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Segunda parte de Señorita.
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—No va a volver. Me he hecho la idea desde hace tiempo. Soy una tonta.
—No digas eso.
—Él solo quería acostarse conmigo y lo logró. Debí dejarlo ahí y no combinar mis sentimientos.
—Pero...
—Seamos realistas. ¿Porque se quedaría con una chica que cedió por completo en la primera noche? Ahora debe creer que soy una fácil.—Le regreso su cigarrillo y sacudo un poco la falda de mi uniforme antes de entrar a seguir con mi turno.
Él está ahí. A dos mesas de distancia. Mirándome como cazador a su presa. Trato de no ponerme nerviosa y sigo despachando a los otros comensales llenando sus tazas de café, paso de largo su mesa y antes de que pudiese decir algo una de mis compañeras ya se encontraba sobre él sirviendole algo de café y coqueteando entre preguntas y frases sobre el menú.
Durante toda la tarde no se mueve de su sitio. Mira cada uno de mis movimientos con concentración mientras revuelve aquel café frío con una cuchara.
Durante mi hora de salida decido salir por la puerta trasera. No me sorprende que este ahí, inclinado en una pared, esperándome. ¿Cómo demonios supo que saldría por ahí?
—Señorita.
—Dejame tranquila. No quiero escucharte.
—Dejame explicarte. No quise desaparecer de esa manera.—Me quedo callada esperando respuesta pero su falta de palabras me hace darme cuenta de que solo está buscando excusarse con alguna mentira.
—Vete. Ya hiciste suficiente haciéndome sentir como una cualquiera.
—Nunca fue mi intención.—Decido darme la vuelta y seguir mi camino. No quiero seguir escuchando sus excusas.—Tan siquiera déjame llevarte a casa. Debes estar cansada.
Si fuese más inteligente no habría cedido. Pero ahí me tiene sujetando su cintura y escondiendo mi rostro en su espalda mientras nos adentra a la ciudad.
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—Bien, gracias por traerme. Ya puedes irte.
—¿Ni siquiera me ofrecerás una taza de café? ¿O algo?
—La última vez que te ofrecí algo termine sola en una habitación de hotel.
—¿Cuántas veces tendré que decir lo lamento? Me tienes loco, señorita. He vuelto por ti.—Me resisto ante su toque tanto como puedo pero sus manos encajando perfectamente en mis caderas me hacen querer ceder nuevamente. Estoy ansiosa por sentir su toque nuevamente.
—Solo un poco de tequila. Después te marchas.
—No prometo nada.
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Siento un terrible calor en todo mi cuerpo. El alcohol ha hecho más de la cuenta y ahora me encuentro en los poderosos muslos de aquel canalla recibiendo la mejor sesión de besos que he tenido en toda mi vida.
Sus manos encajando perfectamente en mis caderas, mis manos en esa mata de cabello perdiendonos en el cuerpo del otro.
Quiero alejarme, decirle que se vaya pero a este punto ya no puedo hacerlo. Tal vez sentirle en mi por última vez no sea mala idea.
—¿Dónde está tu habitación?
—Tengo un mejor lugar para esto.
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Shawn no se molesta en retirar las pocas prendas que aún conservaba de mi uniforme ni sus vaqueros en cuanto entra a la ducha conmigo envuelta en sus caderas. El agua comienza a tornarse caliente al igual que nuestros cuerpos haciendo las sensaciones casi inexplicables.
—Te necesito. Ahora.
Me sonríe burlesco y solo hace mis bragas a un lado encargándose de darme placer con dos de sus dedos.
—Papi, no pares.
—Me pone muchísimo que me llames así.
Delinea mi quijada con la punta de su lengua y envuelve en sus labios aquellas protuberancias en mis senos. Necesito más.
Me revuelvo un poco con cierta desesperación haciendo que deje de tocarme. Mientras observo como el agua empapa su cabello comienzo a desnudarme por completo prosigo con sus pantalones y antes que el pudiese decirme algo ya le tenía dentro de mi boca haciendo que mi lengua danzara en aquella tersa piel tratando de delinear la larga vena que ha aparecido ante su excitación.
Sus manos se enredan en mi cabello y sus caderas tratan de buscar alivio moviéndose algo inquieto. Sé que está a punto de correrse cuando soy capaz de sentir su sabor en mi lengua pero no. Esto aún está empezando.
—Cierra la llave. Vamos a terminar esto en otro sitio.—No me obedece, solo me toma de las caderas y entra en mi de una sola vez mientras mi espalda choca contra la fría cerámica. Es la primera vez que estamos piel a piel. Y lejos de asustarme solo me hace querer más.
Nos saca de aquel húmedo sitio sin molestarse por tomar una toalla y secarnos un poco. Me deja sobre la mesa y abre mis piernas tanto como puede. Esta a punto de partirme en dos.
Sus movimientos son bruscos en busca de su propia liberación, sus manos tocan mi cuerpo tanto como puede y sus labios no dejan de tocar los míos de manera desesperada.
—Dejate ir. Hazlo conmigo.
Lo hago. Dejo escapar toda mi satisfacción en un suspiro y siento su cuerpo caer un poco sobre mi. Me envuelve en su cuerpo y a tientas camina a mi habitación para dejarse caer en esta junto conmigo.
—Duerme tranquila. Estaré aquí por la mañana.
Tuve mis dudas pero lo hizo. Se quedó.
Esta vez me encuentro nuevamente envolviendo su cintura con mis manos y mi rostro en su espalda escapando juntos a una nueva vida.
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Comenten desgraciadas que me partí el culo haciéndoles los smuts