Capítulo 8 - Cartagena

Start from the beginning
                                    

Tomé mi cartera, terminé de arreglarme y cuando me disponía a salir Vale entró al cuarto.

— Poché... ¿puedo hablar contigo? –notaba que estaba triste, por lo que asentí de manera inmediata.

— Claro, hermanita. ¿Qué pasó? –le pregunté mientras acariciaba su cara y acomodaba su cabello.

— Extraño a mamá –respondió mirándome con sus ojos brillosos y haciendo que esas palabras estrujaran mi corazón —siento que me hace muchísima falta –siguió —es tan difícil todo sin ella. Al menos tú tienes algunos recuerdos con ella, pero yo no recuerdo nada, es como si nunca hubiera existido para mí.

Su voz se quebraba con cada palabra que pronunciaba y yo no sabía ni siquiera que responderle.

— Necesito saber cómo eran sus abrazos, Poché. Necesito recordarla, tenerla en mi mente.

Llené de aire mis pulmones y la abracé. Mi hermanita tiene razón, eran pocos los recuerdos que podría haber en su memoria, era muy pequeña cuando todo pasó.

— Vale... –mis ojos ya estaban llenos de lágrimas —Vale, tienes que pensar que ella siempre está con nosotros, cuidándonos –traté de decirle eso para consolarla, pero la verdad era que a mí también me hacía demasiada falta —nuestra mamita está aquí, con nosotras –coloqué mi mano en su pecho, tomé la suya y la lleve hasta el mío.

No sé cuánto tiempo la abracé, pero sé que fue el suficiente para que no se sintiera sola. Vale, mi papá, mi abuelita y Calle eran lo más importante en mi vida y haría cualquier cosa para hacerlos felices siempre.

El sonido de mi celular me hizo volver a la realidad y dejar aquel abrazo, Daniela estaba escribiendo, la paciencia no era una de sus virtudes.

— Sé que tienes que salir, Poché -dijo Vale con la voz algo ronca.

— Puedo quedarme contigo –respondí acunando su rostro, pero ella negó.

— Ve tranquila ya me siento mejor, solo prométeme que no me dejarás nunca –sentí como apretaba mi mano con fuerza, en sus ojos lograba ver el amor más puro que pueda existir, su mirada era tan parecida a la de nuestra mamá.

— Te lo prometo, mi bambi bonita –la abracé y al separarme dejé un beso en su frente.

Salí de la habitación con destino a la casa de Calle. Tomé un taxi y di su dirección. Para hacer más corto el trayecto empecé a revisar mi celular, abrí la galería y sonreí al ver que en la mayoría de fotos estaba Daniela.

Había una en específico que me gustaba mucho, porque ella se veía especialmente hermosa, di un poco de zoom a esa foto y la miré por unos minutos, estaba sumergida en los pensamientos que se paseaban por mi cabeza.

«Te quiero mucho, frutita» era lo primero que se presentaba en mi mente mientras veía su foto.

— Señorita, ya llegamos –dijo el chofer sacándome de mi ensoñación y le sonreí alzando mi mirada, efectivamente estaba frente a su casa.

Pagué y bajé del auto caminando hacia la puerta principal, toqué el timbre y en menos de un minuto mi mundo se iluminó.

Calle, abrió la puerta y me recibió con esa sonrisa que me encantaba, se acercó a mí y dejó un corto beso cerca de mis labios.

— Hola, Poché –no me dejó ni responder porque enseguida me tomó de la mano y me llevó hasta el jardín.

La casa de Calle era muy grande y espaciosa, tenía áreas verdes hermosas y una vista espectacular. Cuando llegamos al jardín pude notar que ella tenía todo preparado, había una mantita en el césped y una canasta con algunas cosas para comer.

Detrás de las Cámaras | Caché | TERMINADAWhere stories live. Discover now