a mi cigarrillo y mi extrema torpeza. Los transeúntes se limitan a ser tan solo testigos, pero nadie interviene. Finalmente el fuego es sofocado.
—¿Estás bien? ¿Necesitas que llame a Law?— Sus ojos ___ (c/o) reflejan su eterna preocupación por mí. A pesar de todo este tiempo juntos, ella sigue siendo tan amorosa y preocupada por mí, como siempre.
—Sí, no te preocupes, amor. Si no fuera por el forrado del abrigo, habría tenido verdaderas quemaduras.— La oigo suspirar de alivio.
—Tendré que agradecerle a Doflamingo por ese regalo de su parte. ¿Ves que se preocupa de ti aún?
—Sabes que el forrado fue idea de su esposa, no de él. Si fuera por mi hermano, en lugar de apagar el fuego, habría asado malvaviscos sobre mí.— Apenas digo eso, sus dedos se aferran a mi mejilla, jalando con algo de fuerza.— ¡Ouch!
—Deja de subestimar su amor por ti. ¡Ya te pidió perdón por lo ocurrido!
Es cierto... Se disculpó conmigo hace mucho, con los ojos empapados en lágrimas y casi arrodillándose. ¿Por qué pidió perdón? Por la muerte de mis padres... Por unas malas decisiones de mi padre, terminamos en la bancarrota y mi madre falleció por una enfermedad... El dinero nos escaseaba hasta el punto que nuestra única forma de comer era rebuscando en la basura. No pudimos costear los medicamentos para ella y una noche se fue a dormir para no volver a despertar.
Yo entendí que esto había ocurrido por un error de mi padre, pero no lo culpé por ello, pues nadie sabe qué es lo que sucederá una vez que tomas una decisión... No se tiene idea de las consecuencias hasta que ya es demasiado tarde como para volver atrás. Doffy jamás pudo deshacerse del odio contra él y terminó por quitarle la vida con sus propias manos... Desde ese día, lo taché de asesino y lo culpé por arrebatarme a mi padre.
—Tengo que admitir que su esposa le ayudó mucho a cambiar su forma de ser...— Me siento en la nieve, sonriendo con tristeza.
—Y Crocodile.
—Sí, y Crocodile.— Suspiro divertido.
Después que tomamos caminos separados, él siguió vagando por las calles de la ciudad hasta conocer a Crocodile, su "hermano mayor" como gusta decirle. Él lo cuidó y defendió, crecieron juntos y lograron salir adelante mientras que yo comenzaba mi vida como hijo de Sengoku. De alguna forma, el destino volvió a juntar nuestros caminos.
—Realmente ha cambiado mucho... Parece que conocer a su esposa y a Crocodile le hizo recapacitar todo.— Sostengo su mano, poniéndome de pie.
—Tú también has cambiado mucho, Cora. Hacer las pases con Doflamingo y adoptar a Law te cambió.
Supongo que es cierto. Después de perdonar a mi hermano, adopté a un huérfano con una enfermedad desconocida. Di vuelta el mundo en búsqueda de una cura, yendo de hospital en hospital hasta finalmente lograr mi cometido... Y cuando creí que había logrado todo en esta vida... La conocí a ella... Mi amada ___.
—Tú me ayudaste, ___. Si no hubieras estado conmigo, tal vez ahora seguiría buscando un objetivo en mi vida... Gracias por amarme.
Unimos nuestros labios en un beso lleno de amor y cariño, expresando el más puro sentimiento que nos tenemos. Tras unos segundos, volvemos a caminar por las nevadas calles en búsqueda de regalos para familiares y amigos. La verdad es que mi regalo lo he estado pensando por mucho tiempo... Cuando nos obsequiamos cosas, no es sorpresa, sino que preguntamos qué es lo que el otro quiere y se lo damos.
—Como te decía antes... Creo que tenemos todo. ¿Falta alguien?
—Nosotros.
—Cierto... ¿Qué quieres este año?— No le respondo con palabras, sino que apunto a un edificio. Cuando mi amada ___ lo ve, sus mejillas se tiñen de rosa.— E-Está bien.
