#04

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No era sencillo ser una chica tan inteligente y bella, aunque parece que eso sería el paraíso, sin duda no lo era para Robin, quien tenía que soportar malos comentarios día tras día, pues al parecer si eres bella no puedes ser inteligente, pero ella claro que lo era.

Miro a su alrededor, estaba sola de nuevo, no tenía muchas amistades en clase, pero no le preocupaba demasiado, tenia a su mejor amiga, una chica de cabello naranja con un carácter bastante fuerte, pero la mejor chica que Robin pudo conocer.

La miro acercarse a ella corriendo, tenía entre sus manos una bolsa de papel que parecía contener comida, detrás suyo venían tres chicos, la sonrisa maliciosa que se formó en los labios de la peli naranja hizo a Robin enrojecer.

-¡Hola!-la saludo demasiado alegre.- traje a unos cuantos amigos.- le guiño un ojo.- Sanji, Luffy y Zoro.

Claro que Robin los conocía, sabía muy bien quienes eran esos tres hombres, en especial el más serio de ellos, quien tenía puesta la capucha de su chamarra para ocultar tres pendientes dorados que colgaban de su oreja.

-Ya los conocía.- dijo fingiendo que su presencia no la alteraba.- Sanji y Luffy van conmigo en Alimentos y bebidas, Zoro va conmigo en deportes.- el último mencionado la observo un poco confuso, normalmente era invisible, no le gustaba sobresalir.

Era bueno en todas sus materias, siempre obtenía buenas calificaciones, especialmente en actividades deportivas, pero prefería estar escondido, no le gustaba ser reconocido.

Igual que ella.

Nami sonrió muy ampliamente al ver a su amiga reconocer a esos tres chicos, la intención de Nami era todo menos inocente, ella quería que su amiga saliera de su zona de confort y y conociera a alguien ¿y quien mejor que uno de esos tres bombones?

-Ya teníamos el gusto.- habló sanji con una enorme sonrisa, luffy asintió frenéticamente antes de sonreírle.

-Una vez hicimos equipo para alimentos.- luffy señaló bastante animado, Robin asintió sonriendo.

Robin busco con su mirada al tercer chico, quien era el que más curiosidad le causaba, y lo encontró sentado a una silla de distancia, cuando él notó su mirada, sonrió levemente y la miró a los ojos, con una intensidad que haría que cualquiera se pusiera de rodillas, excepto ella.

Los otros dos chicos tomaron asiento justo frente a ella y comenzaron una amena platica, eran dos chicos bastante amigables y muy lindos, eran mucho mejor de los viejos rumores que había escuchando de ellos en los pasillos de la escuela, al único que no hicieron hablar mucho, fue al peliverde, quien seguía estando a una pequeña distancia, sin meterse a la conversación, simplemente viendo de vez en cuando hacia ellos.

La campana sono y el receso terminó bastante rápido, fue una buena platica, pero todos debían ir a clases, así que se despidieron con la promesa de salir juntos algún día y todos partieron a sus clases, para posteriormente irse a sus casas.

Nami y Robin solían irse juntas de clase caminando a sus casas, pero había dos días a la semana que no coincidían sus horarios, por lo que debían salir solas, y este fue uno de esos días.

Robin salió de la escuela con rumbo hacia su casa, había tenido clase de deportes y se había extendido un poco más de lo normal, por lo que la escuela estaba casi vacía.

Camino tranquilamente rumbo a su casa, que realmente no quedaba muy lejos, así que iba con calma sin tomarle mucha importancia a su alrededor.

Hasta que sintió una mano en su brazo y un jalón hacia el atrás.

-¿Que pasa belleza? ¿Por qué decidiste salir solita?- le murmuró una voz en el oído y sintió pánico, no era la primera vez que recibía acoso, pero siempre era igual de aterrador.

Intento soltarse y apaciguo su rostro, no quería que la vieran muerta de miedo.

-Hago lo que todo estudiante normal haría, salir de las clases para ir a casa.- le respondió con una voz calmada, mientras que con la mirada buscaba quien pudiera ayudarla, pero no veía nada, estaba sola y en problemas.

-Lastima que ahora estas conmigo, así que de una, ¡Teléfono, cartera y todo lo que tengas!, y si hay tiempo, vete despidiendo de la ropa también.- el hombre sonrió para mostrar su asquerosa dentadura manchada.

-¿Por qué no has llegado a la casa?- Escucho una voz molesta detrás de ella y su pánico creció, hasta que se giro y vio un rostro conocido, una cabellera verde y tres pendientes colgando de su oreja. - Mamá te está esperando para comer.- le dijo señalando hacía atrás, ella sonrió.

-Tuve un inconveniente.- le dijo siguiendo el juego intentando zafar su brazo del agarre de su pequeño acosador.- Pero ya iba.

-Bueno, es mejor que la dejes, amigo.- Le dijo zoro señalando el aharre que tenia en el brazo de ella.- No me gusta mucho ver la forma en la que sostienes a mi hermana.

El hombre vio entre ambos chicos, pasaba de verla a ella a verlo a él y la soltó, viendo fijamente a Robin antes de irse.

-No cantes victoria, a la próxima que te vea sola me las pagas.- después de decir eso se dio la vuelta y corrió, Robin alargo un suspiro.

-¡Muchas gracias! No sabía como quitármelo de encima.

Zoro sonrió mientras le quitaba la mochila del hombro y la incitaba a caminar.

-Vamos, te voy a acompañar a tu casa.- Robin sonrió y asintió.

El camino a casa de Robin era bastante pequeño, aún así, en ese pequeño tramo conversaron bastante bien y se conocieron un poco, Zoro era mucho más conversador cuando estaban solos que cuando había gente alrededor y eso para Robin era bueno, no le gustaban mucho las multitudes.

Al llegar a casa de Robin, él le entregó su mochila y le sonrió dándose media vuelta.

-¡Espera!- le dijo Robin poniendo su mano sobre el hombro de él, quien giro lentamente, atrapando su mano y entrelazando sus dedos antes de soltarla, al verla a los ojos sonrió.

Antes de que Zoro pudiera decir algo, sonrió la calidez de unos labios sobre su mejilla, lo que hizo que sintiera un extraño calor recorrer todo su cuerpo.

-Muchas gracias por ayudarme, me dio algo de pánico por que no es la primera vez que me pasa y me quedé en blanco.

Zoro se encogió de hombros.

-Al parecer tendré que acompañarte a tu casa todos los días después de la salida.- Le guiño un ojo antes de sonreírle.- También puedo pasar por ti, solamente que tendrías que acostumbrarte a las motos.

Ella sonrió, no era común en ella estar nerviosa, pero la presencia de este hombre la ponía a temblar.

-me parece perfecto, muchas gracias.- le sonrió y el asintió...

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one shorts de ZoroxRobin.Where stories live. Discover now