Trilogía Éxodo (Éxodo, Revela...

由 AnissaBDamom

764K 91.8K 10.8K

Voy a darte los tres consejos que a mí no me dieron. Este es el primero: Olvida todo lo que te han contado: l... 更多

Prólogo
Parte I
Capítulo 2 I
Capítulo 2 II
Capítulo 2 III
Capítulo 3 I
Capítulo 3 II
Parte IV
Parte V
Parte VI
Parte VII
Parte VIII
Parte IX
Parte X Día de vaqueros parte 1
Parte XI Día de vaqueros parte 2
Parte XII Cazador Cazado I
Parte XIII Cazador Cazado Parte II
Parte XIV Dolor, simple y llanamente, dolor
Parte XV Dolor, simple y llanamente, dolor II
Parte XVI Dolor, simple y llanamete, dolor. III
Monstruos
El día en que un sueño perturbó mi mente
El día en que un sueño perturbó mi mente 2
Cinturón negro de kárate
La magia no existe
La Magia No Existe. Parte 2.
La Magia No Existe. Parte 3
¿Quién dijo miedo?
Nadie se acerca a la mansión de los De Cote
La historia de Lisange
La historia de Lisange. Parte II
Gatos
Gatos. Parte II
Gatos. Parte III
Lavisier
«La inmortalidad solo tiene sentido si encuentras la razón para vivirla»
«La inmortalidad solo tiene sentido si encuentras la razón para vivirla» Parte 2
Todo es demasiado complicado
Todo es demasiado complicado. Parte 2
Todo es demasiado complicado. Parte 3.
Dudas
Dudas. Parte 2.
Estudiar demasiado puede alterar gravemente la imaginación
En la boca del lobo
En la boca del lobo. Parte 2
Miradas que matan
La Orden de Alfeo
La Orden de Alfeo. Parte 2.
No Soy Fuerte
No Soy Fuerte. Parte 2
Sangre
Sangre. Parte 2
Acción
Adiós
REVELACIÓN (ÉXODO II)
REVELACIÓN: El amor es el principio del fin
A golpe de latidos
A golpe de latidos (II)
Sorpresas desagradables
Contradicción
Sentimientos de culpabilidad
Cuestión de seguridad
Somos polvo de estrellas
«Vacaciones»
«Vacaciones» Parte 2
El hielo también quema
Pesadillas (Parte 1)
Pesadillas. Parte 2.
Amistades peligrosas . Parte 1.
Amistades peligrosas . Parte 2.
Regreso al instituto. Parte 1.
Regreso al instituto. Parte 2.
Érase una vez un ángel llamado Jerome. Parte 1.
Érase una vez un ángel llamado Jerome. Parte 2.
Locuras varias. Parte 1.
Locuras varias. Parte 2.
Especialista en tratos suicidas. Parte 1
Especialista en tratos suicidas. Parte 2
Por fin, un soplo de aire fresco. Parte 1
Por fin, un soplo de aire fresco. Parte 2
No siempre es fácil olvidar el pasado. Parte 1
No siempre es fácil olvidar el pasado. Parte 2
SEGUNDA PARTE - Nada, absolutamente nada, tiene sentido.
Nada, absolutamente nada, tiene sentido. Parte 2
Amores que matan. Parte 1
Amores que matan. Parte 2
Decepciones
Un grito vale más que mil palabras
Intrusos y otros animales. Parte 1.
Intrusos y otros animales. Parte 2.
Creando lazos con... la comida
Noche de muertos vivientes
La pequeña carnicera. Parte 1.
La pequeña carnicera. Parte 2.
Justo cuando una cree que no puede ocurrir nada más
Quien dijo que el amor duele, no tenía ni idea. Parte 1.
Quien dijo que el amor duele, no tenía ni idea. Parte 2.
Trastorno de personalidad
Secuela de mi historial de tratos suicidas
Secuela de mi historial de tratos suicidas. Parte 2
Números
No es malo pedir ayuda, ¿verdad? Parte 1
No es malo pedir ayuda, ¿verdad? Parte 2
Cuestión de fe. Parte 1
Cuestión de fe. Parte 2
PARTE 3 Confesiones I
PARTE 3 Confesiones II
Palabras mayores
¿Normalidad? Parte 1
¿Normalidad? Parte 2
Los polos opuestos no siempre se atraen
Grandes predadores
Amarga realidad. Parte 1
Amarga realidad. Parte 2
El amor es cruel
Hogar, ¿dulce? hogar
Un mazazo de realidad. Parte 1
Un mazazo de realidad. Parte 2
Confianza
El circo
Y el muro cayó...
JUECES
Parte I
Vacío.
A palo seco
La madriguera del lobo
Sorpresas varias
A la deriva. Parte I.
A la deriva. Parte II.
Interrogatorio. Parte I.
Interrogatorio. Parte II
Historias de terror. Parte I.
Historias de terror. Parte II.
Entre bambalinas. Parte I.
Entre bambalinas. Parte II.
Opciones
Hambre. Parte I
Hambre. Parte II
Espejito, espejito, ¿quién es la más bella? Parte I
Espejito, espejito, ¿quién es la más bella? Parte II.
Con Piel de Cordero. Parte I.
Con piel de cordero. Parte II.
Con piel de cordero. Parte III.
Con piel de cordero. Parte IV.
Un silencio dice más que mil palabras. Parte I.
Un Silencio vale más que mil palabras. Parte II.
Sobre la razón y el corazón Parte I.
Sobre la razón y el corazón Parte II
Sobre el corazón y la razón. Parte III
SEGUNDA PARTE
Verdades y mentiras. Parte I
Verdades y mentiras. Parte II
Centro de atención
En carne viva... Parte I
En carne viva... Parte II
Ira. Parte I
Ira. Parte II
Fuego. Parte I
Fuego. Parte II
Caída libre. Parte I
Caída libre. Parte II
Caída libre. Parte III
Caída libre. Parte IV
Plan. Parte I
Plan. Parte II.
Plan. Parte III.
En primera línea
A hurtadillas. Parte I
A hurtadillas. Parte II
Gran Predador. Parte 1
Gran Predador. Parte 2
Pasado Imperfecto
Pasado imperfecto 2
Animal
El origen de todo
El origen de todo II
Eternidades cruzadas
Eternidades cruzadas II
Recuerdos del pasado
Recuerdos del pasado II
Lealtad

