*narra Ana*
Antes de comer hemos hecho una Masterclass y estoy bastante disgustada porque se me ha dado muy mal, ya que también había que participar. Este sentimiento de derrota hace que me plantee si esta va a ser mi última semana aquí. Y como no quiero que eso suceda, tengo que pensar en alguna cosa para mejorar. Después de comer, estamos todos reunidos en la sala común y comento mi actual y precaria situación. Enseguida, Manuel se ofrece a ayudarme. En la residencia hay una cocina para que practiquemos, así que es perfecto. Se lo agradezco con un beso en la mejilla.
Aparte de eso, hay tensión en el ambiente. Se nota que el amor ha llamado a la puerta y lo ha puesto todo patas arriba. El grupo se dispersa y nos quedamos Manuel, Marta, Aina, Lluc y yo en el centro. Mauro y Mendicuti conversan profundamente. Martina y Víctor se van, ya que no aguantan tanta hostilidad, sobre todo por parte de Claudia, que no deja de mirarles como si fuera a lanzarles una flecha directa al corazón. Rocío intenta animarla, pero parece que es inútil. Y Teresa y Guillermo parece que juegan a hacerse daño. Curioso juego.
Marta: No entiendo lo de Martina y Víctor. Ayer intenta besarme... Y hoy ya está con otra.
Ana: A los chicos les faltan un montón de tornillos. No intentes entenderles. No lo conseguirás.
Manuel: Pues ayer vi cómo se te caían unos cuantos tornillos, Anita.
Ana: ¿Me los recogiste?
Manuel: Sí, pero me los guardé para mí. Como me faltan un montón, ya sabes.
Ana: Bien hecho, no te los reclamo porque a mí me sobran. - le saco la lengua. Me encanta picar a Manuel.
Lluc: Por cierto, ¿dónde está Mario?
Aina, que lleva ausente todo el día, por fin abre la boca.
Aina: Se fue. No se podía quedar más y ya está de camino a casa.
Lluc: Vaya.
Marta: Sí, vaya. Lo siento, amor.
Aina: No pasa nada, estoy bien.
Espero que ahora que Mario ya no está, no vuelva a renacer el amor que Aina sentía por Manuel...