Dedicado a mariabelen2010
—¿Estamos listos para esto?
—Sí. Tranquilo, todo saldrá a nuestro favor.
—¿Y si no soy nada bueno? ¿Si me odia? ¿Y si se va de la casa antes de los dieciocho porque ya no nos soporta?
—Aun no nos darán a un niño, amor. Conoceremos a los padres del bebé y arreglaremos los papeles necesarios con la trabajadora social. Vamos, se nos hará tarde.
—¿Estás nerviosa?
—No, estoy muy feliz. Tenemos en nuestras manos la posibilidad de ser una familia.—Shawn secó una pequeña lágrima traviesa de mi rostro y beso mi nariz, tomó mi mano y ambos caminamos juntos hacia el auto.
Desde que nos casamos hace cinco años tuvimos el sueño de formar una familia. Lo intentamos por tres años sin tener éxito alguno debido a que, después de largos examen médico, descubrimos que mi vientre era una zona muy hostil como para albergar vida y Shawn tenía unos soldados demasiado lentos como para fecundar un óvulo por otro tipo de métodos.
A pesar de las discusiones, llantos y un par de peleas finalmente tomamos la decisión de comenzar con un proceso de adopción. Esperamos por un par de semanas la respuesta de una agencia de adopción hasta que nos contactaron con la noticia de la llegada de una pareja demasiado joven dispuestas a entregarnos a su bebé.
Mi chico estacionó el auto frente a aquel edificio en el cual llevaríamos a cabo el papeleo necesario para la adopción y conoceríamos a la pareja que nos habían elegido como padres adoptivos para su pequeño. Tomé su mano con fuerza mientras caminabamos hacia las oficinas y besé su mejilla antes de iniciar la sesión con la trabajadora social.
—Señor y señora Mendes, es un gusto saludarles de nuevo. ¿Han traído los papeles necesarios?.—Shawn se los extendió torpemente y al hacerlo pude notar como secó sus manos sudadas en su pantalón.—¿Se llevan siete años de diferencia?
—Si.
—Ambos tienen un buen ingreso económico por lo que puedo observar. Su solicitud de adopción está perfectamente estructurada. Todo pinta hacía algo bueno, chicos. Programaremos una visita a su hogar en unos días para evaluar su entorno y la manera en la que ustedes se llevan. Y es algo pronto para decirlo pero hay muchas posibilidades de que sean aceptados.—Apreté la mano de Shawn tratando de contener mi emoción pero esta fue completamente traicionera al hacerme derramar un par de lágrimas.—Vengan, vamos a presentarnos con la pareja que les dará a su bebé.
—No llores, cielo.—Susurró Shawn en mi oído cuando la trabajadora se alejó un poco más de nosotros.
—Llevamos años esperando esto. No puedo creer que estemos tan cerca.
—Pensé que sería yo quien lloraría.
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—Ella es Alice y él es Leo. Chicos, ellos son los Mendes.—No debían tener más de dieciséis años. Se veían algo asustados y temerosos por lo que decidimos no abrumarlos y respetar su espacio.—Son la pareja que han elegido.
—Es un gusto conocerlos.—Saludo mi esposo de manera cortés ganándose casi al instante la confianza de aquellos dos chiquillos.
—Los dejaré solos por un momento para que charlen. Terminaremos de afinar detalles sobre el papeleo en un rato más.
Hablar con aquellos dos chicos fue algo extraño, aún no podía hacerme la idea que aquel pequeñito que crecía en el vientre de aquella chica podría llamarme mamá dentro de un par de años. Parece que se sentían cómodos con nosotros y eso era una muy buena señal.
El papeleo fue aceptado, pasamos las pruebas finales y ahora solo teníamos que esperar el nacimiento de el nuevo integrante de nuestra familia.
—¿Te gusta? No pude decidir si era mejor la pintura gris o la blanca así que busqué ideas en internet. Sé que las nubes que dibuje no son perfectas pero...
—Me encanta. Gracias.
—Todo por nuestro pequeñito. ¿Ya decidiste un nombre?
—No, quiero que ambos estemos de acuerdo. Mamá me ha comprado un libro con más de cien mil nombres, ¿Podemos revisarlo durante la cena?
—Claro.—Tomó mi cintura y me besó.—No puedo esperar por iniciar mi familia junto a ti.
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—¡Shawn! ¡Alice ya está dando a luz! ¡Despierta ya idiota tenemos que ir al hospital!
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—No tienes ni idea de cómo luces con un bebé en brazos.—Él se encontraba recargado en el umbral de la puerta mientras observaba como mecía a nuestro pequeñito en la mecedora.
—Después de todos esos exámenes médicos jamás me imaginé que meceria a un bebé tan pequeño en mis brazos. Tengo una familia.
—Siempre la tuviste solamente que éramos dos en ella y ahora somos tres.
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