Capítulo 3. Grades.

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Abre la puerta de golpe, con la ilusión de encontrarlo lleno de alumnos haciendo ruido y sin un maestro que los controle; pero, para su mala suerte, un aula silenciada con un docente dirigiendo es lo que se encuentra.

—Joder— susurra para sí mismo.

—Tomlinson, ¿puedo saber el motivo de su retraso?— cruza sus brazos y eleva una ceja en su dirección.

—Yo... Eh... Tuve problemas— rasca su nuca, con la esperanza de que eso sea suficiente para olvidar el tema.

Lo mira de arriba a abajo, analizándolo —Castigo, después de clases te quiero en el laboratorio, limpiarás las sustancias de los de primero— anota su propia instrucción en la libreta.

—¡Pero ya es el tercero en la semana!— reclama —Y los de primero dejan el lugar jodidamente asqueroso.

—Es el tercero porque lo mereces, y cuida tu lenguaje en mi presencia— menciona sin dejar de apuntar, termina de hacerlo y lo mira de nuevo mientras desprende la hoja de la libreta —Puedes sentarte— señala un lugar vacío y extiende el papel hacia el chico, Louis bufa, lo toma de mala gana y comienza a caminar a dicho asiento.

La profesora se levanta de su silla y comienza a dar la clase, hablando sin parar y escribiendo sin detenerse. Algunos toman nota, preocupados por pasar. Otros escuchan atentamente, buscado un excelente, sin embargo la mayoría se encuentra escribiendo mensajes, mandando recados en un pedazo de papel, conversando, o simplemente absorbidos por sus mentes, prestando atención únicamente a los propios pensamientos. Louis pertenece a este último grupo.

Un par de golpes en la puerta bastan para que todo se quede en silencio, la directora de la institución se hace presente en el aula de clases, con su semblante serio, sin llegar a intimidar.

—Buenos días jóvenes— saluda con su peculiar voz, demasiado grave para ser femenina, demasiado aguda para ser masculina, y demasiada desnivelada para ser un punto medio. Recibe respuesta en coro por parte de todos, en tono aburrido y cansado.

—Necesito llevar a Louis conmigo— señala al chico, quien ni siquiera ha notado la presencia de la mujer. Se encuentra con la cabeza ladeada, con su mano hecha puño sosteniéndola, y la mirada perdida en un punto fijo de la nada.

—¡Tomlinson!— grita la maestra, logrando llevarlo fuera de su mente y sobresaltarlo —La directora quiere hablar con usted— el chico asiente torpemente, se levanta de la silla, toma sus cosas y se retira, siguiendo los pasos de la mujer.

—Me imagino que eres consciente de la beca deportiva de la cual dispones— habla mientras caminan por los pasillos. Los alumnos dentro de los salones los miran curiosos, preguntándose qué problema ha obtenido esta vez el capitán del equipo más importante del colegio, en que lío se habrá metido o en que pelea se involucró. Obviamente, la mayoría jamás sabría lo que realmente ocurre.

—Si—afirma desinteresado y sin mostrar respeto a la autoridad —¿A qué viene eso?— pregunta, de pronto preocupado, cuando el peor pensamiento le atraviesa la mente.

—También sabes que, aparte de brindar al colegio un alto nivel deportivo, para mantener esa beca tus notas deben ser buenas, quizás no excelentes pero algo por encima de los ochenta puntos— varía el timbre de su voz conforme las palabras salen de su boca.

Asiente con la cabeza, estando de acuerdo en lo que dice.

—Bien, el último periodo, no ha sido satisfactorio— lo mira de reojo, encontrándose al chico con la mirada gacha como es su costumbre. Manos en los bolsillos para no variar. Y semblante neutro —Debes mejorar o irás perdiendo de a poco el privilegio, hasta que se vaya por completo.

Locked In [larry stylinson]Where stories live. Discover now