59. Opacidad

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—Tienes ojeras, Yuki.—Comentó un rubio de pelo largo, al tanto que entraba por el salón.

La azabache se encontraba ahí, en la mesa del salón masajeándose la sien mientras bostezaba con pesadez y cansancio. Deidara al verlo se rió y le dio una pequeña palmada en la cabeza, mientras se acercaba a la cocina para coger dos vasos de la estantería.

—Buenos días a ti también, Dei-chan.—Dijo, dejando caer su cabeza en la mesa—Oye, podrías...

—¡Lo sé, lo sé! Hacerte un vaso de leche caliente, sí.—Habló desde la cocina. Salió de allí y se encaminó a ella— No veo que estés en condiciones ni de recordar tu nombre, no hacía falta ni que me lo dijeras. De nada—Le guiñó un ojo, poniéndole el vaso delante de ella para que lo cogiera. Ali lo agarró y le sonrió—¿Qué te pasa, no has podido dormir o qué? 

—Muchas gracias.—Cantó antes de darle un sorbo. Segundos después, negó con la cabeza a la pregunta de Deidara—No mucho, si te soy sincera. 

«Incluso creo que en algún momento me explotará la cabeza de lo mucho que me duele, pero de todas maneras...Y ese mal sentimiento cada vez es más grande» Pensó ella, sin hacer caso a lo que le pedía en ese instante el cuerpo; descansar.

—Yo te estaba esperando a ver si me levantabas, como me prometiste...—Dijo sonriente, a lo que ella le miró mal—No cumples tus promesas, eso es maldad. 

—No es eso, idiota... Es que me he perdido en el sendero de la vida mientras iba a tu cuarto.

Deidara volvió a reír y se sentó a su lado. La ojiverde volvió a bostezar, y poco a poco y sin desearlo, sus manos y su cabeza comenzaban a bajar con lentitud y se hacían cada vez más pesados; Se estaba durmiendo. 

Por debajo de la mesa, el de ojos azules le pegó una patada, y ella rebotó del susto escuchándose un gran "¡Auch!". Pero ahora estaba despejada y despierta, gracias a cierta persona.

—No te duermas, que te estoy hablando.—Expresó un rubio con malicia, sonriendo de lado por la graciosa escena que tenía frente a él.

—Serás...—Se quejó con una expresión tétrica, devolviéndole la patada de la misma manera. Ahora el que se quejó fue él—¿Qué, duele? ¡Ese es el dulce sonido de la venganza!

—No hagáis tanto ruido de buena mañana, vosotros dos. —Dijo otra voz, una masculina. 

El rubio se giró indignado, como si no fuese su culpa. Pero por parte de Ali, ella estaba haciéndose ver seria y tranquila, como si no hubiera hecho nada nunca en su vida. 

Vamos, que los dos son unos mentirosos y unos teatreros. 

—Buenos días, querido pelirrojo.

—Porque no la has visto, danna. No es mi culpa. —Se excusó el adorador de las explosiones.

—Eres mala persona, Dei-chan...—Articuló haciéndose la ofendida. Se llevó la mano al pecho y suspiró—Muy mala persona.

—No me hagas parecer el culpable de todo aquí, Shiro.—Dijo señalándola con una cuchara—¿Quién te ha hecho el desayuno mientras tú estabas durmiendo, eh? 

—No sé, ¿Quién? Como estaba durmiendo, no he podido verlo...—Una sonrisa realmente burlona apareció por el rostro de Alice. Claramente se estaba metiendo con él. 

—Oi, ¿Ahora quién es la mala persona?

—¿Sabéis la hora que es? Son las seis y media de la mañanna, vais a acabar despertando a los demás.—Articuló algo indiferente el de la arena. 

Mundo deseado|Akatsuki & Naruto|Where stories live. Discover now