Unas horas después la banda se encontraba reunida, Nami no se separo ni un solo minuto de Robin, trataba de comprender su dolor, pero simplemente Robin no lloró, no demostró nada, habían retrocedido a cuando recién entraba a la banda y era total seriedad y ojos pareciendo vacíos.

Ni Robin ni zoro lloraron en presencia de la banda, no fue hasta unas semanas después, cuando se encontraban totalmente solos y regresaron a casa a guardar cada pequeña cosita que habían adquirido para su bebé que rompieron en llanto ambos, solos y en la intimidad de su hogar, en donde ellos mismos se sostenían el uno al otro y comprendían su dolor.

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-¿Entonces quieres mantener todo en secreto? ¿Hasta cuando? Tu vientre comenzará a crecer, debes tener tus revisiones médicas contantes y sobre todo, los niños de la isla lo notarán, sabes que aman enfrentarse a ti y ahora no pueden.

Robin suspiro y lo miro, se aferro a el en un fuerte abrazo y luego beso su cuello.

-Hemos sido fuertes todo este tiempo, ¿puedo ser débil y esconderme unos meses? Realmente quiero que esto suceda, quiero que seamos felices.- Zoro la sostuvo mejor entre sus brazos y la acomodo como si fuese un bebé.

-Claro que vamos a poder, reducire lo más que pueda las largas idas a la isla,  los niños podrán seguir entrenando, sólo que ya no los llevare al río, se tendrán que conformar con el Dojo... Y prometo no dejarte sola ni un segundo ¿estas de acuerdo?- Robin asintió frenéticamente.

-Quiero a Chopper aquí.- zoro miro a Robin.- los últimos meses... Si llega a pasar lo mismo chopper podría ayudar, él pudo haberla salvado.

-Deja de torturarte así.- frunció el ceño.

-Deja tú de torturarte diciendo que si hubieras llegado antes eso no hubiese pasado.- Zoro gruñó sabiendo que era verdad.

-Bueno, entonces en cuando alguno de los chicos venga le diremos y evitaremos totalmente cartas y mensajes de ese estilo, ¿cierto? Nada de ir a tiendas de bebés, lo seguiremos evitando en los pasillos de las tiendas y después fingiremos que has ido a una investigación muy importante.

Robin sonrió un poco al imaginarse en un par de meses más, con un vientre más crecido, recordo las pataditas, la búsqueda de nombre y todo el hermoso proceso que era dar vida.

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Robin terminaba de arreglar sus flores, contaba con aproximadamente seis meses de embarazo, Zoro la vigilaba desde la puerta del patio gracias a que los pequeños que acababan de tener entrenamiento miraban curiosos hacia adentro.

-¡Robin-chan!- gritaban con ánimos hacia la morena, ella les sonreía mientras seguía arreglando sus plantas.- ¿Por qué ya no nos ha visitado?

-¡Pronto iré con ustedes!- les dijo sonriendo y guiñandoles un ojo.- Es que me he sentido un poco enferma.-, Zoro gruñó por lo bajo cuando uno de ellos dio un paso hacia adelante, y Robin conociendo al hombre con el que vivía hizo crecer varios pares extra de brazos para entretener a los pequeños.

Todos comenzaron a correr detrás de las manos, y cuando Robin creo una copia de ella que los invitaba a correr y juguetear, los niños estallaron en carcajadas corriendo y demostrando su plena alegría.

El entrenamiento había terminado, los últimos niños correteaban a sus casas ansiosos de llegar y degustar la cena, sin embargo tres pequeños se quedaron recargados en la entrada, Zoro se cruzo de brazos mirándolos y frunciendo el ceño.

Amaba a los niños, eran inocentes y muy divertidos, pero en estos momentos se sentía alerta de cualquier cosa que pudieran ver o decir, pues un comentario inocente de alguno de ellos podría desatar nuevamente el infierno, los pequeños se asomaban hacia la morena, pues fue ella quien les enseñó a amar la lectura y les mostró las maravillas de un buen libro o la magia de perderse entre los mundos mágicos, sin dejar de lado que les ayudaba con los problemas que pudiesen tener en su hogar.

one shorts de ZoroxRobin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora