Mundo deseado|Akatsuki & Naruto|

8. Confusión

Pov Alice

— ¿Sabes por qué...?

— N-No...—Respondí, extrañada.

Su cercanía se hizo más notoria. Tanto, que podía sentir su cálida respiración en mi oreja, a punto de susurrarme.

— Porque...me interesas.

Me sonrojé. Sí, mis mejillas se sentían acaloradas. 

Estaba totalmente sorprendida, me esperaba cualquier respuesta, menos esa. ¿Qué le intereso? ¿Está jugando conmigo? Bueno, eso es obvio.

Encima, es el verdadero Uchiha Madara. Uno de mis favoritos y lo tengo aquí, a centímetros mío...

Era demasiado para mí en ese momento. Para mí y mi cerebro. 

Arrugué la nariz por puro instinto, moviendo la cabeza ligeramente.

— Estás muy cerca, aléjate.

— ¿Y si no quiero?—Preguntó lleno de malicia— ¿Te pongo nerviosa?

— No—Respondí con toda seriedad—. Y querrás.

— Con que querré, eh...—Volvió a cogerme de la muñeca, con parsimonia y vigor— ¿Pues sabes qué quiero yo? Que será mejor que ni tú ni tu amiga digáis absolutamente nada.

Hice una mueca.

— Si no lo hemos hecho antes...No es como si lo fuéramos a hacer ahora.

Madara se me quedó observando unos segundos, sin añadir nada a lo que dije. Posteriormente, me fue soltando poco a poco.

— Por vuestro bien.

Ahora se había apartado, más o menos, dejándome más espacio. Aun así, seguía en frente mío, mirándome.

Seguía sin creérmelo. ¿Qué narices había pasado con Obito?

Me lo quedé observando un rato, como una persona normal que acaba de ver a su gato hablar. Pareció darse cuenta, a lo que puso una cara extraña.

— ¿Tengo monos en la cara?

— Sí.

— ¿Sí?—Inquirió, con el ceño fruncido.

—Madara—Le llamé. Movió un poco su cuello, desinteresado—¿Cómo es que estás vivo...?—Interrogué, desconfiada a más no poder— Deberías de estar muerto.

— ¿Te interesa ese dato?—Alzó una ceja, mas su rostro era serio.

— No preguntaría si no fuese así—Admití, con simplicidad. 

— Ya, es una pena—Y sin más, se incorporó.

Será cabrón...

Se levantó de la cama. Pareció que se iba a ir, pero al mismo momento en el que creí que volvería a estar en la misma situación, paró en seco.

— Estabas teniendo una pesadilla antes.

— ¿Eh?—Me desconcerté ante el súbito comentario. Me acaricié el cuello—Ah, bueno. Para mí es normal, muchas veces las tengo...Más que nada—Levanté el mentón, molesta— ¿Por qué cojones estabas encima mío?

— Porque sí—Respondió, colocándose de nuevo la máscara.

— ¡Qué bien!—Dije con sarcasmo. Me ayuda mucho, claro.

De soslayo, me ojeó.

— Me gustaría seguir bailando un rato más contigo, pero me tengo que ir.