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Capítulo 1450

"¿Tú? ¿Quieres estudiar pintura?"
Lucas pensó que había escuchado mal. Le parecía bastante ridículo y no pegaba con su personalidad. ¿Quién iba a creer que una niña nacida en una familia de gánsteres podía estar interesada en algo tan sublime como el arte?

"Sí. Cuando era pequeña me gustaba dibujar, pero luego lo dejé. Así que quiero aprovechar esta oportunidad para retomar los estudios, y ver si todavía tengo el talento y la habilidad que una vez tuve. La madre de Saint es una pintora famosa, así que quiero aprender de ella".
Yeineth estaba dolida por el tono de Lucas.

Al casarse con él, ella había dejado de lado muchas cosas que definían su personalidad, y se había vuelto menos segura de sí misma por ser el blanco de su mirada desdeñosa todo el tiempo. Le hacía sentir que, a sus ojos, no era buena para nada.

"¡Haz lo que quieras! Eso es asunto tuyo. En ese asunto puedes decidir por ti misma. Aquí tienes mi tarjeta de crédito para que compres lo que quieras y no le pidas dinero a tus padres".
Dijo Lucas mientras sacaba una tarjeta dorada de su billetera para entregársela.

"¡Oh! No la necesito. Tengo dinero para las clases".
Dijo Yeineth negándose a tomar la tarjeta. Si ella aceptaba que él se hiciera cargo de los gastos, él podía pensar que se casó por dinero.

"¿Qué? ¿Tienes dudas sobre lo que estoy diciendo? ¿O quieres avergonzarme y hacer que todos piensen que mi esposa necesita el apoyo económico de sus padres?"
Lucas estaba enfadado, y las venas de sus manos que sostenían la tarjeta se notaban abultadas. Él estaba haciendo todo lo posible para no irritarse y arruinar su mañana.

"No le he pedido dinero a mi familia".
Dijo mordiéndose los labios y sintiéndose atacada sin razón alguna.

A pesar de esto, aceptó la tarjeta de crédito ya que no se atrevía a poner a prueba su paciencia. Además, se había prometido a sí misma que iba a ser una buena esposa, sin importar lo irritado y enfadado que le hablara su marido.

Si todos vinieran a este mundo para redimirse, seguramente que Lucas sería el mayor desafío y obstáculo que ella tendría que superar. Daba igual lo mucho que lo intentara, era imposible llegar al corazón de este hombre. La gente debía pensar que era una masoquista.

"Bien. ¿Y has encontrado una escuela?"
Preguntó Lucas mientras se preparaba para irse.

"¡Sí! La madre de Saint se ha puesto en contacto con una escuela para que yo pueda asistir a sus clases".
Dijo Yeineth con voz temerosa. No tenía idea de que sus palabras iban a ser el detonante para que él la atacara de nuevo.

"Bueno, veo que ya lo tienes todo decidido, así que ¿por qué te tomas la molestia de preguntarme?"
Sacudió él la cabeza y resopló con una sonrisa irritada. Aunque no quería preocuparse por los asuntos de su esposa, eso no significaba que no le importaba lo que hacía.

"Eso no es así del todo. Si tú no estás de acuerdo, no voy".
Al ver su rostro serio, se sintió confundida. ¿Acaso no le era indiferente todo lo que tuviera que ver con ella? ¿Por qué estaba enojado ahora?

"No he dicho eso. Teniendo en cuenta tus orígenes, es bueno que mejores tu educación y agregues algo de refinamiento a tu personalidad".
Lucas no quería decir eso, ni que sonara tan mal, pero cuando las palabras salieron de su boca sonaron bastante insultantes, como si ella fuera de clase muy inferior.

"Parece que te importa mucho mi origen".
Cerrando los ojos, sintió que la amargura se iba apoderando de ella y que se extendía por todo su cuerpo. Últimamente parecía importarle mucho su pasado.

"No, le estás dando muchas vueltas. Mira, yo no dejo que te metas en mis asuntos, así que yo no me voy a meter en los tuyos. Me parece un trato bastante justo, ¿no?"
Dijo Lucas mirándola y, sin darle tiempo a decir nada, salió de la habitación rápidamente.

Yeineth no quería darle muchas vueltas en la cabeza a lo que este hombre en verdad quería decirle detrás de esos ojos tan fríos. Ella no quería saberlo.

Cuando estuvo segura de que Lucas se había ido, se apoyó contra la pared y se deslizó lentamente hacia el piso, sintiendo que toda las fuerzas la abandonaban.

Sí, estaba pensando demasiado. Ella creía que como su esposa, tenía el deber de informarle lo que hacía en su vida cotidiana, pero estaba claro que a él no le importaba en lo más mínimo.

Entonces, ¿por qué estaba haciendo esto? ¡Era tan estúpida! Lo único que conseguía era que la insultara. Ella no pudo elegir ni cambiar sus orígenes, y él lo sabía antes de sumergirse en esta relación.

Él sacaba el tema y se lo echaba en cara solo para lastimarla. ¿Era realmente tan humillante para él aceptar los antecedentes de su familia? Al mirar la tarjeta de crédito en su mano, de repente sintió que estaba siendo muy ridícula.

¿Era este el matrimonio que ella había querido? Vivían bajo el mismo techo, pero no tenían ninguna conexión. Quizás las cosas irían mejor si solo fueran dos extraños. Por lo menos así no se sentiría atacada y dolida sin saber qué era lo que estaba haciendo mal.

Cuando Lucas salió de la casa, no pudo evitar volver la cabeza y echar un vistazo a la puerta detrás de él. Luego se alejó rápidamente. No pudo evitar que le asaltaran muchos pensamientos en ese momento, todos envueltos de culpa, ira y tristeza.

Estaba molesto porque nunca podía controlar su temperamento frente a ella, y lo que le entristecía era que, aunque intentaba mantenerla alejada de su vida pasada de pandillas, ella era capaz de encontrar alguna otra forma de divertirse y pasarla bien.

Yeineth no se regodeó demasiado en su dolor y tristeza. Cuando la vida le ponía zancadillas, ella se ponía de pie decidida y más fuerte que antes. Así era ella, y no se dejaría pisotear por eso.

Además de empezar a estudiar pintura, también se apuntó a un curso intensivo para aprender a cocinar. No iba a perder el tiempo en remordimientos, por el contrario, empezaría a hacer algo de provecho con su vida.

"Señora Yein, ¿va a salir ahora? Todavía es temprano".
María preguntó confundida al verla bajar las escaleras. Muy rara vez la veía levantarse tan temprano.

"¡Sí! Iré al hospital a visitar a un amigo. No necesitas prepararme el almuerzo. Puede que vuelva muy tarde".
Con el cabello sujetado en media cola y con ropa casual, se veía muy guapa.

"Bien, lo que usted diga".
Mirandola salir de la casa y desaparecer, María no pudo evitar lanzar un profundo suspiro.

El señor Lucas era un hombre frío por naturaleza y no iba a ser fácil llegar a su corazón. Sin embargo, no perdía la esperanza de que con el paso del tiempo él finalmente llegara a darse cuenta del amor que sentía la señora por él.

De lo contrario, iban a tener un matrimonio miserable y vivirían con resentimientos el resto de sus vidas.

Un verdadero amor. 8a parte.Where stories live. Discover now