Tras casi media hora de caminata, finalmente llegamos al lugar al cual señalé. Aquí me encuentro ahora, sentado en la enorme cama de la más cara y romántica habitación del hotel de lujo. Las bolsas con regalos descansan en el salón, junto al piano negro que destaca con elegancia por sobre los sofás blancos como la nieve que se amontona lentamente en las calles.
—Bueno... Supongo que es hora de darte mi regalo, Cora.
Volteo mi rostro hacia el baño, encontrándome con la vista más maravillosa del mundo: Mi amada esposa vistiendo un baby doll blanco semitransparente de encaje. Puedo ver todo su cuerpo sin tener que apartar ni un centímetro la tela, a excepción de las bragas que cubren su intimidad.
—Entonces...
—Tuvimos la misma idea.— Completa mi oración.
Avanzo hacia ella lentamente y mis manos se aferran con cuidado a sus mejillas, guiando su rostro hasta el mío para fundir en un beso lleno de amor que poco a poco se va transformando en uno de lujuria. Lentamente comienzo a acostarla en la cama, sin separar nuestros labios en ningún momento... Hasta que el oxígeno comienza a escasear y nos vemos obligados a recobrarlo.
—No sabes cuánto estuve esperando por este regalo, mi amada ___...
—Y yo por dártelo, mi Cora.
Nuestros labios vuelven a juntarse y mis manos comienzan a acariciar lentamente su cuerpo, abriendo el lazo que mantiene cerrado el baby doll, provocando que éste se deslice por sus hombros hasta la cama, dejándola tan solo con las bragas. Al verla así, siento que mi aliento se pierde... Es más perfecta que un ángel.
—No sabes cuánto te amo, ___...
Sin dejar que me conteste nada, beso su cuello con pasión, lamiendo, succionando y mordisqueando de forma juguetona, provocando suaves gemidos por su parte. Realmente amo ser quien provoque este tipo de reacciones en ella. Sus delicadas manos intentan acariciar mi cabello, pero esta vez quiero ser yo quien la mime, por lo que entrelazo mis dedos con los suyos y le obligo a mantenerlos a los lados.
—Rosinante...— Le oigo suspirar de placer mi nombre, provocando que mi corazón dé un vuelco.
Mis labios descienden besando por su cuello hasta llegar a su pecho, donde beso el centro y lentamente me dirijo hasta uno de sus pezones que ya están duros por la excitación. Lamo con suavidad aquel botón rosa, provocando un escalofrío por parte de mi esposa. Sonrío satisfecho y con mi lengua torturo más aquel punto sensible.
—Mmhhh~ Rosinante~— Mis besos descienden lentamente por sus pechos hasta su abdomen, soplo en su ombligo, provocando que su cuerpo se encoja.— ¡Oye! ¡Eso no~!— Me río por su tono entre regaños y risas.
—Sabes que amo mimarte~
Sin decir nada más, bajo sus bragas con delicadeza, revelando ante mis ojos ese tesoro que solo me pertenece a mí. Sonrío un poco más y adentro lentamente mi lengua en su interior, provocando espasmos de placer por parte de mi amada; ella gime mi nombre suavemente, mientras que una de sus manos empuja levemente mi cabeza para que le siga haciendo el oral.
—(Jamás podría cansarme de tu delicioso aroma y sabor, mi ___.)
Con mi lengua acaricio y hago simulaciones de embestidas, provocando más gemidos por su parte. Puedo notar la calidez y su interior apretándose levemente, avisando que está lista para volver a unirnos en un solo ser. Me separo de su entrepierna lentamente y me siento en la cama, poniéndola a horcadas sobre mi ya endurecido miembro.
—Te amo, mi adorada esposa ___...
—Y yo a ti, mi amado esposo Rosinante.
Lentamente la hago descender, adentrando mi virilidad en su húmeda y cálida entrepierna, provocando un gemido en ambos. Hacía un buen tiempo que no podíamos disfrutar de nuestra solitaria compañía, pues el trabajo nos quitaba las energías para hacer el amor, aunque no para seguir estando tan enamorados como siempre.
