57. La otra cara de la moneda

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Pov Alice

—Ah, maldita sea...Sigue sin despertarse.—Gruñó Hidan, quien se había acabado de levantar de su pequeña siesta y, ahora, miraba a Maica—...Me vengaré. 

—Pareces un disco rayado.—Dije quejándome, observando por la ventana sentada—Deja de decir tanto que te vas a vengar y ves a comer, que eres el único que todavía no ha probado bocado. 

El albino musitó alguna cosa y se levantó de la cama, bostezando de por medio.

—Esto tiene que ser alguna clase de maldición, porque después de que ella y yo lo hiciér...—Me giré con los ojos expresivos, a lo grande, para mirarlo con mala cara y, al ver la metedura de pata que hizo, intentó hacer ver que no había dicho nada—La promesa, Yuki. Una promesa.

¿Promesa? ¿Se cree éste que soy tonta o qué? ¡Como si no me hubiese enterado de a lo que se refería!

—Nada raro, sólo una promesa.—Siguió excusándose, poniendo los brazos en alto en señal de paz entretanto me acercaba a él. 

Kakuzu negó con la cabeza ante sus palabras, como si estuviera harto de su idiotez.

—Hidan...Estás muerto.—Susurró el de los hilos, tras un suspiro.

—¿Con que una promesa, eh?—Sonreí con falsa inocencia, viendo que él tragaba en seco algo nervioso. Una vez frente a él, seguí sonriendo con algo de sadismo—Escucha bien, porque sólo lo diré una vez...Como le hagas daño de alguna manera, juro que te cortaré en pedacitos y esparciré cada miembro tuyo que haya cortado en cada país diferente, ¿Bien?

El religioso hizo una mueca de desagrado.

—Te creo, no hace falta que lo jures.—Dijo alejándose de mí y acercándose a su otro compañero, como si éste lo fuese a proteger—Yuki...Y yo que pensaba que te estaba empezando a caer mejor...¡Qué soy tu cuñado!—Dio voces de manera dramática y con mohínes.

—Pues ten cuidado con lo que haces, "cuñado".—Rodé los ojos. Me crují los nudillos y volví a mi posición de antes; Sentada observando la ventana.

—Sin corazón...—Musitó, sentándose en algún lugar— No tienes corazón...

Hidan siguió hablando, sin parar; De su increíble Dios Jashin, de cómo odia a Kakuzu y que lo quiere matar, de su venganza contra los de la hoja...Hablaba tanto, que desconecté mi chip de la cabeza y me abstraje mirando por fuera del cuarto, pero por más que lo hacía, seguía escuchando un ruido molesto que llegaba a mis oídos.

—Y es lo que haré, he estado perfeccionando y creo que...

—Cállate ya, Hidan. Por favor...—Suspiré masajeándome la sien con sosiego, ya cansada. El otro inmortal asintió dándome la razón.

Creo que si no se callaba, o Kakuzu lo mataba y se atragantaría con su propia lengua.

Aludido, gruñó y bufó de mal humor. Se levantó de manera brusca, dando grandes zancadas y caminando hacia la puerta para salir de allí y, probablemente, dejar de vernos a los dos.

—Así no se puede, ¡Me voy a comer, ahí os quedáis!—Abrió la puerta, mas Kakuzu también se levantó de su asiento, acaparando nuestra atención y haciendo que él se quedase quieto—¿A dónde vas? ¿Me vas a pegar? ¿Quieres pelea?

—Voy a registrar la zona.—Contestó sin más, ignorando su cara y pasando por delante de él sin hablarle. 

—Será...¡Quédate tú con Misa, ahora volvemos!—Dijo antes de salir corriendo para alcanzar a su "rival"—¡Eh, qué me esperes Kakuzu!

Mundo deseado|Akatsuki & Naruto|Where stories live. Discover now