*narra Manuel*
Creo que he salido airoso de la situación. Es decir, creo que no se me ha notado que mientras fingía alegrarme por su relación, un monstruo que estaba dormido en mi interior se ha despertado de tal manera que lo único que ahora quiere es estrangular a Marco. Para más inri, se ha ido, dejándome a solas con la chica que ocupa todos mis pensamientos. Y yo ahora tengo que seguir fingiendo, cuando de lo único que tengo ganas es de columpiarme tan fuerte y salir volando, para alejarme de todo esto.
Ana: No soporto el silencio incómodo.
Manuel: Quién dice que sea incómodo?
Ana: Para ti no lo es?
Manuel: Un poco. Es que me he quedado sin palabras. No me lo esperaba. Pero me alegro un montón, de verdad.
De lo único que me alegro es de que Marco se vaya. Manuel, no seas cruel. Es tu amigo. Sí. Es mi amigo, pero un amigo que sale con la chica de mis sueños. No lo culpes, él no sabe que es la chica de tus sueños. Callaos. Me estáis tormentando.
Sí, soy un chico que habla con sus dos "yo", el bueno y el malo. Divertido, ¿verdad?
Ana: No esperaba que te lo tomases así.
Manuel: Por?
Ana: Ya sabes, la primera vez que nos besamos fue todo lo contrario.
Manuel: Pero hicimos un trato. Va, dejemos de hablar ya de este tema. Vamos a divertirnos.
Necesito desviar esos pensamientos si no quiero que el monstruo de mi interior salga al exterior.
Me levanto del columpio y empiezo a hacerle cosquillas a Ana. Ella se zafa de mí y se escapa corriendo, pero consigo volver a atraparla. Se defiende y me ataca con sus cosquillas. Realmente es muy buena haciendo cosquillas, sabe encontrar el punto débil. Caemos al suelo de la risa y nos quedamos quietos, mirándonos. Estoy a punto de besarla, pero me echo atrás en el último momento. Mi yo bueno, el racional, me ha alertado de que es mi mejor amiga y si intento besarla lo fastidiaría todo. Le doy la mano y nos quedamos mirando las estrellas hasta que nos sumimos en un profundo sueño.