15 (Segunda Temporada)

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Narra Micaela

Subí las escaleras, entré al cuarto y me cambié de ropa de forma brusca. Estaba cansada de vivir en este estado de constante tensión, confundida con mi pasado, indecisa por mi presente y completamente incierta por mi futuro.

Podía no tener todos mis recuerdos. Pero no significaba, no saber quién era yo. Hasta donde yo recuerdo, yo solía ser una persona que sabía lo que quería, lo que me gustaba y lo que no deseaba para mi vida.

Tener mis estructuras abaladas por los espacios en blanco de mi memoria, me daba la impresión de que estaba transitando por un camino de hielo. Tenía que tener mucho cuidado para que el no se rompiera ni para que yo me cayera.

¿Y dónde caería? No tenía la respuesta. Por eso, estaba así, tan insegura. Totalmente frustrada, me acosté en la cama, enrollandome con las sabanas y el alcolchado.

Todo lo que quería era paz, solamente un poco de paz. No sé qué hora era, pero me había dormido y soñaba otra vez que estaba perdida en un lugar frío y oscuro.
Caminaba en una cueva llena de túneles, como un laberinto, y gritaba pidiendo por ayuda, luchaba para poder salir de ese lugar tan feo. A medida que el tiempo pasaba, estaba más desesperada. Comencé a llorar, sin saber cómo liberarme.

— ¡Micaela, despertate! —Era la voz de Bruno —Está todo bien, despertate.

Abrí los ojos confundida mientras que Bruno me sacudía.
Me senté en la cama y las lágrimas comenzaron a salir.
No podía controlar el llanto, sentía que mi pecho se cerraba por la intensidad de mis emociones y, a la vez, tenía cierta vergüenza de demostrar tanta debilidad.

— Tuviste una pesadilla. Fue solamente una pesadilla—Repetía Bruno, mientras me acariciaba el brazo.

— ¡Soy una tonta! — Murmuré avergonzada.

— Calmate, ya va a pasar

Lo miré. Me sentía tan cansada y necesitada de afecto. Apoyé mi cabeza en su pecho y lo abracé por la cintura. Necesitaba de ese contacto, del calor de su cuerpo y de su ternura que me pudiera ayudar a alejarme de cualquier sensación de frío y miedo.

—Abrazame —Susurré

Sus brazos me envolvieron y suspiré profundamente por lo bien que me sentía por tenerlo tan cerca. Él pasaba suavemente sus manos por mi espalda, intentando tranquilizarme.

Ese abrazo, trajo una inesperada sensación de alegría en mí. Ya no podía ni tampoco quería seguir escapando de todo lo que sentía.
Yo lo necesitaba más que nada en el mundo. Pareciera que en ese instante, todas mis dudas habían desaparecido. Sentí que las barreras entre nosotros se rompían. Estiré la mano y acaricié su cara con delicadeza.

—Bésame —Pedí suplicante.

Vi que sus ojos comenzaron a brillar. Él no tuvo dudas, ni tampoco yo, cuando sus labios finalmente comenzar a cubrir los míos.

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Narra Bruno:

"¡Si, si, si. Gracias Dios!" Era todo lo que podía pensar. Mis labios en los de ella, moviéndose dulce y calmamente, ¡y era su pedido!
¡Cuánto tiempo había esperado para que este momento llegara!
Y ahora que estaba pasando, no tenía más dudas: este día sin dudas, sería uno de los mejores días de mi vida.

Micaela sujetaba mi cabeza con una de sus manos y podía sentir sus dedos en mi nuca, acariciando gentilmente mi pelo.
Yo movía mis labios con la misma delicadeza —no quería asustarla. Sentía como si ese fuese nuestro primer beso. Y en realidad, después del accidente, podría ser considerado de esa forma. Era nuestro primer beso con su consentimiento.

Pasé la mano por su brazo, ansiando sentir su piel. Pero como ella tenía una camiseta, bloqueaba todas mis intenciones.
Tal vez eso fue algo bueno, porque tenía que mantener la calma y no acelerar demasiado las cosas.

A medidad que aquel beso proseguía, percebi que Micaela se relajaba y se soltaba en mis brazos. Su mano se movía por todo mi pelo y su cuerpo se aproximaba instintivamente al mío. Estuve deseando por tanto tiempo este momento, que casi estaba llorando por la inmensa emoción de tenerla junto a mí.

La sensación era de haber terminado de correr una maratón y conseguir terminar el camino, atravesando la llegada en primer lugar.

Sin conseguir contenerme, la apreté fuertemente contra mi pecho y la besé como realmente quería: intensamente.
Y lo mejor de todo, fue sentir que Micaela respondía con la misma intensidad. Podía sentir cómo su cuerpo se movía ligeramente, intentando encajar mejor con el mío.

Finalmente, nuestros labios se separaron, ella estaba tratando de recuperar el aire y sus ojos brillaban.

— Nunca había besado a alguien—Declaró en un tono de confidencia. —Por lógica, ya sé que pasó muchas veces. Pero para mí es como si este fuese el primer beso.

— Nos besamos el día que volviste a casa —Dije al mismo tiempo en que acariciaba su pelo.

—Ese no cuenta porque fue un beso robado —Su expresión levemente contrariada fue tan graciosa que no pude evitar reírme un poco. — ¿Es siempre así?

— ¿Así cómo?

—¿Tan intenso? —Cuestionó mientras sus mejillas estaban absolutamente rojas.
Imposible no sonreír ante esa pregunta. Incluso sin memoria, Micaela seguía siendo la misma de siempre. Respondí usando las mismas palabras que dije en nuestra primera noche juntos.

—No. Es así porque somos nosotros. —Respondí, volviendola a besar apasionadamente.

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Nota:

Espero que les haya gustado esta maraton. Y mil perdones, por haber demorado en subir esta última parte😄

Más Que Hermanos [Adaptada]Where stories live. Discover now