El hielo también quema. Parte 2.

4.4K 526 147
由 AnissaBDamom

El hielo también quema. Parte 2.

Con un ligero temblor acerqué un dedo hacia ella y la toqué, recorriéndola de un extremo a otro. Era extrañamente suave y cálida. Su pecho se estremeció bajo mi roce. No pude evitarlo y aproximé mis labios para depositar allí un beso. Confundida por mi reacción, alcé la vista hacia él, pensando que se reiría de mí, pero me sorprendió comprobar que me contemplaba de una forma muy extraña. Se puso de rodillas y empujó un poco mis hombros, hasta que quedé tendida sobre la crujiente capa de nieve. Clavó sus ojos en mí de forma muy intensa, pero yo le devolví la mirada. Parecía que ninguno de los dos comprendía qué estaba ocurriendo, que nuestra voluntad había quedado muy encerrada bajo nuestros cuerpos. Con la respiración agitada, besó mi frente. Luego descendió, con sus ojos muy cerca de los míos y me susurró lentamente.

—Sabes que te amo.

—Lo sé.

Entonces, comenzó a besar mi piel encendiendo to- dos y cada uno de mis sentidos hasta niveles insospechados. Hundí los dedos en la nieve para intentar apagar el fuego que ardía dentro de mí, pero era inútil, sentía cómo cada vez me consumía más con el tacto de su piel.

Volvió a mirarme, con una sonrisa torcida que consiguió marearme y se dirigió a mi hombro. Acaricié su pelo e intenté besar su cuello pero, en ese instante, Christian se dejó caer por completo sobre mí y la piel de su torso se puso en contacto con la mía. Todos mis músculos se contrajeron: el dolor insoportable.

—Para, para. —Se detuvo al instante y se separó con un único movimiento.

