24 (Segunda Temporada)

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Narra Paio:

— Pau ya llegué — escuché

Mire en dirección de la voz femenina y vi que la recien llegada era una mujer de estatura mediana. Su pelo era negro y estaba sujetado en un rodete, y lucía un vestido floreado.  Elegante y cómoda. No hacía falta que nadie me dijera quién era ella. Por el evidente parecido con Paula, solamente podía ser su mamá.
Ahora sabía de quién había heredado Paula esa sonrisa amplia y amistosa, con dientes tan blancos.

Fue muy fácil imaginar cómo Paula sería en su futuro, una belleza madura. Pero de aquel tipo que a pesar de los años, tiene un espíritu jovial y una mirada penetrante.

— Un placer, señor Rodriguez — Me saludó, uniendo nuetras manos con una leve inclinación de cabeza.

— Un gusto, señora Amoedo— Retribuí imitando el mismo gesto.

— Por favor, me podes llamar Julia. — Pidió aproximándose.

— Está bien — Ella se paró al lado de su hija y sonrió.

— Listo. Ahora quédate donde estás y déjame mirarte de cerca.

Desconfiado, hice lo que me pidió, no sin antes espiar la cara de Paula que me miraba confiada. Pensé que Julia me iba a lanzar esa mirada de arriba a abajo que estaba acostumbrado a recibir por parte de la mayoría de las mujeres. Ella apenas miró mi cara de forma atenta y concentrada.

Estiró los brazos y, de forma respetuosa, sujetó mi cara en sus manos. Por ser más alto, tuve que agacharme un poco para que nuestras caras quedaran en el mismo nivel. Cuando sus ojos observaban los míos, no había nada de provocante en su mirada, fue más parecido a ser examinado por un oftalmólogo.

— Marrón chocolate. — Dijo —Color profundo y bondad cargada de dolor.

Sus palabras me sonaban raras y, de repente, no sentí que fuesen mis ojos lo que estaban siendo analizados, pero si mi alma.
Sus ojos oscuros me atravesaban. Paula seguía observándonos como si aquello fuese la cosa más natural del mundo.

Finalmente, ella soltó mi cara y volví a preocuparme sin saber lo que pasaría. ¿Será que ella iba a pedirme que abriera mi boca para poder inspeccionar mi higiene bucal?

— Mi hija, ve más allá de la apariencia física, ella ve el interior de las personas. En tu caso, la belleza física es un atributo muy fuerte, que me pergunto si a  veces no perjudica más de lo que ayuda.

— Puedo notar que Paula no solamente heredó su apariencia, señora. Al igual que ústed, ella también parece ver cosas que la mayoría ignora— Ella sonrió.

— Paula tiene muchas cosas mías. Pero también se parece mucho a su papá, los ojos y la perspicacia son de él.

La mamá de Paula había quedado viuda cuando ella tenía seis años. A pesar de que sus recuerdos eran pocos, ella lo recordaba como un papá amoroso y muy risueño. Él tenía un trabajo muy importante, por lo cual le había dejado a su familia una muy buena situación financiera.

A pesar de que no lo necesitaba demasiado, Julia decidió trabajar e invertir en algo que siempre le había gustado: el bienestar físico y mental. Ella se dedicó a implementar y aplicar técnicas de masajes que trajo de la India.

Debía ser muy buena en lo que hacía, porque además de ser una masoterapeuta muy conocida, también era dueña de un conocido centro de terapias alternativas.

Creía que era mejor desviar el tono de la conversación para un asunto más básico y cómodo. No quería volver a ser su motivo de análisis. A pesar de que lo que me había dicho, en cierta forma, fue un elogio.

Temía lo que ella pudiera ver si continuaba su curiosa investigación. Tal vez iba a encontrar más defectos que virtudes.

— Su casa es  muy linda, está muy bien decorada.

— Gracias. ¿Te gustó el espejo?—Dijo apuntando para el.

— Es maravilloso. Nunca me gustó verme tanto en un espejo como en este — Respondí, volviendo a mirar mi reflejo.

— Si, el nos da una imágen perfecta. — Concordó Paula.

Nos quedamos los tres adelante del espejo, conmigo en el medio, teniendo a Paula de un lado y a Julia del otro.

— Esa es nuestra imagen real, sin distorsiones — informó Julia.  — Los espejos indios no son famosos porque sí. Este fue hecho con una técnica de cuatrocientos años, por un artesano cuya família trabaja en eso desde hace varias generaciones.

Paula sujetó mi brazo derecho y sonrió. Su mamá también miraba de forma franca, simpática y sonriente. Sonrisas idénticas. Me gustaba lo que veía. Mejor dicho, me gustaba cómo me sentía.

Me sentía bienvenido, como si mi presencia fuese genuinamente deseada, más que eso, apreciada. Como si fuesemos, bueno... una família. De repente, empecé a escuchar pasos.

Voces masculinas sonaban atrás de nosotros. Nos dimos vuelta los tres al mismo tiempo y, me encontré con probablemente, tres de los cuatro hermanos más grandes de Paula.

Diferente de la recepción soriente que había acabado de recibir, ellos me miraban serios, como muy analíticos. Estaban parados lado a lado como formando una especie de barrera. No me molestaba que reaccionaran de esa manera porque si estuviese conociendo el novio de una hermana más chica, también sería cauteloso.

— Debes ser Pablo. — Dijo el más alto de los tres

— Rodriguez— completó el que estaba usando anteojos.

— Primero y único. — Respondi con una media sonrisa. Enseguida fui hasta ellos con la mano extendida.

— Y ustedes deben ser Cristian,  Julián y Ezequiel. — Apreté sus manos, a medida que decía cada uno sus nombres.

Y fue con placer que observé la sorpresa estampada en sus caras. Cuando Paula me invitó a almorzar la comida que su mamá había hecho, fue imposible rechazar esa oferta.

Primero porque no quería decepcionar a Mi Majestad y, segundo, porque la mamá de ella podía pensar que yo solamente era un cobarde, lleno de malas intenciones con su hija.

Le pregunté a Paula informaciones importantes sobre su familia y sus costumbres. Incluso, le pedí que me mostrara una foto de sus hermanos y que me contara cosas básicas sobre ellos. Porque mi objetivo era reunir dos armas  eficientes: estrategia y conocimiento del rival. ¡Que James Bond muera de envidia!

— ¿Dondé está Martin? Él ya tendría que estar acá— Preguntó Julia, sobre el único de sus hijos que no estaba.

— Él llamó diciendo que está terminando con su trabajo, y que en un rato llega.— Respondió Cristian.

Más Que Hermanos [Adaptada]Where stories live. Discover now