—¿Estás lista?
—Siempre, Rosinante... Siempre.
Nos volvemos a fundir en un beso y comienzo a embestir suave y lentamente, nuestras lenguas se acarician con cariño y algo de desesperación. Sus brazos me abrazan por el cuello y yo la abrazo contra mí, provocando que mis estocadas se vuelvan más profundas.
—Te amo, ___. Te amo.
—Te amo, Rosinante~ Te amo tanto~
Poco a poco la suavidad de nuestra unión queda atrás, convirtiéndose en un vaivén más rápido y brusco. Me muerdo el labio al ver las expresiones de placer que pone mi esposa cada vez que mi virilidad golpea más profundo, en busca de llegar a ese punto que le hace lagrimear por lo bien que se siente. Tras unos segundos, su espalda se arquea y sus gemidos se hacen más fuertes; sonrío complacido.
—(Su cérvix~)
Comienzo a golpear lentamente ese lugar, provocando que la punta de mi miembro bese su cérvix, dándole más placer que antes. Hundo mi rostro en su hombro, sintiendo que ella empieza a mover su cadera para intensificar esa sensación... Ella me busca. Busca que siga besando la parte más profunda de su ser.
—Rosinante~ Mmhh~ Rosinante~— Repite mi nombre entre gemidos, pidiéndome que embista más rápido.
Comienzo a mover mis caderas, embistiendo más rápido y golpeando con algo más de fuerza su interior, sacando más gemidos desde su garganta. Sus paredes vaginales rodean con deseo mi miembro, succionando y apretando con gusto, avisando que se acerca el orgasmo.
—___~ Mi ___~— Gruño su nombre mientras embisto con más fuerza y profundidad.
Ambos movemos nuestras caderas al son del otro, aumentando aún más el placer que sentimos, nuestros abrazos se hacen más fuertes y, tras unas embestidas profundas, me corro en lo más profundo de su interior, llenándolo mientras oigo el gemido final de mi esposa. Llegamos al orgasmo al mismo tiempo...
—Al mismo tiempo, como siempre... Definitivamente eres mi alma gemela, mi ___.— Sonrío con mi rostro apoyado en su hombro, aún abrazándola.
—Eso es lo que me dijiste cuando nos conocimos, ¿recuerdas?— Me río al recordarlo mientras nos acostamos en la cama y la abrazo contra mi pecho de forma protectora.
—¿Cómo olvidarlo? Ibas caminando con ese vestido blanco que tanto me gusta y apagaste el fuego de mi hombro.
—Lo recuerdo.— Me responde entre risas.— Apenas lo apagué, dijiste "Tú definitivamente eres aquella... Mi alma gemela." Te creí un loco.
—Bueno, estoy loco por ti, ___.
—¿Por qué dijiste que era tu alma gemela en ese momento, Rosi?— Sonrío más al llamarme de esa forma.
—Porque desde que te vi, supe que quería pasar el resto de mi vida a tu lado, haciéndote feliz. En esta y las próximas vidas.
—¿Tu crees en próximas vidas?— Asiento.— ¿Qué pasaría si no estuviésemos juntos en la próxima vida?
—Entonces te buscaría hasta volver a estar juntos, mi adorada ___... Porque te amo más allá del tiempo y del espacio... Y eso jamás va a cambiar... Te lo juro.
FIN
Luke: Hasta que escribes algo.
Lu: Bueno, el computador echándose a perder, tener que recuperar el antiguo y los problemas de internet ya son algo.
Luke: ¿Se echó a perder o lo destrozaron los demás?
Lu: Esta vez pareciera ser culpa de la fábrica.
Luke: Mierda.
Lu: ¿Por?
Luke: Juraba que ellos lo habían hecho cagar otra vez... Ahora les debo una cerveza a cada uno.
Lu: F por tu billetera.
Luke: Yo diría más bien... F por todo el yaoi que se perdió con el computador malo.
Lu: ...Basura de mierda.