Capítulo 8. Roomies.

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"Quiero jugar contigo. Quiero destruirte hasta que supliques por un poco de paz, hasta que te duela escuchar mi nombre. Quiero que tiembles ante mi imagen. Quiero que salgas de mi vida"

—Vamos— susurra Harry tan bajo como puede, e ingresa a su habitación en silencio. Louis se encuentra dormido y, como es costumbre en él, su torso está desnudo, mientras la sábana cubre hasta la mitad de su espalda, pero se pega a su trasero, resaltando la forma de éste.

Harry lo mira por unos breves segundos.

Puede odiarlo, puede que deteste su actitud descarada, y puede considerarse tan heterosexual como quiera, pero el cuerpo de Louis es como la excepción en todos los sentidos. Su definida cintura y su firme trasero protagonizan cientos de fantasías sexuales, pero aún no logra aceptarlo, ni siquiera ante él mismo, aún cuando no puede evitar morder su labio inferior mientras recorre su cuerpo entero con la mirada.

Aprieta los ojos, alejando esas ideas —Ahora— murmura hacia Andrew, defensivo del equipo.

El rubio se acerca en silencio a la cama, acompañado de Edward. Ambos vierten con cuidado algo de miel sobre el cabello del castaño, también dejan caer un poco sobre su espalda y hombros desnudos, se alejan una vez que han vaciado ambas botellas.

—Michael— ordena el rizado. El chico de cabello púrpura se acerca a la cama, con Calum a su lado. Michael se encarga de esparcir plumas de colores por todo el recorrido hecho previamente con la miel. Calum aparta la sábana, para hacer un extraño delineado en el trasero del chico, al igual que sobre su cabeza, utilizando crema batida.

Louis se mueve un poco, y ambos chicos dan un respingo hacia atrás, pero el mayor sólo gira la cabeza, embarrando toda su mejilla con la espuma blanca.

Entonces sólo quedan Charlie y Harry, ya que Chris no quiso participar en aquella broma, por temor a ser castigado.

—¿Brillantina, agua o sirope?— pregunta Charlie, mencionando los objetos que aún no se encuentran sobre Louis.

—Sirope— sonríe con malicia, y toma los dos galones. Los abre sin problema, y los deja caer sobre todo el suelo que rodea a la cama, asegurándose de que Louis lo pise al despertar.

Charlie, por otro lado, toma un par de botellas de agua y las ata juntas con una soga. Lanza el extremo libre lo más lejos que puede, mientras que con una mano sostiene el par de botellas, evitando que caigan. Las deja sobre la cabecera de metal, destapadas, y destinadas a caer cuando tiren de la soga. Crean una trampa perfectamente calculada.

Finalmente, Harry toma la brillantina y la lanza sobre el cuerpo del castaño, llenándole la espalda y el cabello con ese polvo brillante de color rosa.

—Increíble— sonríe mientras admira todo lo que han creado. Mira la hora, seis cincuenta y cinco, en cinco minutos sonará el despertador del castaño, pero no esperarán ni un simple segundo. Antes de dar inicio a todo ese espectáculo, comienza a tomar vídeo con su celular.

—Hagamos esto— da un tirón a la soga, y las tres botellas caen sobre la cabeza de Louis, empapando su cabello, pero sin remover la miel en absoluto. El mayor despierta sobresaltado, y mira al rededor confundido.

—¿Qué mierda?— exclama al ver a la mitad del equipo ahí, y siente algo caer sobre sus ojos. Un brillante polvo rosado —Oh, no— lleva las manos a su cabeza, y siente lo pegajoso de la miel, junto a la rasposa brillantina —No, no— comienza a tocar su cuerpo entero, dándose cuenta de todos los residuos sobre él.

—¡Imbécil!— exclama y sale de la cama apurado, sin embargo, al poner el primer pie en el suelo, siente el sirope de chocolate embarrarse entre sus dedos, pero para el momento en que lo nota, su segundo pie ha bajado también. Mira asqueado, y camina con cuidado para evitar caerse. De cualquier forma, no lo logra, y cae de estómago contra el suelo.

Locked In [larry stylinson]Where stories live. Discover now