—Perdona, no quería hacerte daño. —Me incorporé y acaricié mi piel en un intento de calmar el dolor, pero sin mucho éxito—. ¿Estás bien? —preguntó con ansiedad. Fue a ponerme una mano en el hombro pero, en el último momento, se arrepintió y la apartó, temiendo hacerme daño. Eso no me gustó.

—Solo ha sido un contacto muy directo —intenté tranquilizarlo—. Estoy bien.

—No debí dejarme llevar.

—No has sido tú solo —le recordé, un poco avergonzada. Él fue a decir algo pero...

—Si no estuviera ya muerta, esto me mataría —interrumpió una tercera voz. Christian se levantó de un salto.

—¿Qué haces aquí, Elora? —inquirió, repentinamente furioso.

—Tu querido hermano se preguntaba si habías desertado. —Lo miró y luego dirigió sus ojos hacia mí—. ¿Qué crees que debo decirle?

—Que viva su inmortalidad y deje la mía tranquila—afirmó él.

—Eso no le va a sentar nada bien —respondió ella, sonriendo.

—¿Cómo nos ha encontrado? —pregunté levantándome y colocándome junto a él.

—Ni que fuera un misterio. —Rio—. Bastó con hacer una pequeña visita a los De Cote y saludar a la pequeña Tine.

—¿Los De Cote? —exclamé—. ¿Qué les has hecho?

—¿Quieres que les dé recuerdos? —Me sonrió.

—Miente —dijo Christian para tranquilizarme.

—¿Quién sabe? —Ella rio para sí misma.

—¿A qué has venido, Elora?

—Hay guardianes cerca. —Su rostro se ensombreció—. Tres al Este y dos al Sur.

—Venimos del Sur —informó él.

—Lo sé —dijo, alzando ligeramente la barbilla y colocando una mano sobre su cadera.

—¿Saben que estamos aquí?

—Lo dudo. No son de la Orden. Al menos tres de ellos.

—¿Cómo lo sabe? —le pregunté a Christian, susurrando.

—No hay recuerdos de la Orden en sus mentes —respondió ella—. Pero debemos irnos.

—No vamos a regresar aún.

—¿Vas a dejar que un cazador inspeccione la zona? Estará muerto antes de que pueda descubrir algo.

—Si esto es un juego, lo pagarás caro. —Christian la fulminó con la mirada y me dirigió de regreso a la cueva. La brisa pareció hacerse más fuerte.

—No hablaba en serio, ¿verdad? ¿Gareth no estará...?

—pregunté en cuanto la perdimos de vista.

—No —interrumpió él antes de que pudiera acabar—. Quiere algo.

Llegamos al lugar sin decir ni una sola palabra más. Entramos dentro y Christian se apresuró a guardarlo todo.

—No quiero irme —reconocí, sorprendida por mi re- pentino cambio de parecer.

—A mí tampoco me apasiona la idea, Lena, pero es peligroso que nos quedemos aquí.

—¿Cómo sabes que es cierto? Podría estar mintiendo.

—No vamos a quedarnos para comprobarlo.

—Ella solo quiere apartarte de mí.

—Si quisiera apartarlo de ti, me bastaría con acabar contigo, Lena De Cote —dijo ella con una sonrisilla, apareciendo por la entrada—. Aunque no voy a negar que esa idea ha rondado por mi mente en un par de centenares de ocasiones.

—¡Elora! Es suficiente.

Ella arqueó una ceja de forma escéptica y luego puso los ojos en blanco.

—Os esperaré en el coche.

De pronto, un repentino viento se abrió paso hasta el interior de la cueva. Christian se separó de mí y se dirigió hacia la entrada. Permaneció allí unos pocos segundos, mirando al exterior mientras el aire le alborotaba con violencia los mechones del cabello. Entonces, se volvió hacia mí y ter- minó de cerrarlo todo.

—¿Qué ocurre? —pregunté.

—Tiene razón. El tiempo ha cambiado.

Poco después, subí al coche de Christian sin mucho entusiasmo, a pesar de lo incómoda que me sentía allí fuera, bajo el fuerte viento. A Christian, en cambio, lo acosaba una extraña prisa. Se reunió conmigo en el asiento delantero y un par de segundos después, ya estábamos de camino, a pocos metros de distancia del deportivo de Elora. Ella conducía de forma mil veces más temeraria.

