Capítulo 61 - Un millón de años atrás

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No supe cuánto tiempo estuve en el piso de mi habitación, tampoco sé cuántas lagrimas derramaba, pero sí sé cuándo los brazos fuertes de Daniela me sostuvieron y me abrazaron contra ella arrullándome y protegiéndome.

— Estoy aquí, gordita. Estoy aquí. –repetía con esa dulce voz, sus delicadas manos se paseaban por todo mi cabello llegando a mi espalda. Sabía que ella misma estaba luchando contra cualquier poder sobrenatural para no llorar junto a mí.

— Di-dime que está bien, que-que las dos están bien. –pedía más como una súplica ante mí ya cuarteado corazón.

— Amor, vamos para que te tomes algo –propuso ignorando por completo lo que había dicho y eso, ¡maldición! Eso me confirmo lo que sospechaba.

— ¡Dime! –me deshice de su agarre y la miré fijamente —¡Dime! –ella tragó en seco y negó con la cabeza.

— De camino hacía acá, Hiro me llamó y me informó que encontraron a los guardaespaldas de Valentina muertos en un depósito del Staples Center. –mi cuerpo se heló al instante, sin embargo, me cacheteé mentalmente, ese no era momento para desfallecer así que le insistí con la mirada a Daniela para que continuase. —Mi amor, es preferible que tomes algo y te acuestes, descansa un poco.

— Daniela. Dime que más encontraron, sé que hay algo más, tus ojos me lo dicen. –limpié mi rostro fallando en el intento pues sin poder evitarlo aparecían más y más lágrimas.

— También encontraron una gran mancha de sangre... pero-pero no encontraron ni a Villa ni a Valentina.

Unos segundos le costó a mi cerebro procesar aquella información, como pude y evitando el tacto de Calle que para el momento sentía que quemaba en mi piel, me puse de pie y corrí al exterior. Detrás de mí solo escuchaba los gritos de Calle pidiendo que parase, corrí y corrí como si con eso mi dolor y tormento pudieran desaparecer, como si con eso pudiera despertar de la pesadilla en la que se había convertido mi vida.

Llegué a una parte de la casa que daba con un lago y me detuvé en seco. Traté de recuperar mi aliento dejando mis manos en mis rodillas y respirando incontrolablemente.

Levanté mi vista y me golpeo de lleno la realidad, estaba sola.

Grité.

Grité todo lo que mi cuerpo me permitió.

Grité todo lo que el dolor me permitió.

Grité hasta desgarrarme por dentro.

Valentina no estaba.

Y yo estaba sola.


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Pov Calle

Me detuve a un par de metros de Poché, ella estaba tan abatida, tan adolorida que simplemente no soportaba aquello, quería con todas mis fuerzas que el dolor que ella estaba sintiendo, lo sintiera yo al diez mil sin con eso lograba que en ella desapareciese.

Me acerqué lentamente y la volví a envolver en mis brazos.

— Mírame –le pedí mientras sostenía su rostro entre mis manos, ella apenas logro enfocarme, sus ojos estaban hundidos entre lágrimas —Te juro que la traeré, que las traeré a ambas. Incluso si con eso tengo que dar mi propia vida. Las traeré de vuelta, mi amor.

Un par de horas después

Llevé a Poché a mi casa, específicamente a mi cuarto, sentí que era el único lugar donde realmente yo estaba segura que no le iba a pasar nada, no permitía que nadie se le acercara. Estaba siendo paranoica pero no me iba a arriesgar que a ella le pasara algo.

Sin embargo, también traje a todos nuestros amigos e incluso a Camila a la casa, los alojé en la casa de invitados cercana. Rodeé con cientos de guardaespaldas y junto con la policía, mi casa parecía la fortaleza más segura de todos los tiempos.

Efectivamente Valentina había sido secuestrada, pero no teníamos pista alguna de Villa y eso me preocupaba al máximo pues la sangre que se encontró era de ella y según lo que dijeron los especialistas, la cantidad que derramó era suficiente para que pudiese estar muerta.

Muerta.

Aquella posibilidad me abrumaba, hacía que me dieran ganas de vomitar del pánico de decirlo incluso en mi mente.

— Señora, encontraron un rastro. –Mike entró de golpe en mi estudio, haciéndome sobresaltar.

— ¡¿Qué?!

— El vehículo donde trasladaron a la señorita Valentina y que se ve en las cintas de video, lo encontraron.

— ¿Dónde? ¡Vamos entonces! –me puse de pie inmediatamente y encaminé mis pasos apresurados hacia la salida.

— ¡Señora! –gritó Mike a mis espaldas, me giré y lo encaré —Ya fue un grupo hasta el lugar, nos mantendrán informados, pero sabe que no es seguro que salga de esa forma.

— ¡No puedo entenderlo! –grité tan fuerte que todos los que estaban en la sala de investigaciones salieron hacia la sala —No puedo creer que un maldito malnacido no esté viendo la cara a todos. ¡NO PUEDO CREER QUE UN MALDITO PSICÓPATA SEA MAS INTELIGENTE QUE TODOS NOSOTROS! ¡MALDITA SEA! ¡NOS HA VISTO LA CARA MILES DE VECES Y NO HEMOS SIDO CAPACES DE ATRAPARLO! –dejé salir sin poder contenerme, quizás era mi propio miedo el que hablaba, pero no me importó.

Sin dar chance a una respuesta que estoy segura ninguno tendría, salí de allí y fui hasta mi carro, lo encendí y salí de la propiedad, no malgasté tiempo en mirar mi retrovisor, sabía que estaba siendo seguida por los guardaespaldas.

Conduje una media hora hasta llegar al sitio donde mi alma necesitaba estar, apagué el motor y me bajé dejando las llaves pegadas y la puerta abierta, corrí y al llegar al sitio me dejé caer sobre la aún reciente grama.

Delante de mi estaba la lápida de Juan Carlos.

No podía creer que estaba pasando lo mismo, que me confié y que estuviese pasando lo mismo.

Ahora el maldito tenía a Valentina y quien sabe lo que habrá hecho con Villa, ahora sí que estaba jodida porque no sabía qué camino seguir, que hacer o cómo actuar.

Lloré.

¿Cómo fue que llegamos a todo esto?

¡Dios por favor, ayúdame!

¡Dios por favor, ayúdame!

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Detrás de las Cámaras | Caché | TERMINADAWhere stories live. Discover now