Capítulo 49 - Nuevamente tuya

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— Báilame aquí –le ordené al oído.

Su trasero se movía sin compasión sobre mi pelvis y yo la ayudaba sujetándola por las caderas, mi excitación aumentaba cada vez más, mordía mis labios y cerraba los ojos cada vez que sentía como hacía presión sobre mi clítoris.

Subí una de mis manos hasta su pecho, alcé su brasier dejando sus senos al aire y apreté uno de ellos.

Ella gimió y yo apreté mucho más. Su pezón fue a parar entre mis dedos, lo pellizcaba delicadamente y ella lo gozaba. Le termine de desabrochar esa prenda y ahora eran mis dos manos las que jugaban con sus pezones, mientras ella hacía maravillas con su trasero.

— Estoy tan húmeda –confesó en un hilo de voz.

— Quiero comprobarlo –le contesté bajando mi mano hasta su zona sensible, acariciaba su vagina por encima del pantalón y podía sentir como sus fluidos traspasaban. — ¡Qué rico, amor! –dije en su oído chupando el lóbulo de su oreja.

Atormentada por lo excitada que me encontraba, la tomé por las caderas haciendo que se volteara y dejándola caer sobre la cama.

— Aún no he terminado con mi baile –decía mirándome con una sonrisa.

— Puedes bailar sobre mí estando desnuda, amor –desabroché su pantalón dejándola en bragas, yo estaba por quitarme mi ropa pero ella lo impidió.

— Déjame hacerlo a mí –me quitó la ropa mientras dejaba besos sobre mi cuerpo, yo cerraba los ojos al sentir sus labios sobre mi piel.

— Te amo tanto, Poché –le confesé entre la lujuria y la pasión del momento mientras la miraba directo a los ojos.

Ambas estábamos en bragas únicamente, ella se apoderó de mis senos, hundió su cara en ellos, pasó su lengua haciéndome delirar. Mis pezones fueron a parar al interior de su húmeda boca, el movimiento de su lengua sumado a las chupadas con sus labios me hicieron ver el cielo. No se cohibió de movimiento alguno, con desespero devoraba mis pechos ya rojos por las chupadas.

Caí sobre ella lentamente dejando que nuestros clítoris se rozaran, me movía despacio, no había prisa para terminar con aquel acto porque la tendría solo para mí durante dos días.

Fui dejando un rastro de besos sobre su cara, pecho, abdomen y finalmente el lugar que con tanto desespero me reclamaba. Besaba su monte de venus, la braga era lo único que separaba mi boca de su piel, para hacer más tortuoso aquel momento para mi bella peliazulada, pase de ese lugar y me fui a sus piernas, ella soltó un bufido en señal de frustración.

— Te necesito ahí, Calle –me pedía con esa voz ronca que me excitaba más.

— ¿Dónde? –estaba jugando con ella y con su placer.

— ¡Demonios, Calle! –se quejaba

— Dime lo que quieres, Poché y yo te lo doy –sonreí sobre su monte de venus.

— Quiero sentir tu lengua y tus labios en mi clítoris –respondió sin ningún pudor.

— Me encanta cuando hablas con ese lenguaje tan sucio –bajé sus bragas dejándome ver ese paraíso por el que he perdido la cabeza, su clítoris estaba inflamado de lo excitada que se encontraba y su humedad era maravillosamente perfecta.

Me acerqué abriéndole más las piernas y acomodándola en la orilla de la cama, me arrodillé y con la punta de mi lengua limpié los fluidos que estaban en el medio de sus labios vaginales, ella gimió. Con mis dedos abrí aún más aquella zona y fui directo a ese clítoris que tenía el sabor a gloria.

Lo chupé y lamí como una loca haciendo que ella se retorciera sobre las sabanas, los movimientos rápidos de mi lengua iban al compás de los movimientos que hacía ella con sus caderas. Sentí como sus manos se posicionaron en mi cabeza obligándome a adentrarme más, mi lengua fue a parar al fondo de su vagina, entraba y salía continuamente.

Subí mis manos y apreté con ganas sus senos, que maravilla ese momento.

Me separé y fui directo a su boca para que probara ese sabor que a mí tanto me enloquecía. Quité la única prenda que quedaba sobre mí y me fui sobre ella.

— Quiero que nos comamos mutuamente. –ella entendió a lo que me refería. Me acosté y ella se subió sobre mí a la inversa para hacer un perfecto 69.

En el momento que sentí como su lengua hacía contacto con mi clítoris, no pude evitar que saliera un grito de mí. Estaba demasiado excitada y mojada, introduje dos de mis dedos en ella haciendo que gritara también, su cintura comenzó a moverse al sentirme adentro y yo le daba nalgadas haciendo que se marcara mi mano sobre esa piel tersa.

Ella copio mi movimiento y se adentró en mí, apreté mis labios al sentirla y ella comenzó con movimientos rápidos a penetrarme mientras mi clítoris seguía en su boca. ¡Qué delicia!

Sentía que en cualquier momento mi orgasmo iba a explotar. Saqué mis dedos haciendo que se quejara nuevamente al sentirme fuera de ella. La acosté boca arriba y yo me acomodé sobre ella, entrelace nuestras piernas haciendo que nuestros clítoris se rozaran, empecé a moverse encima.

¡Qué rico era aquel contacto! No había algo más placentero que sentir como su clítoris movía el mío en esa fricción.

Devoré su boca, su lengua, sus labios.

Jadeos, gemidos y pequeños gritos que se nos escapaban cuando ya era inmenso el placer. Nuestras miradas se encontraron y nos perdimos por minutos. Verme reflejada en esos aceitunados ojos dilatados por la lujuria del momento era una maravilla.

— Te amo, Daniela –dijo con dificultad cuando estaba por llegar al orgasmo, seguí moviéndome sobre ella, ahora con más fuerza y rapidez. Ella se acopló a mis movimientos y se unió a esa excitante danza.

— Te amo, María José –respondí casi en un quejido cuando por fin ese orgasmo había explotado en ambas dejándonos bañadas de nuestros fluidos.

Dejé caer mi cuerpo ya agotado sobre ella con cuidado de no lastimarla, acomodé mi cabeza de lado sobre su pecho dejándome escuchar esos sonidos que me dieron una paz inmediata: los latidos de su corazón, aún se encontraban acelerados. Cerré mis ojos y sonreí.

Ella acarició mi cabello y yo no podía sentirme más feliz.

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Detrás de las Cámaras | Caché | TERMINADAWhere stories live. Discover now