Había algo raro en el ambiente: en la tensión, en la forma con la que Christian fruncía los labios y entrecerraba los ojos, en las miradas de soslayo que desviaba a ambos lados de la carretera, era miedo, podía sentirlo por todo mi cuerpo.

De pronto descubrí que estaba deseando llegar. Volver a esa casa extraña para mí no me hacía especial ilusión, pero el viaje de regreso estaba siendo lo suficientemente silencio- so, por no decir incómodo, como para querer escapar de esa situación. No hablé en todo el trayecto, no sé muy bien por qué pero sentía que, de hacerlo, solo sería para pronunciar alguna estupidez y Christian se encontraba en ese estado medio ausente en el que parecía que pensaba que cualquier cosa que hiciera o dijese podría asustarme, así que él también había optado por el silencio.

Me apoyé contra la ventanilla y observé el paisaje o, al menos, lo intenté. Había comenzado a llover. La cantidad de agua que caía por segundo era increíble, mucha más que cualquier lluvia que recordara de La Ciudad. Las gotas pegaban con fuerza contra los cristales, el limpiaparabrisas luchaba con vehemencia por liberarse de ellas, pero resultaba en vano... Apenas podía verse nada ahí fuera, y sin embargo no consiguió que Christian fuera más despacio.

De pronto, algo cayó contra el cristal de la luna delantera, rasgándolo. Dejé escapar un grito. Las ruedas patina- ron a la vez que Christian daba un volantazo y pisaba con fuerza el freno, precipitándome violentamente hacia un lado y luego hacia delante. Los frenos chirriaron hasta detenerse por completo y un fuerte olor a neumático quemado comenzó a llenar el interior del coche.

Durante unos segundos, ambos nos quedamos en silencio, con la mirada fija en la carretera y el sonido del limpia parabrisas retumbando en los oídos.

—No salgas del coche —dijo con voz grave, mientras abría la puerta. Su voz me sobresaltó.

La tormenta se introdujo en el interior del vehículo a través de la puerta abierta. Por el espejo retrovisor, lo vi atravesar la lluvia, iluminado por los faros traseros del coche, y acuclillarse junto a algo en un lado del asfalto. Enfrente, a través de las gotas del parabrisas, divisé los faros del coche de Elora. Ella y alguien que supuse que era Lester se acercaron a Christian. Debería haberle hecho caso, pero no fue así, en un acto involuntario, salí fuera. La lluvia me caló en un par de segundos. Tuve que ponerme una mano a modo de visera para evitar que el agua me cayera en los ojos.

Seguíamos en algún lugar entre las montañas, rodeados de un frondoso bosque y la nieve había desaparecido. La carretera estaba desierta, no parecía que hubiese nadie más allí en varios kilómetros a la redonda. Me reuní con ellos justo cuando Christian movía con un pie el objeto.

—Bueno —oí decir a Elora con un ligero tonillo de satisfacción—, no puedo decir que me sienta apenada.

Esperaba encontrar una piedra, una rama o algo parecido, pero en cuanto le dio la vuelta, retrocedí y grité histéricamente hasta casi sentir que mis pulmones se desangraban. El rostro de Christian se endureció a la vez que palidecía. No era una piedra, ni una rama, sino una cabeza..., la cabeza de Lisange.

______

继续阅读

You'll Also Like

49.9K 8.3K 15
Enamorarse siempre es hermoso. Excepto cuando eres un guardián de luz y nadie puede verte, ni siquiera ella. Y sólo puedes conocerla a través de sus...
6.2M 599K 53
[PRIMER LIBRO] Victoria Massey es trasladada al internado Fennoith tras intentar envenenar a su padrastro con matarratas. Después de la muerte de Ad...
1.8K 699 13
Cristal creció en un pueblo pequeño alejado de la ciudad . Este lugar era una granja donde vivía con sus abuelos debido a que perdió a sus padres en...
223K 13.9K 63
LUKEZEL DÚOLOGIA DE EL CHICO RARO LIBRO I ¿Alguna vez te has detenido a pensar en que pasaría si todas las historias que te contaban de pequeño simp...