76 (Final)(Segunda Temporada)

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Narra Micaela:

— ¿Cómo te estás sintiendo?—Me preguntó Bruno en voz baja, estaba acostado al lado mio.

— No me puedo mover—Respondí con voz perezosa. Él soltó una risa.

— Eso es algo que a cualquier marido le gusta escuchar.—Declaró mientras sus dedos paseaban sin apuro por mi espalda. Respiré profundamente.

La luz entraba por la ventana, iluminando ligeramente el cuarto oscuro. Yo apenas podía creer que estuvieramos ahí, en ese lugar. Era como una mezcla de viejos y nuevos recuerdos.

Al ver nuevamente la arena y el mar, no pude controlar la emoción. Los recuerdos de nuestro casamiento y de nuestra luna de miel hicieron que mis ojos se llenaran de lágrimas. 
Esta vez, de pura felicidad.

Bruno no se había olvidado de la promesa de volver a Punta del Este. Y volvimos sin esa sensación incómoda de que eramos fugitivos o algo similar, como había pasado la primera vez.

El inicio de un llanto mañoso, pero que prometía tornarse muy fuerte, en caso de que no fuera rápidamente aliviado, se hizo escuchar en el cuarto de al lado. Empecé a moverme, acomodandome para levantarme, cuando Bruno habló:

— Quedate acá. Yo me fijo

— Gracias, amor. — Agradecí, mientras observaba como se levantaba de la cama.

Apenas él salió, me quede atenta a los sonidos: Un poco más de llanto, palabras dulces dichas en un tono tranquilizador y el silencio, lo que indicaba que Tomás debía estar en los brazos de su papá. Sonreí feliz.

A pesar de todos los contratiempos, la vida siguió su curso y estábamos todos juntos: Bruno, nuestro hijo, que ya había cumplido un año, y yo.

Haciendo un pequeño balance de los últimos acontecimientos, nos estaba yendo bastante bien.
A pesar de ser jovenes e inexpertos, compensabamos nuestras pequeñas fallas como papás con mucho amor y cariño.

Varios acontecimientos importantes pasaron un poco antes del nacimiento de Tomás. El primero fue nuestra mudanza a una departamento chico y cómodo que, para la alegria de nuestros papás, quedaba bastante cerca de la casa de ellos. Papá se puso muy triste cuando supo que nos mudaríamos, todavía más con la llegada inminente de su primer nieto. Pero él comprendía nuestra necesidad. Se sintió más conforme cuando le dijimos que quedaba cerca y que él podría visitar a su nieto cada vez que quisiera, cosa que lo hacía con bastante frecuencia.

El segundo fue mi graduación. Ya para este tiempo, mi embarazo ya estaba un poquito más avanzado. Sin embargo, yo ya me sentía grande y redonda como una pelota. Yo tenía cierto miedo de que Bruno comenzara a perder el interés en mi, pero durante todo el embarazo él siguió siendo el mismo de siempre, llenándome de atención y de amor.

La ceremonia de graduación fue larga y monótona, como era de costumbre. Pero mis interrumpciones para ir al baño, fueron constantes. Paula que estaba sentada al lado mio, afirmó que solamente por eso la ceremonia no fue un tremendo tedio.

Otro momento importante fue el cumpleaños de mamá. Para ese día, tendríamos un almuerzo en la casa de nuestros papás para festejar su cumpleaños con toda la familia.

Pero cuando agarré mi plato para poder servirme algo, sentí que algo caliente escurría por mis piernas. Tenía miedo de haberme hecho pis.

Muy avergonzada, la llamé a mamá que, después de mirarme atentamente, me hizo algunas preguntas. Ella sonrió para intentar mantener la calma y me miró alarmada.

— ¡Juan! ¡Bruno! — Llamó autoritária. — ¡Cambio de planes y nada de pánico!

Ese “cambio de planes” al que ella se refería era llevarme rápidamente al hospital, ya que mi bolsa se había roto.
El pedido de “nada de pánico” infelizmente no surgió mucho efecto, especialmente en el lado masculino de la família, que no sabían para donde ir o qué hacer. En cambio, las mujeres se supieron controlar, por suerte. Bianca llegó a golpearlo con la mano en la nuca de Bruno, para que él dejara de preguntarme si estaba bien.

Más Que Hermanos [Adaptada]Where stories live. Discover now