77. Antigua profecía

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Lo son.—Entrecortó, hostil. La de la trenza ladeó la cabeza—¿Te das cuenta de cuántas guerras han sido provocadas por meros caprichos? Los que morían no eran los altos cargos, si no gente como nosotros. Civiles. Niños...Familia.

Tienes razón.—Musitó la azabache. Y a fin de cuentas, así lo creía. Lo que decía él era verdad. Una gran verdad—Los que pagan por las guerras de los demás son los que menos lo merecen. Y, sobretodo, las pequeñas aldeas...Siempre son los que sufren más.

—Pues, entonces...

Pero la gente que está ahora no tienen la culpa.—Expuso, entrecortando la palabra al pelirrojo. Él la miró con un poco de recelo, como si lo que estuviera diciendo fuera simple palabrería—No miento cuando digo que concuerdo contigo.—Gruñó—La humanidad es demasiado estúpida y siempre hace estas cosas, aun así...

—No tienes ni idea de lo que hemos llegado a pasar en la guerra, Yuki...—Habló la de ojos dorados, con frialdad—De lo que perdimos. De la gente que importante que se fue de nuestro lado.

«De hecho, sí me hago una idea» Pensó, sólo manteniendo una mirada tosca.

Iba a ser complicado, porque ambas conocían el horror que habían pasado. Y, lo que probablemente, seguían sintiendo debido a todo su pasado.

Pero esto era para salvar a mucha gente, y salvarlos a ellos dos. Para no dejar que Nagato muriera una vez hiciera volver a la vida a todos los demás. Y para impedir que Konan muriese protegiendo sus ideas y las del rubio impulsivo.

Para que ellos también pudieran tener una segunda oportunidad.

—No sé quiénes sois en realidad ni de dónde venís.—Manifestó él, volviendo a ahuyentar el silencio—Pero de lo que sí que estoy seguro, es que no sois las simples chicas que me asegurabais al principio.

Ali hizo una breve mueca cínica.

Eso ya lo sabías desde la primera vez que me viste, bonito. No me seas mentiroso.

—Ciertamente, me lo llevo preguntando desde la primera vez.—Admitió, también con un deje de cinismo—Pero sigo sin tener las respuestas que ansío.

Maica miró el rostro de su fría chica y, después, al pelirrojo. Ninguno dudaba un momento de su palabra, y ambos seguían manteniendo la mirada seria hasta que alguno la apartase, pero no iba a ser así; Era como siempre, ellos dos retándose y sin ninguno deshacer sus ideas.

La de cabello corto suspiró y agarró aire, apretando el puño para tranquilizarse un poco.

El haber llegado hasta aquí era un enorme paso. El estar frente a Nagato era algo que llevaban planeado desde el principio, y debían de hacerlo como lo habían dicho.

—Sí...—Articuló ella, en todo el silencio que se había amontonado—Si prometes que no atacarás la aldea, te contaremos toda la verdad.

Alice la miró sin una expresión exacta, pensaba varias cosas. Mas no respondió. Lo único que hizo fue analizar el rostro que tenía el pelirrojo en ese momento, quien también intentaba descifrar qué era lo que querían y por qué le importaba tanto Konoha.

Sin embargo, sabía que todavía había más escondido en sus palabras. Algo que aún no decían y se notaba.

—Lo haremos.—Suspiró la de la trenza, cruzándose de brazos—Si Konan y tú nos dais vuestra palabra, realizaremos la nuestra.

El del rinnegan cambió la atención de antes, y la posicionó en el enmascarado que no había abierto la boca en ningún momento.

¿No tienes nada que decir, Madara?

Mundo deseado|Akatsuki & Naruto|Where stories live. Discover now