50: Muñeca

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Cuando JongIn observó la cajita en uno de los escaparates del centro comercial esa tarde, suspiró porque estaba consciente de que era la muñeca favorita de su hija y películas.

Se trataba de una princesa de Disney muy famosa que tenía el cabello largo y rubio, Rapunzel. JiSoo había adoptado esa película cómica desde hacía un par de meses, o quizá un par de semanas, lo cierto era que para JongIn el tiempo pasaba volando cuando se trataba de su hija.

Aún recordaba cuando estaba en el vientre de su padre y él se tiraba sobre la cama para besarlo y susurrarle cuánto la amaba y la esperaba. JongIn suspiró con nostalgia ante ese hecho. En un par de meses más su bebé estaría cumpliendo los dos años y él no sabía cómo es que el tiempo se le había escurrido entre las manos.

JiSoo ya caminaba bien aunque alguna que otra vez se tropezaba y terminaba en el piso, haciendo un puchero para él porque le dolía, mientras esperaba que él fuera y le llenara de besos la carita, besos curativos, a diferencia de los besos mágicos que eran los de KyungSoo, los de JongIn servían para que el dolor se esfumara casi de inmediato, por lo que siempre que podía le llenaba los cachetitos gorditos con sus labios para hacerla sentir mejor.

JiSoo había aprendido muchas palabras nuevas e incluso había crecido bastante, usaba los vestiditos que le compraban sus abuelas y se había convertido en la nieta consentida de sus dos abuelos, que la habían llevado a pasear a muchos lados.

KyungSoo se sentía un poquito preocupado en cuanto a ello, porque amaba a su hija y por lo mismo, no quería que fuera tan consentida, no quería que cuando comenzara a crecer se convirtiera en una niña caprichosa. Se lo había repetido a JongIn un par de veces, y JongIn siempre terminaba de acuerdo con él, pero seguía dándole todo lo que ella pedía, porque era su preciosa princesa.

ㅡ Cuando crezca te dejaré que lidies con ella. ㅡ KyungSoo le había sentenciado una noche antes de dormir, cuando claramente enojado le había fruncido el ceño.

JongIn lo recordaba siempre que JiSoo le pedía algo del montón de cosas que se encontraban cuando la llevaba a pasear, esa noche no había habido beso de buenas noches. KyungSoo se había dado la vuelta para darle la espalda y se había arropado con las sábanas incluso si hacía calor y no le gustaba dormir con las piernas cubiertas.

JongIn había intentado abrazarlo, pasándole el brazo por la cintura pero lo único que había recibido había sido un manotazo que lo hizo retroceder, la noche se había tornado solitaria porque bueno, el hecho de saber que estaban en calidad de enojados aunque estuvieran en la misma cama, le hacía sentir incómodo.

JongIn tampoco quería malcriar a su hija, quería que fuera una encantadora señorita que tuviera lo que ellos pudieran darle y que valorara cada una de esas cosas que tenía en casa. Pero al ver la muñeca tan bonita dentro del empaque, JongIn decidió que era solo una muñeca y que JiSoo se la merecía, era buena niña y se había estado durmiendo temprano, había estado comiendo todo lo que le ponían en el plato y no era grosera.

Definitivamente JongIn no podía dejar esa muñeca en el escaparate.

Cuando llegó a casa, lo primero que hizo fue ponerla en su bolso que siempre solía llevar al trabajo para que no llamara demasiado la atención. Llegó con una sonrisa en el rostro y se dirigió a KyungSoo en cuanto lo vio, como hacía cada que recordaba alguna discrepancia entre los dos; se apresuró a abrazarlo por la cintura para que dejara de hacer lo que sea que estuviese haciendo y hundió su nariz en la base de su cuello para olerlo apropiadamente.

Desde el primer momento ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora