• CAPÍTULO 96 •

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Las escaleras eran largas, pero eran completamente rectas. Una vez ya tranquila por la noticia que recibí me encontré a Ruggero recargado en la pared. ¿Cómo se habrá tomado la noticia él?

—¿Todo bien?—Le pregunté, y este asintió con la cabeza pero sin gesticular algún gesto—¿En serio? Sabes que me puedes contar.

—Tú me conoces Karol—Se acerca a mi, rodeando mi cintura entre sus brazos—Y sabes que para yo obtener algo, tengo que hacerlo por mi propia cuenta. Me hubiera gustado yo haber comprado el departamento para nosotros—Y mi corazón se encogió. Se como se ha de sentir Ruggero tras esta noticia, tal vez se esté pensando "Mierda, ¿Porqué yo no me la pude comprar?" Lo se porque lo conozco.

—Pero lo hecho hecho está ¿No?—Le sonreí, dándole un fuerte abrazo—Piensa en la cantidad de cosas que podemos hacer en cualquier lugar del departamento—Y su risa salió apagada, Ay no...

—¿Qué tal si empezamos con comprar cosas? Que bueno que está amueblada, pero faltan para empezar, Platos y vasos—Reí—Falta decorar con marcos de fotos.

—Que no se te olvide toallas de baño.

—Si, Toallas de baño. Tenemos que traernos tus cosas para acá, tal vez llenar el estante de libros que hay en la planta baja.

—Uy, Tú tienes muchos libros por suerte.

—Tú también...

—Si, Pero los míos son la mayoría de romances o de ciencia ficción, los tuyos en verdad son interesantes. Son libros que te hacen inteligentes—Se burló de mi, ¡Bingo! Mínimo obtuve una risa de él.

—Yo también leo los que tu lees.

—¿En serio lees libros de relaciones tóxicas?

—¿En serio te gustó el final de la saga de After? Yo pienso que pudo haber estado mejor...—estallamos de risa, adoro cuando bromea—Ven, Deja mostrare las habitaciones—Tomados de las manos empezamos a recorrer, y entramos a la primera habitación. Era una común y corriente, supongo que es de visitas. En la segunda habitación no había nada, absolutamente nada, pero estaba grande, con una gran ventana de cristal y grandes cortinas.

—Aquí puede ser tu estudio—Le dije—Tú que siempre tienes que estar cien por ciento concentrado cuando estudias.

—Aquí puede ser nuestro cuarto rojo—Al principio no entendí, hasta que recordé los libros de la trilogía de Grey.

—¡Ruggero!—Reí.

—¿Qué? Solo imagínate, tener sexo pegada a la gran ventana, y saber que nadie te puede ver porque estamos en el octavo piso, ¿Qué dices mi querida Anastacia Grey?

—Mmmh... Me moriría por probar eso señor Cristian Grey—Estallamos de risa una ves más—Pero ya en serio. Podríamos poner un escritorio para ti, una computadora, tal vez una impresora, no se... Todo equipado, ¡Ah! También un sofá para venir a sentarme a verte—Sonreí.

—¿Un escritorio para tener sexo? Fíjate que nunca lo había pensado pero suena bien.

—¡Amor! Tú todo lo piensas con sexo.

—No es cierto. Que yo te vea a ti y te relacione con sexo ya es otra cosa—Sonrió, joder, Este hombre me mata—Aún falta una habitación.

Caminamos hasta la siguiente puerta, donde eran donde estaban nuestros padres charlando. Vaya, ésta si que era linda, tenía una gran cama con sábanas y colchas del mismo color que hacían juego con las enormes cortinas. Una alfombra color blanca, decorada con pinturas, dos mesitas de noches, una gran televisión, aire acondicionado... Al caminar más, me topé con una puerta que al abrirla era un gran armario para ropa, ¡Era gigante! ¡Con un gran espejo y con un sillón redondo en el centro! Seguro que Valentina sería feliz viviendo aquí.

¿Por qué Yo? #1 Where stories live. Discover now