4 (Primera Temporada)

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La Navidad fue una ocasión bastante repleta por diversos sentimientos. Me sentía ansiosa porque sería mi primer evento especial con mi nueva familia. Y a la vez tenía miedo, porque en ese día sería oficialmente presentada a toda la familia, desde mis tíos hasta mis abuelos.

Hasta hoy me acuerdo de mi vestido de color rosa, que fue elegido especialmente para esa ocasión.
Me acuerdo que Flor y Bian me habían hecho un peinado hermoso y hasta me pusieron una cinta blanca en el vestido.
Pero tenía miedo de ir al living porque estaba demasiado asustada ante el simple hecho de tener que enfrentar a muchos adultos y nenes haciéndome preguntas raras.

"¿Y si no gustan de mí? ¿Si piensan que soy diferente o hasta rara?" Me acosté en mi cama y lágrimas silenciosas caían por todo mi rostro. Me sentía pésima. Mis papás estaban muy ocupados con todos los preparativos y la cena, ellos estaban muy ansiosos por tener que presentarme ante el resto de la familia. Realmente quería agradarles a todos, pero si no lo lograba tenía miedo de lo que podía llegar a pasar.
De repente, sentí que alguien entró y cerró la puerta de mi cuarto, automáticamente escondí mi cara en la almohada.

—¿No vas a bajar? — Cuestionó alguien en voz baja. De inmediato pude reconocer quién era el dueño de esa voz.

Me di vuelta abruptamente. Lo miré y confirmé todas mis sospechas: Era él. Era Bruno.
Yo no podía hablar, solamente podía mover mi cabeza de un lado para el otro, en respuesta negativa y él suspiró.

Bruno estaba usando un pulover del mismo color de sus ojos y un jean. Sorpresivamente, su pelo estaba muy bien peinado, lleno de gel y me imaginé que solamente mamá pudo haber logrado ese milagro. Más que nunca él se parecía a un príncipe y lo estaba mirando totalmente embobada.

— ¿Por qué? — Volvió a preguntarme. Yo estaba tan distraída admirándolo en secreto, que hasta me había olvidado lo que me preguntó.

—¿Por qué?, ¿qué cosa? — Pregunté, sintiéndome muy estúpida.

— ¿Por qué no vas a bajar? — Dijo Bruno pacientemente.

Lo miré nuevamente para ver si en su cara podía encontrar algún rastro de maldad o de disfrute, pero solamente encontré calma y sinceridad.

— Tengo miedo.— Respondí con un hilo de voz. Él siguió mirándome con curiosidad y comenzó a moverse hacia la ventana, dándome la espalda.

—A veces yo también tengo miedo. —Murmuró él, después de haber dado un largo suspiro

—¿En serio? — Pregunté sorprendida

— Si, yo siempre me pongo nervioso cuando las personas me están mirando. — Permanecimos por un momento en silencio hasta que él se dio vuelta de nuevo y me miró seriamente. —¿Queres saber qué es lo que hago cuando me siento así?

— Si  — Respondí en voz baja. Bruno dio unos pasos, acercándose y se sentó en la baranda de mi cama.

— Te lo voy a contar, pero me tenes que prometer que no se lo vas a contar a nadie. ¿Me lo prometes? — Preguntó mirando firmemente mis ojos.

— Te lo prometo. — Respondí, curiosa por lo que se vendría.

— Entonces, este va a ser nuestro secreto. — Yo asentí con mi cabeza. — Bueno, puede parecer medio raro, pero cuando estoy nervioso y alrededor de mucha gente, me imagino que estoy en un palco vacío, como si fuese un teatro y estoy ahí para actuar, para presentar una escena o para leer un texto. No hay nadie en la platea entonces puedo ser quien quiero, puedo decir lo que quiero porque sé que tengo un lugar en el que estoy protegido y donde no hay nadie para juzgarme. Así que cuando me imagino todo eso, me puedo tranquilizar y hago lo que quiero hacer.

Después de escucharlo, me quedé reflexionando por un tiempo, especialmente lo que él me había dicho.

—¿Queres intentarlo?  — Preguntó Bruno, un poco inseguro.

— ¿Intentar qué?

— Cerrar los ojos y hacer de cuenta que estás en un palco, tal vez eso te ayude a tranquilizarte. — Lo miré indecisa. Él probablemente había percibido mi dilema y me sonrió.
Bruno tenía una sonrisa tan linda y tan dulce que me desarmó por completo. Fue la primera vez que él me sonreía, y fue ese gesto tan espontáneo el que hizo que me decidiera

— Voy a intentarlo

Me senté en el medio de la cama. Cerré los ojos, respiré profundamente e intenté visualizar lo que Bruno había dicho. A los pocos segundos, sentí que me relajaba y al final estaba durmiendome. Abrí los ojos al sentir una mano en mi hombro.

— ¿Te funcionó? —Preguntó Bruno tranquilo, y ahora era yo la que le sonreía.

— Creo que si — Murmuré

— Entonces... ¿bajas conmigo?. Te prometo que todo el tiempo, me voy a quedar a tu lado. — Al escucharlo, sentí que mi corazón latía muy fuerte por la fuerza de mi emoción.

—¿Me prometes que te vas a quedar todo el tiempo conmigo? — No podía creerlo, todo parecía ser como un sueño para mí.

— Te lo prometo.— Bruno se levantó de mi cama y extendió su mano hacia mí.  — ¿Vamos?  — Agarré su mano con firmeza.

Al salir de mi cuarto con él a mi lado, no tuve el coraje de revelar una cosa: Cuando cerré los ojos y visualice el teatro, no me imaginé sola... me imaginé con él.

Esa Navidad fue mi rito de pasaje a la familia Sainz Micheli. Después de ese evento, me podía considerar una integrante más de la familia. Y desde ese día en adelante me metí de lleno en el estilo de vida de ellos, que al poco tiempo se convirtio también en el mío.

El tiempo pasaba. A medida que la vida seguía su curso, los meses se transformaban en años que tenían una sucesión de acontecimientos normales en la vida de cualquier familia: cumpleaños, presentaciones escolares y extracurricales, recitales de música y danza. Además de vacaciones, viajes y otras actividades que una familia de clase media pueda tener.

Más Que Hermanos [Adaptada]Where stories live. Discover now