-No quiero hablar de eso.- Saqué las palabras como si una fuerza mayor me hubiera obligado a hacerlo, y salieron acuosas, temblorosas, como si no quisiera decir nada, inhale profundo y voltee a verla rezando por que mis ojos no se notarán repletos de lágrimas contenidas.- Lo siento si te incomodamos, solo...

-¿Disculpa? ¡SE GRITARON DE TODO!- Parecía realmente enterada de la situación, la forma en la qué se dirigió a mi me dio pena, ¿si habíamos gritado muy fuerte?- Yo solo quiero saber si estas bien.

Quise restarle importancia al hecho de estar totalmente debilitada emocionalmente por la situación, así que salí de ahí sin decir nada, pero ella me siguió.

-¿Necesitas algo? ¿Quieres tomar un café? Digo, habían sido varios meses y...

-¿Meses? ¿Cómo sabes tú que habían sido meses?- La miré cambiando mi tristeza por un poco de indignación, me dio una sonrisa apenada y con eso fue suficiente.

Estaba del lado de él.

Iba a responderle que por favor dejara las cosas ser a su manera y que evitara involucrarse, pero un ruido extraño me hizo ponerme alerta.

El sentimiento de tristeza fue rápidamente desplazado por mi sentido de supervivencia, juré escuchar pasos pero no podía ver a nadie, Nami pareció comprenderlo, por que también comenzó a ver en todas direcciones atenta al más mínimo ruido.

Me acerqué a la barandilla del barco y me encontré con unos curiosos lobos marinos qué subían a cubierta, estaban andando por todos lados y correteaban entre ellos.

-¡Aaaah!- Nami grito antes de reír cuando uno de ellos le saltó encima.

Me reí un poco, pero pronto sentí el empujón por la espalda.

Me hizo golpearme directo en el estómago con la barandilla del barco y sentí como todo el aire salía de mi, el curioso animal quería jugar, pero me había golpeado realmente duro.

Me reí también, intentando quitarlo de encima, pero quería jugar y me presionaba cada vez más fuerte, así que termine empujandolo con todas mis fuerzas para alejarlo de mi.

Había unos siete de esos correteando por cubierta, peleando por pescados que habian atrapado y otros simplemente tomando el sol, recostados sin mas.

Nami había entretenido a uno de ellos  con cariñitos sobre la cabeza, y había uno que me empujaba por el estómago, tocando mi ombligo con su pequeña nariz.

Gracias a eso descubrí qué la inflamación qué habia estado sufriendo seguía ahí y parecía empeorar con creces.

Mi ombligo estaba algo saltado.

Sentí escalofríos y llevé una mano a mi espalda, de pronto las piernas me temblaron y comencé a sentir un pequeño hormigueo extraño alrededor de la cadera.

Pero no iba a dejarme vencer otra vez por el maldito dolor producto de las inflamaciones.

Me acerque al lobo marino y acaricie su cabeza, de inmediato aceptó el gesto y se acercó a mi, recargandose contra mi cadera.

De pronto tuve dos más frente a mi, Nami parecía enamorada de ellos, especialmente cuando descubrió qué uno llevaba en su aleta enredada una cadena de oro que lo estaba lastimando.

Sentí mi boca volverse agua gracias a las ganas de vomitar qué me dieron de pronto, pero trague saliva y me dedique a ignorar el malestar.

Nami comenzó a seguir a los lobos creyendo qué ellos sabrían dónde había más oro, así todos se fueron y me quede únicamente con dos de ellos, quienes me miraban y me empujaban un poco con las puntas de sus narices, pero no entendía a donde.

one shorts de ZoroxRobin.Where stories live. Discover now