30: Fin de semana

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Los fines de semana se habían convertido en los favoritos de JongIn, podía descansar mediodía del sábado cuando no tenía citas programadas y descansaba el domingo. KyungSoo por lo general tampoco trabajaba los fines de semana, a menos que tuviese un proyecto en puerta que lo estuviese atosigando.

Así que JongIn tenía la libertad completa de despertar en su cama mientras escuchaba las gotas de lluvia sobre el cristal, Septiembre se estaba llevando la temporada de aguas de la ciudad y sin embargo a él le gustaban esos días, en realidad le gustaban todos los días que pudiera amanecer así de tranquilo.

Abrió los ojos, parpadeando una y otra vez hasta que la luz que se atrevía a colarse por las cortinas níveas que KyungSoo había comprado, se topaba con sus ojos y él se acostumbraba a ella. Bostezó cubriéndose la boca con ambas manos antes de estirarse por completo sobre la cama para relajar sus músculos y cuando se giró lo suficiente como para observar el bulto que hacía KyungSoo envuelto en las sábanas, JongIn sonrió satisfecho.

Estiró sus manos y las metió bajo las cobijas para apropiarse de su cintura, acomodando su cuerpo al del bajito y adaptándose con perfección, dejó que su mentón se acomodara entre su cuello y su hombro y se dio el tiempo suficiente para besar la base de su cuello con serenidad, respirando su esencia masculina que lo hacía enloquecer.

KyungSoo lo enamoraba con tan solo respirar, eso se lo repetía cada día que lo veía abrir los ojos ante los suyos y juraba que casi podía ver su reflejo en ellos, eran profundos y brillantes, como el mismo KyungSoo. Destellaban amor en conjunto con esos labios bellos que lo hacían sonreír como un tonto enamorado.

Pasaban los años y él seguía así, como si fuese la primera mañana que despertaba a su lado, aunque ahora tenían una hija que cada día era más bonita y también más grandecita. Y los amaba a los dos, JongIn no podía dejar de repetírselo, porque sentía esa necesidad de hacerlo.

ㅡ Buenos días, Jagi... ㅡ Murmuró el moreno contra su oído, aproximándose para besarle la curva de su mentón gordito.

El bajito se removió entre sus brazos, inquieto por estar aprisionado con los brazos y con los pies de su marido, sonrió por ese simple hecho y se repitió mentalmente que JongIn podía ser el chico más meloso del planeta, pero era su chico meloso. Suyo, para él.

Con ese pensamiento se giró lo suficiente hasta quedar boca arriba, a merced de un JongIn recostado de lado, inclinándose peligrosamente hasta sus labios. KyungSoo se apresuró a meter la sábana entre sus bocas cuando JongIn lo besó dulcemente y el moreno sonrió sonoramente por ese simple hecho.

ㅡ Jagi-yah... te he dicho que los besos son después de lavarnos la boca ㅡ murmuró KyungSoo haciéndose como un gusano sobre la cama para liberarse de las extremidades de su marido, sin demasiado éxito, cabe recalcar.

ㅡ A mí me gusta comerte a besos a todas horas, mi amor...

KyungSoo suspiró, dándose por vencido cuando la nariz de JongIn se acomodó entre su cuello y lo sintió besar detenidamente partes de su piel, sintiendo la reacción inmediata por parte de su cuerpo.

ㅡ Vamos a desayunar, la nena nos espera ㅡ KyungSoo se estiró y con dificultad logró salir de la cama antes de que JongIn lograra su cometido de tener un rapidito matutino, porque aunque le gustaría... también estaba consciente de que pasaban de las nueve y la bebé ya estaba despierta y los rapiditos de JongIn siempre se tomaban su tiempo.

Desde el primer momento ❀ KaiSooWhere stories live. Discover now