5 (Segunda Temporada)

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— Reconozco que Bruno me pareció lindo y que cuando me miró por primera vez, sentí algo diferente. Él tiene unos ojos que...— Deje de hablar al notar la mirada triufante de Paula — No te entusiasmes mucho porque fue solamente atracción y nada más que eso.

— Micaela, para tu información todo empezó así: con un intercambio de miradas, una atracción, una conexión. Nueve años después y con la convivencia diaria ustedes se dieron cuenta que se amaban locamente. Hasta lo enfrentaron todo y a todos para poder vivir ese amor.

— ¿Cómo que lo enfrentamos todo y a todos? — Pregunté curiosa.

— Ah, no — Exclamó ríendo.—Eso es algo que él y vos tienen que hablar. Bruno te lo tiene que contar y yo no le voy a sacar ese derecho

— ¿A dónde vas? — Pregunté al ver que Paula se estaba levantando.— Mi misión ya está cumplida y ahora es el momento de salir de la escena — Respondió ella, caminando hasta la puerta.

— ¡Pau, por favor! — Pedí al levantarme y yendo asustada detrás de ella — No te vayas.

— Tranquila Mica — Aconsejó abriendo la puerta. — Podes contar conmigo siempre que me necesites. Pero ahora es momento de que cumplas con lo que me prometiste

— Pau... — Sujete sus manos, las mias estaban demasiado heladas.

— ¿Puedo decirle que suba?—Preguntó de forma serena. — No tengas miedo, y acordate que él está tan asustado como vos

Me mordí el labio por causa de los nervios. Yo sabía que no podía atrasar por tanto tiempo esa conversación. Porque al fin y al cabo mi futuro, y también el futuro de Bruno, dependían de esa charla.

— Está bien, podes decirle que suba.

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Narra Bruno:

Caminaba de un lado para el otro, mordiéndome las uñas. Ya estaba a punto de subir las escaleras y entrar al cuarto de Micaela como sea, por lo mucho que Paula estaba tardando.
Fue con un enorme alivio que escuché pasos en la escalera. Ella se detuvo en el último escalón, mirándome fijamente.

— Podes subir, Mica te va a escuchar.

— ¡Muchas gracias, Pau!—Le gradecí, inmensamente aliviado.
Mientras subía la escalera, Paula me sujetó del brazo.

— No la presiones, Bruno—Me pidió, mirándome a los ojos.—Mica está muy impactada por todo.

— Está bien— Respondí y ella me soltó, asintiendo afirmativamente con la cabeza.

"¡Que todo salga bien, que todo salga bien!" Pensaba mientras corría por el pasillo.
Vi que la puerta estaba cerrada y creí que lo mejor era golpear la puerta primero. Después escuché que ella me pidió que entrara. Abrí la puerta cautelosamente. Micaela estaba parada, cerca de la ventana, con los brazos cruzados, la cara roja y los ojos hinchados por causa del llanto.
Pero su expresión estaba más serena que cuando se fue del living.

Yo deseaba tanto abrazarla y garantizarle que todo estaría bien. Pero probablemente ella todavía no estaba lista para esa cercanía.

Nos miramos por varios segundos en un silencio bastante incómodo, desconfortables por la situación y con miedo de iniciar esa conversación que sabíamos que era tan importante. Tenía tanto de que hablar, pero ahora parecía que las palabras me faltaban.

— ¿Quién sos? — Preguntó Micaela de repente.

— ¿Quién soy yo? — Repliqué confundido.

— Si, ¿quién sos? No sé si sos mi hermano, si sos mi amigo o mi esposo.... ¿Quién sos?

La mire porque quería intentar adivinar lo que pasaba por su mente. Demostraba ansiedad, nerviosismo, tristeza y rabia. Pero lo que más me impresionó fue aquella postura desafiante.
Confieso que me sentía nervioso, pero ante esa pregunta algo se despertó adentro mio.

En aquel momento, algo que yo intentaba mantener controlado, venció mi resistencia y explotó.
Solté un largo suspiro y caminé hasta ella con pasos decididos, mirándola fijamente a los ojos.
Mientras caminaba, hablaba lentamente pero con firmeza:

— Mi nombre es Bruno Sainz Micheli. Soy tu amigo, primer y único novio y tu esposo. Soy ese que esperó durante nueve años para conocer el gusto de tu boca y las curvas de tu cuerpo. Soy ese que adelante de un altar juro amarte, cuidarte y serte fiel para siempre — Estaba en medio del camino y ella tenía los ojos completamente cerrados. — Soy ese, que mientras estabas en el hospital, le imploraba al cielo por tu vida. Soy ese que esperaba ansiosamente tu vuelta a casa, con la esperanza de tenerte de nuevo conmigo — Suspiré, ya estaba adelante suyo y pude notar lo tensa que estaba Micaela. — Porque estar sin vos es como estar sin vida, Mica. Si te perdiera nada más tendría sentido. Si te perdiera, yo dejaría de existir.

Observé su mirada sorprendida, su respiración rápida y sus labios entreabiertos. "¡Me cansé!" Pensé inmediatamente mientras una adrenalina tomaba control de mi cuerpo.

Micaela descruzó sus brazos, mirándome muda de espanto y se apoyó en la ventana, en busca de apoyo. La sujeté firmemente por la cintura y por el cuello, acercando su cara hacia la mia.
Pude notar que la tome toltamente desprevenida por mi audacia.

— Yo soy tuyo y vos sos mia—Completé antes de colocar mis labios sobre los de ella.

Micaela estaba congelada en mis brazos. Pero no me importó, porque la besé hasta hacer que ella abriera sus labios, correspondiendo de manera timida a mi beso.

Hacía tanto tiempo que no la tenía así que una necesidad urgente se apoderó de mi, como un drogado que está ante una sustancia que lo convierte en esclavo. Mi cuerpo entero pedía por Micaela, por su piel.
Todo lo que quería era ella, todo lo que sentía era ella. La amaba en una forma desesperada y absolutamente.

Sentí sus manos en mi pecho, empujándome un poco y deshaciendo el contacto de nuestros labios.

— Basta, por favor.... — Me pidió ella en un murmullo, completamente sin aire.

— ¿Por qué? — Pregunté mientras trataba de recuperar la respiración — ¿No te gusta?

— Estoy confundida... — Susurró ella, temblorosa

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora